11. Verdades a la luz.

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— Usted no se queda atrás, Villa. — dijo el de sombrero riendo.

— ¿Qué? ¿Ahora yo que hice? — dramatizó.

— ¡Que no hizo! — dijo el de gafas.

— ¡Ay, Villamil! Dígame que no hizo nada malo. — advirtió el manager.

— No, no hice nada malo.

— Solamente estuvo abrazando a Erika todo lo que pudo. — dijo Martín acercándose a los demás.

— ¿Cómo? — preguntó Malaver sorprendido — ¿De qué tanto me perdí?

— No se perdió de nada interesante. — dijo Villa evadiendo el tema de Erika puesto que se ponía nervioso.

— Villamil, usted pasó abrazando a Erika, ¿le parece que no es interesante? — dijo el manager con obviedad.

— Ya, no lo molesten, no ve que se sonroja "papi". — dijo haciendo comillas con sus dedos.

— Grac… ¡Isaza! — dijo Villa.

— ¿Ocupa que le ayude en algo? — preguntó riendo.

— Con ustedes no se puede, mejor ya me voy. — se levantó del sofá.

— ¿Le gusta Erika? — preguntó el de gafas arqueando una ceja.

Villamil ya iba para su habitación, pero al escuchar la pregunta de su amigo se volteó y los cuatro lo miraban expectante.

— ¿Qué? No, claro que no.

— ¿Entonces por qué se sonroja? — preguntó Martín aguantando su risa.

— Ya mejor vaya, Villamil. — dijo Pedro.

— Gracias.

Villa se dirigió a su habitación totalmente sonrojado por los comentarios de sus amigos.

Con Yisley y Erika

Salieron del departamento y se dirigieron al centro comercial, al llegar fueron a la tienda que frecuentan.

— ¿Qué te parece esta blusa? — preguntó la castaña.

— Está muy linda, mira este pantalón.

— También está muy lindo.

Las amigas continuaron escogiendo las prendas y luego salieron de la tienda con algunas bolsas.

— ¿Vamos al cine? — preguntó la pelinegra.

— Vamos.

— Aún no me creo que pasamos casi un día completo con Morat.

— Es que es increíble, son geniales.

— Sí, y mucho más con lo que pasó entre tú y Marto.

— Fue lindo, pero nada comparado con lo que pasó entre tú y Villa, es que ¡Juan Pablo Villamil Cortés estuvo abrazando todo lo que pudo a mi amiga! — exclamó la castaña.

— Sh. — pone su dedo índice sobre sus labios — Te pueden escuchar.

— Pero nadie sabe quién es Juan Pablo.

— Yisley. — dice arqueando una ceja.

— Bueno, probablemente si sepan quién es. — dice sonriendo y encogiéndose de hombros.

Al llegar al cine compraron lo que cada una iba a comer, seguido a esto entraron a un pasillo donde las paredes eran rojas y tenían las películas próximas a estrenar.

Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora