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Cuando Adán le confirmo a Joaquín que se iría de viaje desde el viernes, le fue imposible no sonreír y de inmediato pedirle permiso para que el rizado se quedara esos días en la casa, para que según no se sintiera tan solo.

— No pienses que me creo tu cuento de que solo para no sentirte—dijo Adán— Usen condón, deben cuidarse de las infecciones.

— No siquiera son tan efectivos, yo salí de uno roto —bromeó un poco el castaño, ya que el hablar de su vida sexual con su padre no era muy cómodo que dijeran.

— El mejor error que pudo haber pasado —susurró Adán sonriendo ampliamente, abrazando a su hijo para darle un beso en la frente.

Joaquín solo rio sintiéndose muy feliz, por tener un padre tan bueno.

— ¿Ya decidiste respecto a mi propuesta? —pregunto el castaño.

— Si, no creo que sea una buena idea el que me vaya contigo a la universidad, ya tienes tu departamento allá, es momento de que vivas nuevas experiencias, además solo habrá cuarenta minutos que no separen —comentó Adán.

— Está bien, pero prométeme que te darás una oportunidad con Jennifer, se ve que ella te adora —musito Joaquín, al recordar como la compañera de trabajo miraba a su padre.

— Veremos —susurró Adán no muy convencido.

Cuando Joaquín le comentó al rizado que lo invitaba a su casa el fin de semana sonrió, pero cuando le contó toda la situación de que estarían solos, comenzó a besarlo, mientras sonreía ampliamente.

Su relación estaba más que bien, desde que hablaron, estaban mucho más cariñoso de costumbre, el castaño siempre iba a las prácticas de Emilio, además de estar casi todo en día juntos y hacer la tarea en casa de alguno de los dos.

[...]

Hace algunos momentos Joaquín había dejado y despedido de su padre en el aeropuerto, honestamente había sentido un poco de nostalgia, pero regresaría en unos días. En cuanto bajó de su auto sintió unos brazos a su al rededor, besando su cuello suavemente.

— ¡Emi! Se supone que pasaría por ti —dijo el castaño riendo, por las cosquillas que sentía.

— Quise darte la sorpresa, pero cuando llegué no te encontré —comentó Emilio, abultado sus labios.

— Fui a dejar a mi padre al aeropuerto —musitó Joaquín sonriendo ampliamente— Entremos, tenemos muchas cosas que hacer.

El castaño llevó a su novio a su habitación para que dejara la mochila que traía con ropa y demás. Pará después abrazarlo por la espalda.

— ¿Qué quieres hacer? — intrigó Joaquín.

— Quiero meterme a la alberca contigo, podemos pasar una tarde increíble —mencionó Emilio formándose para ver de frente a su novio— Te prometí que la disfrutarías.

— No tendré sexo en la alberca —murmuró el castaño.

— Jamás dije que lo tendríamos, me refería a abrazarnos, besarnos y pasar un rato juntos —dijo el rizado, con una sonrisa.

Joaquín se sonrojó demasiado, iba a caminar al baño para colocarse su traje de baño, pero lo detuvieron.

— Ya nos vimos desnudos, así que no hay necesidad de que te cambies en otra habitación —musitó Emilio.

El castaño se sonrojó aún más, llevó sus manos a su playera para quitarla, siendo seguido por su novio. Rápidamente ambos quedaron completamente desnudos, sin poder evitarlo se quedaron viendo el cuerpo contrario, admirando lo bien que se veía.

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