La Lucha

151 7 0
                                    

Podía escuchar mi corazón retumbar en mi pecho y mi mente aún no asimilaba lo que acababa de suceder, mi mandíbula temblaba tensionada y su risa seguía tan gélida y fuerte que al final terminó sacándome del shock.

-Lux: ¿Q.. qué hiciste? Los mataste... ¿P.. por qué los mataste?- mis palabras salían tensionadas y tan frágiles como un suspiro.

Sylas seguía riendo, entonces puso su pie en la cabeza de un guardia que yacía muerto en el suelo, lo pateó tan fuerte que algo dentro de mi explotó.

-Lux:  ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? LOS MATASTE- dije estás palabras gritando mientras me encontraba aún en el suelo, mi voz sonaba quebrada y mi rabia se comenzaba a manifestar.

Sylas detuvo su acción y volteó a verme sin expresión alguna, se volteó y comenzó a caminar en mi dirección, se detuvo justo a unos pasos de llegar a mí, me miró desde lo alto y su voz salió de manera serena.

-Sylas: ¿En serio me preguntas el porqué?- se detuvo un segundo para que respondiera a su pregunta, pero como no lo hice prosiguió.

-Sylas: Luxana qué estas personas murieran no es mi culpa, es culpa de tu rey que les sembró el odio hacia los nuestros, los cimientos de esta ciudad están basados en el resentimiento, la codicia, la violencia y la desigualdad. Esta ciudad y esta gente no son menos que escoria, todos están dispuestos a morir por un rey que los tiene miserables e ignorantes, se creen superiores a los magos cuando en realidad los dones son concedidos a los elegidos, somos más fuertes que ellos y por eso nos temen, pero se olvidan de que también somos humanos y no basura-

Me miró por unos leves instantes y luego sonrió mientras me extendía una mano para ayudarme a levantar.

-Sylas: Luxana se que eres una buena persona y no quieres seguir viendo a los tuyos tras las rejas, es el momento de cambiar a demacia desde sus cimientos, hoy por fin soy libre y los demás magos también lo serán.-

Sabía que lo que decía no era del todo errado, pero en algo estaba mal, la gente no debía pagar lo que la jerarquía hacía, además de que el príncipe Jarvan al igual que los demás reyes velaban por su gente, los magos eran los únicos que no eran admitidos en demacia, tanto poder podría ser un peligro para otros y eso es lo que Sylas era en ese momento un peligro, yo sabía que si permitía esto mucha sangre se derramaría así que no podía hacer nada más que luchar.

-Lux: morirán muchos, entre ellos gente inocente que no se pondrá en contra de su rey- dije estás palabras mientras le daba un golpe seco a la mano de Sylas y me levantaba.

El cerro su mano en el aire y su sonrisa desapareció, sus ojos mostraban frustración.

-Sylas: a veces hay que hacer sacrificios por un bien mayor, no te puedo prometer que no habrán bajas, pero sí que haré el menor daño posible.

-Lux: eso solo quiere decir que tengo razón y no pienso permitirlo, así que detente ahora o me veré obligada a enfrentarte.- mis manos comenzaron a iluminarse en forma de amenaza.

Sylas apretó las manos y dio un gruñido con molestia.

-Sylas: así que después de todo has elegido el bando de los que te aborrecen- 

Él suspiro pesadamente y luego golpeó el suelo del estrado, el cual estaba ya bastante maltratado, en un segundo todo comenzó a derrumbarse a mis pies y caí entre los escombros, algunas rocas grandes atraparon mi pierna, sentí una punzada nada más pues la adrenalina no le daba cabida al dolor, él quien había salido sin un rasguño de aquella caída caminó hacia mí y luego se agachó a mi altura.

-Sylas: si esa ha sido tu decisión entonces está claro que nos enfrentaremos, pero no ahora, niña has elegido tu camino, espero no nos volvamos a encontrar.- con estas palabras salió corriendo hacia la cárcel de demacia y yo seguía atorada, no podía usar magia porque probablemente me lastimaría más a mi misma y no era el momento para andar con una pierna rota, tras 15 minutos de quitar piedra tras piedra comencé a marearme y por unos minutos sentí la fría nada que me rodeaba acompañada de la oscuridad en la que había caído, me había desmayado.

TRES CAMINOS UNA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora