23. Viaje repentino

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Narra Yisley

Estaba sentada en la sala del departamento con  mi amiga, viendo entrevistas de los chicos, que a decir verdad eran bastantes graciosas, habíamos hecho el aseo del depa juntas, mientras escuchábamos canciones de Morat. Estábamos tranquilas, hasta que a mi celular empezaron a llegar varias notificaciones de Instagram, y todas de la misma persona.

— ¿Quién es? — preguntó confundida.

— Laura. — respondí con una media sonrisa. 

— ¿Laura? — asentí — ¿Qué te dijo?

— Que por mi culpa Martín terminó con ella, que me metí en su relación y bla bla bla.

— Pero sabes que no es cierto, Martín te lo dijo.

— A veces dudo de eso, ella tiene razón.

— Claro que no tiene razón, Martín dijo que no fue tu culpa. .

— A mí no me importa lo que haya dicho Martín, Laura tiene razón, por mi culpa terminaron.

— Debes entender que no fue tu culpa, solo lo hace para que te sientas culpable.

— Sea lo que sea, fue mi culpa, ¿me podrías entregar la carta? Por favor.

— ¿Para qué?

— No quiero que se la entregues a Martín.

— ¿Por qué? ¿Qué decía esa carta?

— Puras tonterías.

— Tonterías que sentías en ese momento, porque si no fuera por eso, no la habrías escrito.

— Ya no importa, solo dámela, por favor.

— De acuerdo.

Narra Erika

Me levanté del sofá y me dirigí a mi habitación, saqué la carta del sobre y puse en él una hoja en blanco, sea lo que sea que quiera hacer, no lo permitiré.

Salí de mi habitación, esta vez debía fingir muy bien.

— Toma. — le extendí el sobre.

— Gracias. — lo empezó a partir en muchos pedazos, hasta que quedó hecho trizas.

— ¿Qué hiciste?

— Solamente me deshice de la carta, no quiero que él la lea. Gracias por todo. — me abrazó y luego se dirigió a su habitación.

— ¿Qué haces?

— Haciendo mis maletas.

— ¿Por qué o qué?

— Me regresaré a Costa Rica mañana, a primera hora.

— Pero aún quedan dos semanas.

— Lo sé, pero no me puedo quedar más tiempo. Lo lamento, pero solamente quiero regresar a casa, no quiero seguir pensando en Martín.

— ¿Piensas que por irte a Costa Rica dejaras de pensarlo?

— Así es.

— Estás mal.

— Probablemente, pero ya no hay marcha atrás.

Salí de su habitación y me dirigí a la mía, necesitaba que Martín estuviera al tanto.

— Bueno. — escuché a Martín del otro lado.

— Martín, crees que haya posibilidad de venir a México.

— ¿Por qué?

— Es Yisley, está a punto de hacer una locura, ¿crees poder venir?

— Sí, claro, voy a hablar con Pedro y los demás.

— De acuerdo, gracias.

— Gracias a ti por avisarme.

Colgué la llamada y me puse a ver una película, mi amiga seguía haciendo sus maletas.

Colombia

Narra Martín

Me apuré para conseguir un vuelo, no sabía que tipo de locura quería cometer Yisley.

— Papo. — dije tocando la puerta de su habitación.

— Pasa.

Ingresé a la habitación y me senté en una esquina de su cama.

— Necesito ir a México.

— ¿Por qué? — preguntó confundido.

— Es Yisley, su novia me dijo que si puedo ir.

— Aún no es mi novia, pero espero que pronto lo sea.

— También espero que Yisley pronto acepte ser mi novia.

— ¿Ya habló con ella?

— Sí, se siente culpable, cree que por culpa de ella Laura y yo terminamos.

— Pero explícale que no fue por eso.

— ¿Crees que no lo hice? Le expliqué, y me pidió tiempo, estoy dispuesto a esperarla el tiempo que sea necesario, solo quiero que estemos juntos.

— ¿Entonces qué espera? Vámonos ya para México.

— ¿Vámonos?

— Sí, vamos a preguntarle a Pedro, no crea que me voy a desaprovechar la oportunidad de ver a Erika.

— Bueno, vamos.

Salimos de la habitación y nos dirigimos a la sala, ahí estaban los demás.

— Pedro, ¿cree que haya posibilidad de que nosotros dos vayamos a México?

— ¿Qué tienen que hacer?

— Tengo que arreglar unos asuntos, Villamil solo me va a acompañar.

— Si pueden, solo no hagan ninguna bobada.

— No haremos nada.

— Yo les consigo el vuelo, vayan a hacer sus maletas.

— ¿Podemos ir nosotros también? — preguntaron mi hermano e Isaza al unísono.

— ¿Y ustedes qué tienen que hacer?

— Yo quiero ver a Nath.

— Y yo a Monse.

— De acuerdo, vayan a hacer sus maletas. Nos vamos ahorita.

— ¿Nos vamos?

— Sí, prefiero acompañarlos, yo me quedo en el hotel y ustedes hacen lo que tengan que hacer.

— Está bien, gracias. — dijimos al unísono.

Me dirigí a mi habitación y alisté mi maleta, no me tardé tanto.

[…]

Pedro consiguió el vuelo, por lo que ya habíamos llegado a México, le pedí a Erika la dirección de su departamento y junto con Villa nos dirigimos ahí. Era media noche, pero no podíamos esperar.

Tocamos el timbre y Erika nos recibió.

Destino inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora