— Emi —susurró Joaquín empujando al rizado para que se separara un poco de él.
Habían llegado a la casa del castaño hace más de media hora y casi desde entonces se habían estado besando en el sofá. Emilio estaba básicamente encima de su novio.
— Me gusta besarte, pero vinimos a estudiar —comentó Joaquín acariciando la espalda del rizado.
— Está bien —se resignó, levantándose— Lamento si te parezco muy empalagoso o que exagero en besarte, pero de verdad me encanta hacerlo, es que siento como un cosquilleo en el estómago y tú sabor a cereza solo aumenta todo —confesó Emilio, sentándose frente a su pareja.
— No me molesta como tal, yo también siento muy lindo, aunque a veces siento que en vez de hablar como cualquier pareja, solo nos besamos —admitió el castaño.
— Entiendo, podríamos hablar ahora, aunque en realidad no sé dé que —susurró el rizado.
— Quizá después, primero vamos a hacer a lo que vinimos, estudiar para tu examen de literatura y después podemos platicar de algo —comentó Joaquín.
Con una sonrisa la pareja camino directo a la biblioteca para ir en busca de los libros que pudieran ayudarles a estudiar.
Horas después terminaron de estudiar los pocos temas que les faltaban de repasar y como aún no oscurecía el castaño decidió llevar a Emilio al patio trasero para hablar un poco y mostrarle el jardín que él plantó.
— Todo está muy lindo —susurró el rizado al ver como cada planta estaba perfectamente cuidada— No sabía que tenías alberca —dijo al voltear.
— Sí, en realidad es por mi papá, nada todas las mañanas, yo no suelo usarla demasiado —confesó Joaquín con una sonrisa.
— Quizá un día de estos podríamos hacer algo divertido —comentó Emilio con una sonrisa pícara, cansado que su novio se sonroje demasiado.
— ¡Cállate! —exigió el castaño, llevando sus manos a su rostro.
— Solo bromeaba —admitió el rizado, abrazando por la cintura al menor, sonriéndole — Quiero invitarte el sábado a una cita, te llevaré a un lugar muy bonito y especial para mí aunque sería mejor si te quedaras a dormir para disfrutar más del pequeño viaje.
— Me agrada la idea, le pediré permiso a mi padre cuando llegue, ¿quieres que nos vayamos en mi auto? Te dejaré conducir —murmuró Joaquín.
— Mi padre ya me había prestado su auto, pero como tú te sientas más cómodo —mencionó Emilio.
— Mejor en mi auto —susurró el castaño viendo como su novio asentía.
[...]
El sábado temprano empezaron el trayecto al lugar del cual hasta el momento era desconocido para Joaquín, quien se dio por vencido de saber a dónde iban después de media hora. Concentrándose en disfrutar del trayecto, aunque al recordar la plática que tuvo con su padre para pedirle permiso de venir al pequeño viaje, soltó una risita.
—¿Qué te da risa? —intrigó el rizado manteniendo la mirada fija en la carretera.
— Nada —comentó el castaño, sonrojándose al recordar lo último de la conversación.
— Sí tú lo dices — susurró Emilio.
Joaquín se acomodó en el asiento antes de cerrar sus ojos, según solo por un momento, pero sin darse cuenta se quedó dormido.
Momentos después Emilio decidió hacer una parada para ir al baño, al detener el auto volteo al lado de copiloto y al ver al castaño completamente dormido, sonrió ampliamente, bajo a hacer sus necesidades. Cuando regresó cerró la puerta más fuerte de lo normal, causando mucho ruido, causando que su novio se despierte de inmediato.
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Touchdown
FanfictionUna lesión obligó a Emilio a dejar lo que más disfruta hacer y lo que le dará el poder de ir a la universidad, el fútbol americano. Aunque gracias a eso pudo interesarse en alguien muy diferente a lo que está acostumbrado; dándole la oportunidad de...