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𝗬 𝗘 𝗢 𝗡 𝗝 𝗨 𝗡

No supo de dónde provino el sonido de algo quebrándose, si de la botella que había tropezado o de su propio corazón despedazándose en su pecho, pero no tuvo el tiempo de detenerse a averiguar.

—¿Hay alguien allí?—Yury al oír el ruido se había separado rápidamente de Juyeon y el peliazul no esperó para hacer la pregunta en voz alta.

Yeonjun se debatió sobre qué hacer. Su lado racional, que naturalmente le hubiera dicho que se alejara en silencio para procesar todo lo que había escuchado, estaba demasiado desorientado y adormecido por el alcohol. La piel le escocía al sentirse repentinamente caliente, como si tuviera una fiebre alta. La presión en su pecho, que el atribuía al dolor de lo que había descubierto, y las manos temblorosas, que también pensó  que se debían a las ganas que tenía de partirle la cara a Juyeon, solo lo confundieron más.

Hasta el punto que su mente estaba tan nublada que salió de su escondite de inmediato. 

Al verlo ambos jóvenes se distinguieron visiblemente tensos.

—Nadie, sólo la persona correcta.—respondió en un tono extrañamente tranquilo, mientras que sentía que las paredes de sus adentros se quemaban.

—Yeonjun...

—No—el pelinegro detuvo al mayor, sus ojos vidriosos doliéndole cuando se fijó en la chica detrás de él.—¿Es todo eso cierto, Yury?

La chica no parecía muy perturbada, de hecho creyó que no contestaría su pregunta.

—¡¿Es eso cierto?!—repitió en voz alta.

No esperó la respuesta que obtendría de parte de la chica del vestido azul.

—Sí.

La afirmativa dejó los labios de la pelinegra como si viniera de la lengua afilada de una serpiente.

—Lo es.—continuó.

Yeonjun no creyó en sus oídos cuando entró por estos la segunda confirmación. 

—Me usaste por meses—razonó, enojado.—¿Cómo puedes decirlo tan tranquila?

—Corrección—intervino Juyeon alzando su dedo índice—Te usamos, ambos.—se señaló a sí mismo y a su compañera.—Bueno, en realidad lo hicimos todos.—rió—Nada personal, Choi. Son cosas de negocios.—posó una de sus manos sobre uno de los hombros del menor en un gesto "amistoso".

El hermano de Kai movió bruscamente el brazo, sorprendiendo al contrario y retirando su mano.

—Ni se te ocurra tocarme de nuevo, pedazo de idiota.—advirtió. 

La firmeza en su voz y el temblor de sus manos desubicó a Juyeon quién, no lo admitiría pero se había sentido amenazado y hasta asustado. En sus ojos bordeados por lágrimas solo pudo distinguir una cosa.

Ira.

—¿Por qué, huh?—cuestionó el pelinegro a ambos.—¡¿Por qué hacerme esto?!

—Necesitábamos la información, Yeonjun.—Yury contestó. No se había movido de donde estaba de pie desde que la discusión había comenzado y tampoco se había inmutado por el comportamiento del chico.—No es nada contra tí, de verdad.

𝗔𝗣𝗢𝗖𝗔𝗟𝗜𝗣𝗦𝗜𝗦  | T᙭TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora