Los días siguientes para Emilio fueron bastante aburridos, extraño el pasar varias horas con el castaño después de la escuela. Podría describir esos tres días como muy aburridos, y eso que tuvo la oportunidad de ver al equipo de fútbol americano practicar; cosa que antes lo entretenía demasiado.— ¿Qué te tiene tan distraído Emilio? Llevo hablándote minutos y tú estás totalmente perdido —dijo Manuel, sacando a su hijo de sus pensamientos.
— Nada, solo me fui un momento —murmuró el rizado, restándole importancia.
— Últimamente andas muy distraído y sonriente, tu madre asegura que estas enamorado, he intentado hacer todo para que no te interrogue, pero si sigues actuando así me será imposible —confesó el mayor de los dos, manteniendo su mirada fija en la carretera.
— Es ridículo, ni siquiera estoy interesado en lo más mínimo por alguien ¿cómo se supone que puedo estar enamorado? —dijo Emilio frunciendo el ceño, pues no es nada probable lo que aseguraba su madre, no había convivido con nadie que no fuera su familia, Taner y el castaño. Y por supuesto que no tenía sentimientos por ninguno.
— Sabes que no soy de meterme mucho en tus relaciones amorosas, como tu madre —comentó Manuel causando la risa de ambos, pues lo que dijo era verdad— Pero quiero que sepas que yo te apoyare con quien quieras tener una relación.
— Muchas gracias papá —susurró el rizado con una sonrisa— ¿Entonces ya tengo tu autorización para conseguirme una sugar mommy? —bromeó, soltando una carcajada al ver la expresión de su progenitor.
— Contigo no se puede tener una platica seria Emilio —mencionó mientras intentaba aguantarse la risa, por las ocurrencias de su hijo.
— Lo lamento, pero me fue imposible no decirlo —suspiró el rizado— Ya hablando en serio gracias, por apoyarme siempre y por supuesto por llevarme a la casa de Joaquín, no quería molestar a Taner.
— No es nada, además no tenía nada que hacer —dijo.
El resto del viaje, se mantuvieron en silencio total. Cuando Manuel estaciono el auto, ambos se sorprendieron al ver la gran casa frente a ellos.
— Wow, esa si es una gran casa —susurró el mayor de los dos, el rizado asintió— Anda ve a tomar tus tutorías.
Emilio se bajó del auto aún sin decir una palabra, solo movió a su mano en señal de despido a su padre, quien se fue de inmediato. Seguía muy sorprendido, él claramente ya esperaba una muy bonita casa, en primera por que el dueño era un arquitecto. Pero jamás se imagino que fuera tan grande.
Aún un poco en shock el rizado camino hasta la entrada, pero antes de tocar el timbre decidió sacar su teléfono para ver la hora, dándose cuenta de que aún faltaba media hora para la hora acordada. Al parecer salió demasiado temprano de su casa, pero quería llegar a tiempo y la casa de Joaquín le quedaba demasiado lejos.
Algo dudoso Emilio tocó el timbre, unos momentos después la puerta fue abierta por un hombre alto con varias canas en su cabello rizado, de inmediato noto el parecido con su tutor por lo que dedujo que era el Adán Vicario el padre.
— Hola, señor, soy Emilio y vine a recibir tutorías de su hijo —dijo el rizado con una pequeña sonrisa.
— Sí me menciono algo de eso, pero me comentó que sería a las diez y según yo aún falta —murmuró el señor mirando su reloj.
— Lo sé, pero al parecer no medí mis tiempos y llegué temprano —musitó apenado.
— No te preocupes, pasa —mencionó Adán haciéndose aún lado para que el joven pasara, cerrando la puerta después— Escuché que bajo hace rato, así que debe estar desayunando, ayer no comió mucho por lo que debe tener hambre.
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Touchdown
FanfictionUna lesión obligó a Emilio a dejar lo que más disfruta hacer y lo que le dará el poder de ir a la universidad, el fútbol americano. Aunque gracias a eso pudo interesarse en alguien muy diferente a lo que está acostumbrado; dándole la oportunidad de...