015.

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MARATÓN: 1/3

Gonzalo.

"¿Qué pasó en Cariló?" Muy buena pregunta. Aunque en realidad para mí era más válido preguntar qué NO pasó estando allá.

- Nada, boludo, ni ganas de hablar de eso - me giré sobre mi cama para darle la espalda a mi amigo y quedar pegado a la pared, si entiendo el frío de la misma en mi piel. Amaba hacer eso. Mi voz había sonado como la de un nene pequeño, lo admito.

- Uh, mamerto, dale, hablá - sentí la mano de Mauro en mi brazo y me tironeó hasta que mi espalda estuvo de nuevo sobre el colchón. Lo miré mal porque me había dolido el apretón.

- ¡Aia, ¿sabés?! ¡AIA! - le grité sobandome.

El rubio teñido rodó sus ojos antes de levantar un poco su torso, apoyando el peso en su antebrazo.

- Mirá, Gonzalo Julián Conde - empezó. -, tenés dos opciones y la verdad me chupa un huevo cuál elijas porque como sea salgo beneficiado - hizo una pausa para carraspear y continuó: - opción a, me contás ya mismo y con lujo de detalles TODO lo que haya pasado en Cariló; opción b, te como la jeta con un buen chape.

El silencio se apoderó de mi habitación. Con Mauro nos jodíamos así bastante seguido, por lo que no era incómodo, molesto ni raro; pero aquella vez me recordó a Mar y nuestro juego, y cómo acabaron las cosas.

- Justamente eso pasó - respondí.

Mauro me miró confundido. - ¿Eso qué? Sé más específico, mamerto, acordate que me hice rubio para hacerle honor a mi coeficiente intelectual.

- Lo del chape, pedazo de gil.

- Pará, pará, pará - Mauro se sentó sobre la cama y me miró fijamente. Noté que su mirada estaba bastante confundida y me preparé mentalmente para escuchar alguna de sus teorías estúpidas, porque además del free y el rap ese era un gran talento suyo: suponer cosas descabelladas. -. ¿Me estás diciendo que la noche que fuiste a Cariló el Maurito se fumó unos cuantitos y en medio de su viaje terminó viajando posta, y a Cariló? ¿Y que allá te comí la boca posta? ¿Y acaso Mar vio y se puso celosa o qué?

Notaba que en serio estaba preocupado y confundido, más aún cuando mi carcajada se hizo presente. Pero ahí se puso posta como un tomate, y agarró uno de mis almohadones para empezar a pegarme como loco.

- ¡Hijo de puta! - almohadonazo. - ¡Yo queriendo ayudarte y vos te me cagás de risa en la cara!

- ¡Boludo pará un poco! - le grité cuando entre risas y golpes pude levantarme de la cama. Alcé mis manos en señal de paz. - Yo no dije nada, vos solito te armaste la historia.

- Y sí, porque vos te hacés el misterioso, pedazo de escoria mal parida - Lit bufó y por fin se puso serio de nuevo. -. Ahora hablá o te juro que te asfixio con mi chivo.

Y como aguantaba cualquier cosa menos el chivo sucio de Mauro, empecé a hablar.

Resumí un poco, bastante, la parte de mi llegada a Cariló. Lit ya sabía por qué fui, ya que estábamos juntos cuando Mar - que después me enteré de que en realidad había sido María - me mandó esos mensajes. Cuando llegué a la parte del acantilado empecé a dar los detalles por los que Mauro me interrumpía a cada rato.

Y a decir verdad, recordar todo aquello me ponía los pelos de punta.

2 meses antes, Cariló.

- ¿Qué hacemos al respecto? - preguntó. - Porque la tensión sexual no se va de un día para el otro.

- Ni por arte de magia - concordé con ella.

Suspiró y repitió su pregunta en un murmuro.

Los segundos pasaban y el silencio reinaba, bueno, nuestro silencio, porque la naturaliza hacía maravillas con el sonido de las olas golpeando las piedras del acantilado.

Creo que desde el momento en que conocí a Mar en persona me planteaba esa pregunta. Por mi parte siempre sentí esa atracción hacia ella, y era consciente de que ella igual sentía aquello. Teníamos muchísima química y eso nadie podía negarlo, si hasta recuerdo que la primera vez que la llevé a casa a almorzar, apenas Mar cruzó la puerta cuando se fue, mi vieja me tiró enojada un repasador y me preguntó que por qué no le había comido la boca a modo de despedida.

- Yo quiero comerte la boca - rompí el silencio. -, otra vez - agregué, puesto que ya nos habíamos comido un par de veces después de la joda del primo de Mauro.

- Yo también.

- Y quiero que cojamos.

- Yo también.

- Y bueno, boluda, ya fue - ante su mirada extrañada giré mis ojos y seguí hablando. -. Nos saquemos las ganas. Cojamos, nos dejemos hinchadas las jetas de tanto chape y listo. Después hacemos de cuenta que no pasó nada, o sí, qué sé yo. A lo que voy es que no necesariamente esto tiene que cagar la amistad, ¿sabés la cantidad de mejores amigos que se sacan las ganas de cojer entre ellos?

Martina se quedó callada durante unos segundos y yo ya me había hecho la película, flashé que me mandaba a la mierda, me trataba de pajero y se iba.

Pero fue todo lo contrario.

- Lo que pasa en Cariló queda en Cariló - sus ojos estaban un poco oscurecidos pero bien brillantes, una de sus cejas se alzaba apenas un poco y su boca dibujaba una sonrisa con un poco de picardía oculta.

Actualidad.

- ¿Y cojieron?

- Se.

- Y lo que pasó en Cariló no quedó en Cariló, ¿no?

- Nop.

BLURRED LINES • BizarrapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora