🔞Acuerdo Perfecto🔞

Cumpliendo

Rubén miró de nuevo a su reloj, no podía creer que de verdad hubiera imaginado que él vendría, ¿o acaso existía? Tal vez, sólo tuvo un mal sueño, una ilusión de pesadilla por mentirle a sus padres. Se sentó en el borde de la cama al lado de su maleta y pasó una mano por su cabello.

Espero más de 10 minutos y nada pasó, su mirada estaba fija en la puerta. Por fin, 20 minutos para las 11 de la mañana, bajó exasperado para tomar un taxi fuera de su edificio, cuando logró parar uno, el chofer bajó para abrir la cajuela, después de meter la maleta cerró fuertemente llevándose una mirada asesina por parte del hombre.

-¿Pretendes llevar mi maleta en tus pies?- Preguntó Vegetta en un susurro provocando que Rubén se volteara con los ojos desorbitados.

-Llegas media hora tarde- siseó logrando que él rodara los ojos por primera vez en el día.

-Acabas de salir- observó, a la vez que le indicaba al chofer del taxi que abriera de nuevo la cajuela, el hombre los miró perplejo y abrió de nuevo el auto.

-Te estaba esperando- replicó Rubén, señalando al edificio.

Vegetta se río y Rubén bufó mientras lo ayudaba a subir su maleta.

-¿Y para qué subiría mi maleta hasta tu dormitorio? ¿No crees que es ilógico? Llegué aquí a las 10, tu elegiste esperarme allá- se burló Vegetta, al tiempo que cerraba la cajuela, Rubén iba a rebatir mientras él se dirigía a una de las puertas traseras del auto, ahora llevaba su cabello sin gel pero muy bien peinado, una camiseta de manga larga y unos jeans, casi pasaría como un chico normal, claro, sin contar el acuerdo y todo eso.

-Extrañare esos pantalones- suspiró Rubén en tono dramático.

-Lo siento, están tan deprimidos después de haber sido llamados ridículos- le contestó Vegetta rodando los ojos mientras se subía al taxi, Rubén sonrío y subió después de él.

-Eres odioso, Samuel De Luque- le dijo en tono burlón.

-Y aún así me amas con locura, ¿no es así, cariño?- suspiró sarcásticamente y Rubén sonrío negando con la cabeza.

-¿A dónde?- preguntó el chofer.

-Al aeropuerto...- murmuró Rubén mientras Vegetta secaba sus manos tenuemente en su pantalón, se decía así mismo que aún podía detenerlo todo, pero ¿y después que? Pasaría toda la semana encerrado, tal vez estudiar para los exámenes... ah, si, y quedarse deseoso de un buen polvo. Vegetta reprimió la idea de jalarse el cabello, se comportaba como un completo ninfómano, pero él quería algo más que su triste historia de la perdida de su virginidad, él quería al menos saber algo, cualquier cosa, además de deberes y obligaciones, reglas y escuela. Entrar una semana en el mundo de Rubén Doblas no podía ser tan malo.

Rubén miraba de reojo al extraño chico a su lado, ¿estaría pensando de verdad en proponer pagar por sexo? Él no lo sabía, y para ser sinceros no importaba mucho, un acuerdo era un acuerdo y si él le quitaba a su mamá y hermano de encima, sería una muy, muy buena semana... para ambos.

Al llegar al aeropuerto, se dirigieron a comprar los boletos, se pararon frente a la empleada de la aerolínea y ésta sonrío alternando su mirada de uno a otro.

-Al aeropuerto de Karmaland, por favor- pidió Rubén mientras Vegetta miraba a los lados.

-Claro, dos asientos juntos... ¿cierto?- inquirió ella con una sonrisa picara.

-Cierto- asintió Rubén burlonamente pasando su brazo por los hombros de Vegetta.

-¿Pago en efectivo o tarjeta?- Inquirió la joven y Vegetta respondió casi al tiempo que Rubén.