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Jungkook


(Antes de que Taehyung y Jimin partieran a Nueva York)

La ira y el dolor nublan mi vista por completo. Limpio en vano las lágrimas que comienzan a deslizarse por mis ojos sin piedad alguna causando una irritación debajo de mis ojos. La siento enrojecerse y picar conforme más y más voy pasando mi manga por la zona pero es inevitable parar. Mis sollozos se ahogan en mi garganta y toda mi mucosidad se afloja causando que sorba por la nariz. Mi cabeza da vueltas y el sol me sofoca empapándome de sudor, agitando mi respiración y mis latidos que ya son bastante rápidos.

Trago pesado y me detengo apoyándome en mis rodillas para tomar aire. Hago una mueca de dolor y doy una vuelta sobre mi propio eje observando el largo camino que he recorrido desde que salí corriendo de la camioneta de Taehyung.

El sol de las once de la mañana me golpea todo el cuerpo sin piedad, el sudor corre por toda mi frente y dudo que lleve la mitad del camino. No hay rastro de la caseta y solamente cuatro autos han pasado pero no he detenido ninguno. He cruzado del otro lado que está más vacío pero no me atrevo a detener a los pocos que atraviesan. El terror en mi cuerpo me hace correr cada que escucho un motor, el sentir a alguien cerca.

El silbido del viento es mi única compañía junto con el cielo libre de alguna nube. La temperatura va subiendo y carezco de agua, sombra o comida. Tomo aire profundamente antes de volver a correr pero es en menos de dos minutos cuando mi andar falla y ya me encuentro trotando, cada vez más lento hasta detenerme una vez más por completo.

Es inútil, he perdido todas mis fuerzas.

Saco mi teléfono para buscar un poco de señal pero no hay absolutamente nada. Maldigo y guardo mi teléfono una vez más antes de avanzar, caminando tranquilamente en lo que recupero fuerzas para volver a correr. La rabia y la adrenalina han bajado y ahora solo siento un profundo dolor y decepción recorrerme.

Las lágrimas caen. Caen y se deslizan por todo mi rostro creando una nueva capa salada sobre mi piel. Una máscara de amargura, de un espejo quebrado por completo buscando desesperadamente que nadie lo rompa más. Un frágil movimiento y se derrumbará por completo.

Escucho otro motor peor lo ignoro. Se va acercando y tengo la fuerte sensación que me sigue. Me detengo y observo a través de mi hombro una camioneta estacionarse junto a mí. Parpadeo repetidas veces.

— ¿Necesitas que te llevemos muchacho? — Pregunta el que está de mi lado que es el copiloto.

Mantengo la vista en el interior. Todos son hombres de traje y lentes oscuros ocultando su identidad. Trago pesado, lucen como mafiosos completamente. O quizás hombres de negocios. No me importa. No me dan buena espina.

— N— no, gracias... — Susurro alejándome. — Estaré bien.

— Te tomará una hora llegar, ¿estás seguro? — Pregunta ahora el piloto.

— Sí. Gracias. — Murmullo alejándome.

— Espera. — Vuelve a llamar el copiloto. — Te conozco.

Me señala con su índice, me congelo. Pienso en huir pero la forma en la me señala no es amenazante ni provocativa. Luce tranquilo. Comienza a chasquear sus dedos cerca de su cabeza como si tratara de buscar en la información de su cerebro dónde me ha visto. O quién soy.

Me señala con su índice, me congelo. Pienso en huir pero la forma en la me señala no es amenazante ni provocativa. Luce tranquilo. Comienza a chasquear sus dedos cerca de su cabeza como si tratara de buscar en la información de su cerebro dónde me ha visto. O quién soy.

01001001 01101110 01101110 01101111 01100011 01100101 01101110 01110100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora