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La pareja mantenía sus manos entrelazadas mientras salían de la escuela caminado al estacionamiento, después de un día de escuela.

Habían pasado un par de días desde la visita a la casita de los abuelos de Emilio, desde entonces se volvieron más unidos y más cariñosos.

Cuando llegaron al auto de Joaquín, el rizado no pudo evitar abrirle la puerta para ayudarlo a subir al lugar del piloto.

— Se supone que yo debería abrirte la puerta —susurró el castaño sonando una risita.

— Quizá, pero me gusta ser yo quien te abra la puerta —dijo Emilio dejando un corto beso antes de que su pareja subiera al lugar, cerrando la puerta.

El rizado se subió al lado de copiloto, sonriendo ampliamente, sonrisa que fue correspondida de inmediato por Joaquín, antes de que esté encendiera el automóvil empezando el trayecto.

Minutos después llegaron a la casa del castaño, aunque cuando bajaron del auto, Emilio se confundió demasiado al ver a un joven frente a la casa de los Vicario, recargado en el cofre del auto color negro.

— ¿Lo conoces? —intrigó el rizado, al ver como la expresión de su novio cambió por completo al ver al joven aún desconocido.

— ¿Me esperas adentro? —pidió Joaquín, haciendo que de inmediato su pareja lo mire aún más confundido que antes— Prometo explicarte en cuento termine de hablar con él, ¿si?

Emilio soltó un bufido, dejó un corto beso en los labios del castaño, antes de entrar a la casa, aventando su mochila al sofá. Por más que intento no asomarse por la ventana de la sala, le fue imposible, por lo que movió un poco la cortina, pero tampoco demasiado para evitar lo vieran.

El rizado no pudo evitar fruncir su ceño, al ver a Joaquín platicar tan animadamente, con aquel joven de cabello negro, que no dejaba de sonreír.

Tras quince minutos, Emilio estaba más que intrigado de saber de qué tanto platicaban su novio y el desconocido. Aunque cuando los vio abrazarse, estuvo muy tentado a salir, pero se controló cuando vio al sujeto subir a su auto, por lo que se sentó rápidamente en un sofá para parecer que no los estaba viendo.

Momentos después entró Joaquín, soltando una risita al ver al rizado sentado en el sofá, mirando su teléfono.

— No te hagas, te vi asomado en la ventana —dijo el castaño, sonriendo un poco a cuando su novio se levantó y lo tomó de la cintura.

— Lo lamento, fue imposible no asomarme —susurró Emilio dejando un beso en la mejilla del mejor— ¿Ya me dirás quien es ese, intentó de chico malo?

— No le digas así —pidió Joaquín, golpeando el hombro de su pareja, quien hizo un puchero— Cambio mucho en los últimos años y eso me alegra.

— Como sea, ahora dime quien es —volvió a pedir el rizado.

— Se llama Damián, lo conocí hace casi dos años en un campamento de verano, no lo había visto por que estaba de intercambio en Alemania, así que vino a verme —musitó el castaño haciendo una pequeña pausa antes de continuar— Él fue mi segundo novio.

Ante las últimas palabras Emilio de inmediato fue vio su ceño, la idea de que su novio hablara tan bien de su exnovio no le agradaba en lo absoluto.

— ¿Y qué quería? —preguntó el rizado con molestia en su voz.

— Solo me vino a saludar, pues acaba de regresar del intercambio —mencionó Joaquín, ocultando cierta parte de información.

— ¿Solo eso? —intrigó Emilio, algo dudoso.

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