El Acuerdo

2.6K 144 42
                                    

Vegetta caminaba por el pasillo de los dormitorios para alfas en el edifico cerca de la Universidad. No pensaba mientras recorría puerta tras puerta. Era de madrugada, demasiado noche para que alguien estuviera rondando. Los más inocentes estarían dormidos y los más ladinos estarían demasiado ocupados para estar afuera de su cama. Solo pedía a los Dioses que su objetivo al menos estuviera en un punto intermedio, que aunque sea por esta noche no estuviera enrollándose con alguna de sus tantas conquistas.

Fue hasta el final del pasillo donde dormía.  Al ser el consejero de aquel piso dormía solo, convenientemente, pensó Vegetta, mientras repasaba la vista por sus clásicos pantalones de vestir color caqui, su camisa con los dos primeros botones desabrochados y su cabello peinado con gel de tal forma que ni un solo pelo se saliese de su lugar.

Se echó para atrás sus lentes e inhalo fuertemente antes de abrir la puerta, al girar la perilla dio un paso para ver a Rubén Doblas, recostado en su cama con un brazo sobre su cabeza, leyendo un libro. Vaya esto si era inusual, pensó Vegetta por un segundo, pero la vista de su abdomen desnudo, demasiado bien formado, lo distrajo lo suficiente como para tomar en cuenta que quizás el hombre más popular de toda la Universidad podía leer más de dos páginas seguidas.

Él lo miro con el ceño fruncido. Por primera vez, desde que salió de su edificio a unas cuadras de ahí, sintió pánico, y olvido por un momento las líneas ensayadas de su proposición. Era descabellado, absurdo e indigno hasta cierto punto, pero estaba harto y era incapaz de pensar en nada más. La siguiente semana había un receso antes de los exámenes finales, y Vegetta no estaba dispuesto a llegar a tal presión antes de su graduación, por lo que había pensado metódicamente en una solución y esperaba que el Sr. Doblas fuera lo bastante poco escrupuloso como para aceptarla.

-¿Te equivocaste?- Inquirió en tono burlón el dueño de la habitación, sin moverse ni un milímetro de la comodidad de su cama.

-No, de hecho no- contestó Vegetta cerrando la puerta.

Rubén frunció el ceño y se enderezo. No es como si aquel omega pareciera un loco o un psicópata, pero debía asegurarse.

-Bien, en ese caso, ¿en qué te puedo ayudar?- preguntó, poniéndose la camiseta.

-Tengo una proposición que hacerle- Vegetta se golpeó mentalmente, estaba tan nervioso que le había hablado de usted. Definitivamente adiós empezar con una buena impresión.

-¿Hacerle?- preguntó Rubén sentado en la orilla de la cama-. Eso podría herir a alguien, ¿sabías?- Expresó con tono burlón-. Ahora, quisieras decirme ¿qué proposición? Hablándome de tú, si no le molesta, señor- siguió con la burla mientras Vegetta torcía los ojos.

Rubén lo miró por unos segundos, tratando de adivinar quién era, no recordaba haberlo visto o conocido, tal vez era una de los muchos chiquillos recién ingresados que habían oído todos los rumores sobre él. Ahora venía una propuesta de amor o una invitación a salir.

-Si lo prefieres… Como decía tengo una proposición que hacerte- repitió Vegetta, tratando de encontrar el valor para pronunciar las palabras en voz alta. Tuvo el leve impulso de salir de ahí, olvidarse de todo, pasar los exámenes, graduarse y después ver como resolvía su pequeño problema. Pero luego recordó que ese era el punto medular del asunto, siempre huía, siempre se alejaba de la gente.

-¿Crees que pueda ser hoy, sabes a estas horas regularmente la gente duerme?- susurró Rubén con una sonrisa de modelo.

Sin pensarlo, Vegetta caminó y se sentó en la orilla de la cama, a su lado. Rubén se tensó y Vegetta desvío la mirada, definitivamente esto había sido mala idea, pero ahora ya no había vuelta.

🔞Acuerdo Perfecto🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora