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Jimin


— ¿Seguros que ya es todo? — Preguntó la señora Min viendo las maletas que portábamos.

— Sí. — Hablo yo ya que Yoongi se encontraba muy entretenido en su teléfono. — Disculpe señora Min, ¿pero a dónde iremos?

— A la casa que tenemos acá. — Explica ella sonriéndome. — Estaba en mantenimiento, por esa razón estuvimos aquí hospedados un rato.

— Oh, comprendo. Gracias. — Esbozo una pequeña sonrisa. — Suban al auto, será un viaje un poco largo. — La señora Min palmea la espalda de Yoongi para hacerlo reaccionar. — Vamos Yoongi, no te quedas ahí parado.

Él se mantuvo en un gélido silencio antes de finalmente subirse a la parte trasera del coche. Yo observé una última vez el hotel antes de soltar un pequeño suspiro e ingresar con él. Peiné mi cabello hacia atrás y lo observé de reojo, pero parecía que él no tenía intenciones de dirigirme la palabra estando su madre cerca, como siempre.

Saqué mis audífonos y los conecté a mi teléfono para escuchar un poco de música.

Mantuve la vista fija en el paisaje meditando en completo silencio. Quizás era un excelente momento para analizar la situación en la que me encontraba y meditara muy seriamente en lo que me había metido y lo que había hecho. De acuerdo, recapitulemos.

Yo tenía una vida prácticamente tranquila y ordinaria hasta que al señor Yoongi se le ocurrió regresar. Como si aquello no hubiese sido suficiente para mí, firmo un estúpido contrato en el que prácticamente condené mi vida, mi cuerpo y hasta mi virginidad anal ahora inexistente. Sí, de lujo.

De todas las cosas que pude haber imaginado en un futuro, acostarme con Min Yoongi no era exactamente una de ella. De hecho no se me cruzó ni al ras de la mente, siquiera un poco. Lo odiaba, era algo que no podía negar. Lo odiaba, le guardaba un fuerte rencor y aun así seguía cayendo en sus pequeños y absurdos juegos. ¿Por qué?

Quizás porque el enredarme con algo peligroso me excitaba, pero estaba jugando con un chico mentalmente inestable y con varias personalidades ocultas que prefería no conocer. Ya tenía con el Yoongi frío y el sádico travieso.

Y lo peor es que me gustaba.

No quería, pero mi cuerpo y mi mente me traicionaban. Por más que me gritara a mí mismo "vas a acabar con esta mierda ya", siempre algo pasaba que me volvía a retener a él. ¿Será porque es un gran besador? Quizás, porque no negaría que besaba muy bien el muy maldito.

Y también lo hacía muy bien.

Y no puedo creer que acabo de pensar en eso.

Volteo hacia Yoongi pero él ya se encuentra observándome. Me examina unos momentos antes de regresar la vista a su cuaderno y seguir trazando algo con un lápiz. Dirijo la vista hacia el cuaderno pero apenas puedo ver algo, tampoco quiero que Yoongi me vea de curioso así que vuelvo a desviar la mirada.

¿Me estará haciendo un retrato?

No, eso es demasiado... romántico. Yoongi no es de esos chicos que te haría un retrato o te llevaría flores. Es decir, siquiera puedo creer que haya amado a alguien alguna vez o sepa lo que es el amor.

Entre pensamientos y pequeñas siestas logré que el tiempo pasara relativamente más rápido. Eran casi las cinco de la tarde cuando nos desviamos de la carretera para entrar a un camino de tierra que provocaba que el coche se moviera bastante. Era un lugar repleto de enormes árboles e inmensa vegetación, el pasto parecía llegarte a las rodillas o más.

01001001 01101110 01101110 01101111 01100011 01100101 01101110 01110100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora