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Un accidente de tránsito. Ambas personas en el auto fallecieron dejando atrás a su hijo de 1 año, quién estaba en el asiento de atrás.

Su vida peligró por un tiempo, pero gracias a la buena voluntad de los doctores el niño sobrevivió.

Ambos padres habían perdido a sus padres y venían de familias pequeñas por lo que la única persona disponible era la hermana de su padre. Una mujer joven de Daegu que, estando devastada por el fallecimiento de su hermano, se vió obligada a hacerse cargo de su sobrino, al cual ni siquiera conocía.

Kang Mina era conocida como la decepción de su familia, mientras su hermano era el hijo perfecto, que se casó con una buena mujer y juntos tuvieron un hijo hermoso.

¿Quién diría que su perfecto hermano moriría una noche de lluvia al volante llevándose consigo a su esposa?

Mina no quería tener que encargarse del chico. Apenas tenía para cuidarse a sí misma. Pensó en dejarlo en un orfanato, en abandonarlo allí y seguir con su miserable vida.

Pero la culpa no la dejaba.

Cada vez que pensaba siquiera en abandonar al pequeño juraba poder sentir la mirada de su hermano sobre ella.

—Espera, espera—lo detuvo—Es obvio que se quedó contigo pero...¿Por qué?—preguntó pero, recibió una mirada sería así que supo que la respuesta era obvia.

Si tan sólo él lo supiera.

Durante su crecimiento, lo único que supo de sus padres fueron sus nombres. Conocía sus rostros pues había visto fotos pero de sus personalidades nunca supo demasiado.

Su tía siempre le contaba que su padre era excepcional en todo lo que hacía, sobretodo los estudios y el trabajo.

Capaz por eso lo trataba como la hacía.

Kang Taehyun había heredado aquella habilidad de su padre para hacer prácticamente todo. Desde muy pequeño un niño extremadamente brillante.

Cualquiera diría lo mismo. Siempre el primero de su clase, incluso en educación física. Un prodigio.

Pero Mina le pedía más.

Taehyun no hacía más que estudiar y seguir las órdenes de su tía. Él hacía las compras, organizaba el apartamento de dos habitaciones en el que vivían, caminaba hasta el colegio en vez de tomar el autobús, la cuidaba durante sus resacas... dependía sola y únicamente de sí mismo.

En la escuela tenía varios amigos, pero sólo lo eran dentro del instituto, pues ellos salían en las tardes al arcade o al cine y nunca lo invitaban. Creían que su tía no lo dejaría o que se la pasaba estudiando. Perdió muchos amigos por qué creeían que era amargado y aburrido, sin saber que ese era su mecanismo de defensa.

Parecía ser un niño perfecto, pero su vida no podía ser más contraria.

Envidiaba a sus compañeros por poder salir cuando querían, por no recibir una colleja si obtenían una baja calificación, porque les dejaban pintarse el cabello y hacerse piercings, por tener a sus padres y hermanos, por ser felices...

Él quería todo eso.

Quería ser un chico normal.

Quería ser feliz.

La joven escuchó la historia con tristeza.

Pero un día, el que él llamaría el mejor peor día de su vida—cosa que no mencionó de esa forma. ‹‹Qué vergüenza, se oye demasiado cursi. ¿Desde cuándo eres así?››—algo volteó de cabeza su miserable vida, haciéndola cambiar para mejor.

𝗔𝗣𝗢𝗖𝗔𝗟𝗜𝗣𝗦𝗜𝗦  | T᙭TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora