Mi Territorio

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-Me gustan tus ojos- susurró Vegetta contra los labios de Rubius.

Estaban acostados en la cama, con el amanecer comenzando a entrar por la ventana, se habían despertado y acomodado uno frente al otro. No habían dicho nada hasta este momento, por primera vez, no había bromas al despertar, nada por unos minutos. Sólo sus miradas, sin que ninguno de los dos se fijara en nada más.

-Y a mi los tuyos- respondió Rubius mientras acariciaba su cuerpo suavemente.

Estaban tan cerca que sentían su respiración, sus piernas estaban entrelazadas. Mientras Rubius recorría la espalda de él, su cintura, su cadera y aún más abajo, sólo rozando, sólo disfrutando de la sensación, Vegetta pasaba sus manos por sus pecho y sus hombros.

-Claro, porque lo raro es lindo- murmuró Vegetta con algo de sarcasmo en su voz. Cuando era niño, siempre se burlaron de sus ojos por ser diferentes, le habían dicho que era raro y que a nadie le gustaría estar con un ser raro como él. Luego creció, y parecía que eso que le habían dicho se cumpliría... hasta que llegó Rubius, quién ahora lo miraba sonriendo.

-Llámame extraño, no me importa. Me fascinan tus ojos, dejan ver a la persona que se esconde de todos- contestó rozando su nariz con la de él.

-¿Eso lo dice "Rubén Doblas"? Si se trata de esconder, estamos a la par- se burló el omega y Rubius lo apretó aún más contra él.

-No te puedo esconder nada... ya no- murmuró, pues él sabía que esto era lo que quería, simple y llano.

Despertarse con él, después de haber dormido juntos, después de un gran sexo, después de un día de bromas y de apoyo. Porque el omega había estado cuando él lo necesitaba, el omega había notado cuando algo le molestaba, porque el omega fue el único que se interesó en conocerlo de verdad.

-¿Cómo eras de niño?- susurró y Vegetta sonrío, su corazón nada más latía fuerte de escuchar su voz. Aún no podía entender como llegó a quererlo tanto, hace una semana exactamente ellos apenas y se habían visto. Peor aún, Vegetta estaba seguro que Rubius jamás lo había notado. Él jamás se preocupó porque el "Playboy" de la Universidad no lo mirara. Si no lo hacían otros, él no debía ser la excepción. Pero ahora, recostado junto a él, Rubius rasgaba pedazos de su vida como queriendo saberlo todo, mientras él se sentía desnudo, cuerpo y alma a la vez.

-Un poco peor que ahora- bromeó Vegetta mientras Rubius rodaba los ojos-. No lo sé, era niño, con cuerpo de niño como hasta los 14, los lentes y el cabello no han cambiado, era bastante testarudo...- comenzó mientras Rubius acariciaba su mejilla.

-¿Eras? Permíteme corregirte... eres demasiado testarudo- se burló.

-Muy gracioso- replicó con un mohín y Rubius lo besó suavemente.

-¿Qué más?- insistió.

-No podía dar varios pasos sin encontrar algo que me hiciera caer. Mi mamá intentó que estudiara ballet a los 6... la maestra terminó diciendo que no quería más escenografías rotas, después de mi primera "presentación"... lo que fue un alivio, parecía un panda con leotardo, era un desastre de niño...-terminó mientras él levantaba su rostro.

-¿Un panda en leotardo?, no lo creo...debiste verte precioso- murmuró.

-Adulador... ¿Sabés? No tienes que ser encantador, al fin de cuentas ya estoy en tu cama, ¿cierto?- bromeó él y Rubius lo acercó serio, casi hasta que quedara arriba de él, Vegetta jadeó y lo miró mientras él permanecida sin expresión.

-¿Eso crees...? ¿Qué todo es por esto?- murmuró mientras movía sus caderas haciendo que sus sexos se rozaran, los dos se tensaron ante la sensación-. Eres mucho más que eso Veg, me vuelves loco... no es adulación, me encanta tu personalidad, tu impulsiva forma de actuar, tu humor ácido casi insoportable y sí, me fascina tu cuerpo, pero no es sólo sexo- terminó mientras él lo miraba, sus ojos estaban vidriosos pero reprimió las ganas de llorar, el omega habría dicho lo mismo, esto no era solo sexo, ya no, era amor, tan fuerte que le dolía en sólo pensar que algo cambiara.

🔞Acuerdo Perfecto🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora