Jungkook y Jimin creen que su amor se a terminado, y tristemente deciden acabar con su matrimonio y firmar el divorcio.
Su hijo, quien aún tiene esperanza en ellos y no los quiere separados, les propone un último viaje como familia dejando a ambos s...
La casa estaba más silenciosa que nunca, parecía que ni un alma habitaba ese hermoso hogar.
Uno creería que el hijo de la pareja estaba deprimido por la separación de sus padres, pero era lo contrario, pues sabía perfectamente que ellos aún se amaban con locura.
El pequeño Soobin se repasaba una y otra vez aquel plan que se había ideado, sus padres no iban a divorciarse de eso estaba muy seguro. Entendía que no estaban bien ahora, pero también entendía que ninguno había tenido la oportunidad de hablar, de liberar todo lo que se guardan.
Salió de su habitación con todo ya decidido, busco a su papá Jungkook, sabía que estaba en el comedor y a juzgar por la cara que tenía, pudo adivinar que se lamentaba por algo.
— Hola papá — Lo saludo fingiendo tristeza. Volteo a ver a su pequeño travieso, ese hermoso niño que les trajo mucha felicidad a sus vidas — ¿Te pasa algo? Te vez muy pensativo.
— No es nada... — Le sonrío y revolvió un poco sus cabellos. Dios, le dolia demasiado, fueron tan felices algún tiempo, no entendía como llegaron a ese punto. Aún seguía matándose en el interior por lo ocurrido la otra noche — ¿Quieres pedir pizza? Creo que tu papá va a tardar más.
El menor había sido llamado al teatro para comenzar con la organización de una nueva obra, era el mejor bailarín que tenían así que lo necesitaban de nuevo en los escenarios.
— ¿Puede ser de extra queso? Así si me lleno.
Sonrió y asintio — Claro, con extra queso será — Se puso de pie para tomar el teléfono de casa y marcar a la mejor pizzeria de la ciudad, mientras su pequeño hacia de las suyas.
Era listo, muy listo. Se escabuyo por el comedor y fue hasta el pequeño estudio que tenía su papá en casa, sabía que sus padres vivieron una hermosa historia romántica en el extranjero, sabía que se habían conocido desde muy jóvenes y se enamoraron cuando volvieron a reencontrarse. Todo fue tan mágico, tan maravilloso.
Jungkook había pintado unos cuantos cuadros de esos hermosos momentos, de cuando se vieron por primera vez y de todo lo que pasaron juntos mientras sus corazones se unían. Y todos esas preciosas pinturas las mantenía en su estudio de casa porque eran su gran inspiración.
Soobin nunca había entrado a ese estudio, así que se asombro demasiado al ver cada pintura colgado en la pared. Justo el mejor sitio del lugar estaba un deslumbrante retrato de Jimin, Jungkook había retratado la belleza que sus ojos venían todo los días, la belleza del hombre que amaba.
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(Pintura de Jimin en el estudio de Jungkook. Créditos al increíble artista)
Quedó impactado, pudo sentir el gran amor que su padre Jungkook le tenía a su papá Jimin. Era algo único.
Tomó fotos a los cuadros que mostraban lugares, paisajes que sabía no eran de Corea, busco alguna otra cosa que pudiera decirle dónde se habían conocido sus padres y cuando tuvo lo que necesitaba volvió corriendo al comedor.
— ¿Van a tardar mucho? — Llegó justo cuando Jungkook había agradecido y colgado. Este lo miró con una sonrisa.
— No tardarán mucho, podemos hacer algo juntos mientras esperamos ¿Qué te gustaría hacer?
— ¿Podemos pintar algo? — Le pido con toda la ilusión destellando en sus ojos. Todo el arte le fascinaba, al igual que a sus padres.
Sonrió tan contento por escuchar aquello y ver esa dulce carita — Claro que si pequeño, volveré enseguida.
Fue hasta su estudio para traer su libreta, muchos lápices y colores, unos lienzos nuevos, pinturas y una base para los lienzos. Desde que adoptaron a Soobin ha deseado pintar junto a él.
Volvió con todo aquello y se acomodaron en la sala, le enseñó que primero debían tener algún boceto de lo que querían pintar o si quería podían directamente hacerlo, pero prefirieron dibujar algo primero.
Su pequeño había nacido con ese talento que el mayor posee, aunque solo tiene doce años ha demostrado ser tan talentoso en muchas cosas, como su papá Jimin.
Se la pasaron entre risas intentando dibujar algo perfecto, y comiendo pizza cuando por fin llegó, cuando tuvieron el dibujo perfecto se pusieron a pintarlo sobre el lienzo. Jimin llegó justo cuando terminaron de pintar, ambos necesitaban un buen baño para limpiarse toda la pintura.
Aunque las cosas entre ambos mayores estaban incómodas, pasaron una linda tarde viendo televisión y admirando esa obra de arte que había hecho su pequeño.
Podian fingir ser felices, podían serlo para su pequeño.