013.

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Martina.

Estábamos sentados con Fran, Mari y León, un amigo se Fran, en Templeton, nuestro bar favorito en Cariló. Ya era pasada la medianoche y yo estaba tan nerviosa que casi no podía tomar mi trago. Estaba preocupada, más bien, porque me daba miedo el hecho de que Gonzalo estaba manejando solo y de noche hasta acá.

Suspiré y tomé un traguito chiquito de mi gin tonic de frutos rojos. Mari y Fran estaban de pie cantando como locos una canción de Agus Padilla, que se estaba presentando en vivo en el bar. Yo igual me la sabía y me encantaba, pero repito: estaba muy preocupada.

Miré otra vez mi celular para ver si tenía algún mensaje suyo, pero no. Solo tenía su visto de cuando le mandé la ubicación, que fue hace ya dos horas. Nada más que eso. Suspiré y me levanté para ir al baño. Le informé a León y me encaminé a mi destino.

Una vez en el baño hice mis necesidades y luego de lavarme las manos me retoqué el labial. Lo tenía impecable, pero por la ansiedad que cargaba igual me di otra capa de aquel rojo mate. Suspiré mirándome al espejo y tras unos segundos más salí del baño para volver con los chicos.

Mis ojos se iluminaron, estaba segura, pero gracias a la luz tenue del lugar quizá nadie se daría cuenta y yo estaba más que bien con aquello. Lo que seguro notarían sería mi sonrisita, y es que la preocupación abandonó mi cuerpo al ver cómo Fran le presentaba a León al recién llegado. Gonzalo sintió mi mirada, seguramente, porque levantó la suya y la pegó a mí, escaneandome de pies a cabeza. Le dijo algo de los dos chicos antes de abandonarlos para caminar hacia mí.

Su mirada no dejaba de escanearme entera, y yo no iba a quedarme atrás. Tenía una babucha gris y una remera negra, ambas cosas le quedaban pintadas al cuerpo y simplemente no podía estar más lindo. Estaba de civil, como me gustaba joderlo, porque no llevaba ni la gorra ni los anteojos; era simplemente Gonzalo, era Julián, no Bizarrap.

- Aunque acepto el hecho de que estás hermosa - escuché que decía cuando ya estaba a poca distancia de mi. - no voy a negar que tenía una leve esperanza de verte con el traje rojo del video.

Solté una risita e incliné mi cabeza un poco hacia la derecha mientras continuaba de pie en mi lugar, observando cómo se acercaba a mí.

Sentí sus manos en mi cintura y luego acercó su rostro para, suponía yo, darme un beso en el cachete a modo de saludo. Pero estaba equivocada, porque aprovechó la inclinación de mi cabeza para depositar un beso húmedo en mi cuello, y no se retiró luego de eso sino que sentí su respiración ahí por unos segundos.

- Me tenías preocupada - murmuré un poco alto para que pueda escucharme. Gonzalo se enderezó y se quedó mirando atento mis ojos. -, sabés que me da miedo que manejes por la noche solo.

Él sonrió de lado y asintió. - Lo sé, así como vos sabés que cuando manejo no le doy bola al celular y voy muy atento al camino.

Sin darme cuenta, mi mano estaba creando un camino en su brazo izquierdo, subiendo y bajando lentamente por el mismo.

- Lo sé - respondí. -, pero eso no quiere decir que los demás igual lo hagan.

Nos quedamos callados durante unos segundos y solo nos dedicamos a mirarnos. Sus ojos marrones brillaban mucho, lo cual me hizo dar cuenta de que seguramente el brillo en los míos apenas lo vi junto a mi hermano sí fue notable.

- ¡Eu, vengan acá, sean sociables! - Fran nos gritó desde la mesa y se ganó un codazo de María, que no sé qué le habrá dicho pero León empezó a cagarse de risa y Fran abrió sus ojos como plato para después ponerse serio y hacer la típica seña de "te estoy vigilando" a mi mejor amigo.

Los dos nos reímos por la escena. Gonzalo pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros para caminar juntos hasta la mesa.

-

Eran las 5 a.m. y estábamos con Gonza y Mari tratando de subir a un Fran muy borracho a su habitación. La verdad es que el motivo por el que mi hermano y yo habíamos jodido tanto a nuestros viejos para venir a Cariló porque Fran se peleó con su novia y estaba bastante desanimado, pero ir a Cariló siempre le alegraba el corazón, según él. Y sí, también es por eso que venía alzándose unos buenos pedos.

Dejamos a Fran en su cama, Gonza y yo le sacamos la ropa mientras Mari iba por un vaso de agua y chocolate.

Fran se rió mirando a Gonza. - ¿Quién diría que tu primera noche en Cariló sería así?

Cuando estábamos en el bar Gonzalo había mencionado que era la primera vez que iba a Cariló, y mi hermano había prometido hacerle pasar una excelente noche. Obvio que eso fue minutos antes de empezar a demenciarse.

Yo miré a mi hermano con una ceja en alto y me reí. - La noche aún es joven para los que estamos sobrios.

Gonzalo me miró apenas dije aquello. Noté un brillo especial en sus ojos y además una sonrisa chiquita pintada en su rostro. Yo solo me limité a guiñarle un ojo.

María volvió con el chocolate y el agua, pero también con el pijama puesto.

- Yo ya estoy out - mencionó. Se acostó con mi hermano y prendió la tele para poner Netflix. No me molestaba eso, ellos eran como hermanos, se habían tomado mucho cariño en muy poco tiempo. -. Andá a hacerle un tour a Gonza, dale.

-

- ¿Aquí? - me preguntó. Asentí sonriente.

- Justo aquí.

Cuando Gonzalo apagó el motor yo me saqué el cinturón y bajé del auto para después subir al capó y sentarme ahí. Mi mejor amigo no tardó en posicionarse junto a mí, y además pasó su brazo por mis hombros atrayendome hacia él. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y suspiré observando el paisaje.

- Es hermoso - murmuró.

- Yo soy hermosa - respondí bromeando.

- A eso nadie lo niega, Martina.

Posicioné mi cabeza de tal forma que, aún estando sobre su hombro, podía ver su rostro. Pude admirar el perfil que tanto me gustaba, me parecía perfecto.

- ¿Te parezco linda?

Su pecho vibró cuando soltó una carcajada leve y pronto nuestros rostros quedaron bastante cerca ya que giró su cabeza hacia abajo para poder mirarme.

- Vos sos la wacha más bella que conozco, y no tengo dudas que aún conociendo a todas las mujeres del mundo vos seguirías siendo la más linda para mí - murmuró.

Sentí que el aire me faltaba y entre abrí mis labios para poder respirar mejor. Era muy raro todo lo que me provocaba Julián, mi mejor amigo. Se sentía raro pero hermoso. Su forma de ser conmigo era única; era un pibe dulce pero tenía sus momentos de zarpe, era buena onda, chistoso, bastante centrado, atento, generoso... Y era muy, muy hermoso.

Pero también era mi mejor amigo, y por más que le tenía muchas ganas mayor era mi miedo de que por puro deseo carnal terminemos perdiendonos.

- Abrazame fuerte - le pedí en un susurro. Y no pasaron ni dos segundos cuando sus brazos ya me estaban apretando contra su cuerpo.

BLURRED LINES • BizarrapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora