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La última semana había sido demasiada buena para la pareja, habían estado más cariñosos, después del fin de semana que habían pasado juntos.

— ¿Estás nervioso? —intrigó Joaquín acariciando los rizos de su novio, pues tenía su cabeza recargada en sus piernas.

— Sí, pero no demasiado —respondió el rizado disfrutando de las caricias.

Estaban en la casa de Emilio acostados en el sofá, pasando un rato antes de que debieran ir a la escuela para el último partido de la temporada.

— Quizá te pongas más nervioso, más tarde, como con los estatales —comentó el castaño— Solo juega lo mejor que puedas y disfruta cada momento del partido.

El rizado no dijo nada, simplemente se levantó, dedicando una sonrisa antes de sentarse en el regazo de su novio. Los últimos días había tomado esa costumbre, cuando estaban solos.

— Prefiero que mi lindo novio me deseé suerte, con besos —susurró Emilio sonriendo.

Joaquín soltó una risita antes de tomar por la cintura al rizado, uniendo sus labios, besándolo con suavidad. Aunque al parecer el ritmo no era el que quería Emilio pues tomó de las mejillas al menor, profundizando el beso, comenzando a juguetear con sus lenguas, sonriendo un poco cuando le correspondieron.

Debieron separarse momentos después con un chasquido y un pequeño hilo de saliva entre ellos.

— No lo haremos ahora —musitó el castaño, cuando sintió como besaban su cuello ligeramente.

— ¿Ni para la buena suerte? —intrigó el rizado con un puchero en sus labios.

— Quizá después, tus padres no tardan en llegar y no quiero que nos encuentren en esa situación —comentó Joaquín dejando un beso en la mejilla de su novio.

— Está bien, pero recuerda que me toca a mí —dijo Emilio con una sonrisa.

El castaño asintió, sonriendo ampliamente, al recordar que habían acordado que sería una vez cada uno al momento de estar juntos.

Se quedaron en la misma posición besándose por unos momentos más, separándose justo a tiempo, sentándose normal para que los padres del rizado no los vieran en una situación tan incómoda.

Joaquín se comunicó con su padre, ya que Adán estaba trabajando, aun así se quedaron de ver en el partido más tarde, aunque antes de terminar la llamada comentó que invitara a Jennifer.

Taner pasó por Emilio, ya que debían llegar horas antes del juego, para calentar, vestirse y reparar las estrategias.

El castaño consideró el irse a su casa hasta que el pardo comenzará, pero sus suegros se negaron y en vez de eso comenzaron a platicar entre ellos, conociéndose un poco más.

La plática se vio tan entretenida que las horas pasaron rápidamente. Cuando menos se dieron cuenta había llegado la hora que se fueran al partido, aunque cada uno se fue en un auto diferente pues el menor había llevado el suyo.

Al llegar Joaquín acompañado de los padres de su novio se sentaron en la primera fila de las gradas, guardando dos asientos para su padre y esperanzado a que si traiga a Jennifer.

En tan solo unos momentos más, salió primero el equipo contrario, para después saliera el equipo del rizado, de inmediato el menor sonrió ampliamente en el momento que lo volteo a ver.

Emilio caminó hasta el centro del campo, donde estaba el capitán del equipo contrario junto al árbitro en jefe. Después del volado que ganó el equipo contrario, se hizo la patada de despeje, dando inicio al partido.

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