la negociación

135 4 1
                                    

Creía que estos días de viaje habían sido eternos pero nada comparado con el suplicio temporal que sentí al tener que tragarme tres comidas de ese horrible centro de recuperación, definitivamente jamás en mi vida me volveré a quejar de comer carne seca.

A la salida del hospital, la sheriff caitlyn vino por mi, me llevo a la estación para darme las maletas que traía y me dijo que me guiaría hasta donde estaba el científico Jeyce, yo me alegre, por fin tendría un transcurso normal en esta ciudad ya estaba cansada del miedo constante de terminar en manos de Noxus, aunque aún tenía la duda de cómo sabían ellos que yo me encontraba en este lugar.

-Caitlyn: señorita Luxana quiere refrescarse en mi casa entes de partir a ver jayce-   yo me sonroje, ¿acaso olía mal? es cierto que no había tenido tiempo de tomar un baño desde que llegué a Zaun, así que asentí con la mirada hacia el suelo,  caitlyn trato de contener una risa pero no pudo, entonces me tomó del brazo y me llevó hasta su casa, yo enrojecí aún mas, sentía vergüenza de pensar que estando tan cerca le olería aún más mal.

Cuando llegamos a su hogar noté que era una mansión hermosa, tenía un estilo muy moderno al igual que el resto de la ciudad, los muebles eran de acabados en madera y muy detallados las paredes eran color marfil, tonos blancos y dorados con matices cafés se podían distinguir por todo el lugar, aunque aparte de aquello se le podía ver una decoración un tanto salvaje con retratos por doquier de lugares llenos de naturaleza y animales que no podía distinguir, pero para ser honesta lo que más me impresionó fue una habitación aledaña a la sala que tenía la puerta entre abierta y en ella pude distinguir varios animales colgados en la pared, parecían ser monstruos inmensos, definitivamente eran los trofeos de una impersionante caza.

Al llegar a la habitación de caitlyn, la cual por cierto estaba tan inmaculada y perfecta como la apariencia de su dueña, ella me señaló el baño de al lado, yo tomé mis cosas y le agradecí su amabilidad, ella solo sonrió y me dijo que usara lo que necesitase y que me esperaba abajo una vez terminara,   realmente extrañaba las duchas calientes, era refrescante, definitivamente mucho mejor que el barco en el que había viajado por tantos días, era la complacencia misma estaba realmente feliz, pero al bajar mi mirada en la tina volví a ver el brazalete, no podía perder mi objetivo, tenía que ayudar a mi nación y cumplir mi promesa a Ekko, no tenía mucho tiempo para relajarme por más que el agua estuviera deliciosa.

Tomé mi armadura la cual ya extrañaba, me vestí rápido, peine mi cabello sin mucho cuidado y baje lo más pronto posible para encontrarme con caitlyn la cual se encontraba en su sala leyendo aquel libro que tenía en las manos cuando la ví por primera vez enserio era una chica muy bella, impresionaría a cualquier persona, cuando notó mi presencia me miró por encima del libro y alzó sus cejas.

-Caitlyn: vaya eso fue rápido, creí que tardarías un poco mas- dijo con una sonrisa en su rostro.

-Lux: aunque el agua estaba deliciosa no dispongo de mucho tiempo, así que lamentablemente creo que debo marcharme ya a ver al señor jayce- después de estas palabras ella miró su libro unos cuantos segundos más y luego lo cerro delicadamente, me dijo que dejara mis maletas y que sólo llevara lo necesario así que tome un pequeño bolso de correa y metí allí la carta aunque ella no lo notó,  entonces  al ver que yo ya estaba lista se levantó de su sillón camino a hacia la entrada y me abrió la puerta para invitarme a salir y salir ella también.

Caminamos por 15 minutos tal vez, pero a diferencia de mis largas charlas con ekko caitlyn no decía ni una sola palabra, el ambiente era sereno y calmado, aunque a mí me hacía sentir algo incómoda, me distraje tanto en mis pensamientos sobre las locas historias de Ekko que me tropece, caitlyn me agarro de la cintura  para no dejarme caer y me preguntó si estaba bien yo le respondí que si algo ruborizada por mi torpeza, entonces alguien se paró frente a nosotras a mitad de la calle, era una chica de cabello rosado y corto con un tatuaje en su rostro, tenía grandes guantes de metal en sus manos y una mirada muy seria que se posaba sobre mi, la verdad parecía molesta con mi presencia.

TRES CAMINOS UNA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora