― ¿Una piña colada? ― Pregunta el amable chico frente a mí.
― Oh no, estoy bien, gracias. ― Le sonrío retirando mis anteojos de sol.
― No se preocupe, se lo manda un chico. ― El esboza una sonrisa.
― ¿Ah? ― Observo rápidamente el entorno y vio al mesero. ― ¿Seguro que no es una equivocación?
― No, lo recuerdo claro; "quiero que le lleve esa piña colada al hermoso rubio de traje naranja y gafas de sol que se encuentra junto a las palmeras". ― Contesta haciendo una imitación de un chico con voz un poco más grave que la de él.
― Oh... ― Mis mejillas se tiñen de rojo y lo tomo con timidez. ― G-gracias.
Él sonríe y se aleja. Observo la bebida que tiene un lindo paraguas azul colocado en una parte del vaso y una cereza. Le doy un sorbo al popote y una sonrisa se dibuja en mi rostro; esta rico.
Vuelvo a ver el entorno buscando a alguien, pero no parece haber indicaciones del extraño admirador que me manda piñas coladas. Alzo mis hombros y me recuesto nuevamente dándole pequeños tragos a mi bebida y leyendo aquel libro que decidí traerme. Leo y leo varios capítulos hasta que finalmente me canso y me entran ganas de ir finalmente al mar, parece que ya me siento listo.
Deposito el libro junto a mis cosas y me quito la camisa blanca que traía, atrayendo la mirada de algunas chicas y chicos que están por ahí. A torso desnudo y sandalias cafés comienzo a avanzar, peinando repetidas veces mi cabello hacia atrás hasta llegar a la arena.
Comienzo a caminar sobre ella, sorprendiéndome de lo suave y caliente que está.
Era como caminar sobre plumas, era más suave y ligera que la tierra y sin duda agradable. Se desliza por mi piel dejando solamente unos pequeños granos de arena, me encanta.
Retiro mis sandalias cuando siento la brisa más cálida sobre mi rostro y las gaviotas graznar sobre mi cabeza. Avanzo con lentitud al mar, mis ojos fijos en aquellas olas que se forman y la espuma que las acompañan.
El agua toca la punta de mis pies y después retrocede, creando un sonido peculiar que me relaja. Sigo avanzando hasta sentir el agua en mis tobillos y allí finalmente me siento perder, estoy a punto de correr más profundo pero unas manos sobre mi cadera me detienen.
Pego un brinco y observo a través de mi hombro a un chico de cabello blanco y terriblemente masculino viéndome con una sonrisa. Sus manos lentamente se separan de mi cuerpo y se coloca junto a mí.
― Lo siento, no quería asustarte. ― Comenta. ― Pero si fuera tú, esperaría a que la marea bajara un poco antes de meterme al agua.
Observo las grandes olas formándose frente a mí.
― ¿Y en cuánto tiempo será eso? ― Pregunto.
― Yo creo que en un par de horas. ― Comenta él viendo el mar. ― Mientras puedes estar en la piscina o seguir tomando el sol.
Alzo ambas cejas viéndolo con una sonrisa.
― ¿Qué? ― Pregunta. ― ¿Quieres otra piña colada para eso?
― Así que fuiste tú... ― Comento con otra sonrisa.
― ¿Preferías un clamato? También puedo darte uno.
Finalmente me suelto a reír y ambos comenzamos a caminar hacia la piscina.
― Dime Peter. ― Me dice con una coqueta sonrisa. ― ¿Cuál es tu nombre?
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