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CAPÍTULO ESPECIAL
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¿Por qué una caja?—preguntó sin ánimos.

Es simbólico, hace de todo esto un poco más dramático—explicó mientras ignoraba la actitud con la que la pregunta fue realizada—¿No crees?

Cómo sea—dijo sin darle mucha importancia—Mientras más rápido resuelva esto mejor, sea cuál sea el método.

La mujer lo miró con rostro serio.

¿Qué?

Pasó sus manos por su falda y se enderezó. Llevándose los brazos al pecho y soltando un bufido.

¿Podrías tomarte esto enserio por siquiera un segundo?—preguntó en tono neutro. No estaba enojada, pero le disgustaba el comportamiento del menor y quería hacérselo saber.

¡Lo hago! Es solo que...—tomó un respiro antes de seguir—No comprendo cómo demonios...

Lenguaje—apuntó.

El joven se detuvo en seco.

Me lleva...—murmuró para sí mismo pasando su mano temblorosa por debajo de su nariz—Bien—dijo finalmente—No comprendo cómo una caja puede ser de ayuda en todo esto.

La mujer suspiró, cerrando sus ojos por un momento y volviendo a mirar al más joven mientras balbuceaba.

¿Por qué no unas cadenas? ¿O una camisa de fuerza, mhm?—cuestionó—Hasta escuché a alguien sugerir una correa en esa estúpida reunión...

Yeonjun—llamó con calma.

¿Qué?

No vamos a usar esas cosas, eres mi hijo no mi perro—explicó con toda la serenidad del mundo. Esa mujer no perdía los estribos jamás.

¿Entonces qué?—el chico no preguntaba de forma insolente sino más cansado de tener esas dudas en mente a diario—¿Y a dónde viene la caja en todo esto? Porque...

¡Choi Yeonjun!—llamó un poco más alto, logrando que su hijo le prestará atención.

Pasó sus manos delicadamente por los brazos del chico mientras este soltaba otro bufido. Sus puños apretados para detener el temblor de sus dedos.

Relájate y respira—indicó—Inhalo por la nariz, exhalo por la boca. Inhalo amor, exhalo paz—hizo como decía mientras cerraba los ojos.

Ma yo...

La señora Choi vió a su hijo con una ceja alzada. Dándole a entender que no escaparía de eso.

Bien.

La mujer sonrió a pesar de la mueca que su hijo tenía en el rostro. Incluso le hizo decir las afirmaciones en voz alta.

Ajá, ¿ahora puedo saber para qué es la caja?—preguntó pasando una mano por su cabello negro.

Eres muy poco paciente—observó su madre mientras ponía la caja de cartón en sus manos—El Doctor Jung me dijo...—ante la mención de aquel nombre el joven volteó los ojos—que con sus pacientes había funcionado su tratamiento una vez hicieron esta práctica. Poner todo lo que consideras causante de tu situación en una caja y hacer lo que quieras con ella. Cómo si dejaras todo eso atrás y siguieras adelante.

¿No debería yo meterme en la caja entonces?

Por supuesto que no.

¿Entonces qué? No puedo meter mi vida entera en una caja—insistió. No entendía para nada a qué se refería su madre.

𝗔𝗣𝗢𝗖𝗔𝗟𝗜𝗣𝗦𝗜𝗦  | T᙭TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora