Viaje de Última Hora

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-Entiendo su postura, Licenciada Kudrock. Pero comprenda que para nosotros, es imposible sustentar esos precios. Su producto está en el auge del diseño interior... si nos permite comercializarlo, podríamos ganar ambas empresas. Está bien... esperare su propuesta. Muchas gracias- Vegetta colgó el teléfono y se llevó las manos al rostro, recargándose en el escritorio, “Relájate, sólo son las hormonas”-. Peque... este contrato me va a volver loco- murmuró en tono bajito, sonriendo al acariciar su vientre, que poco a poco comenzaba a notarse.

-¡Nuestro cachorro va a nacer preocupado por tener una mamá loca, De Luque!- exclamó Rubius en la entrada de su oficina, haciendo que el omega rodara los ojos, sacándole la lengua al verlo. Sin embargo, no pudo reprimir la sonrisa que se formó en su rostro al oírlo decir “nuestro cachorro”, era como si lo que él sentía, el alfa sólo lo estuviera corroborando. Había pasado una semana desde que habían derrumbado la última barrera entre ellos, y ahora Vegetta ya no se sentía más como Samuel De Luque, ahora era parte de Rubén, de él y de su hijo. Muchas veces deseó poder cambiar sus acciones, poder haber hecho las cosas diferentes cuando encontró a Marco y María juntos, ahora entendía que no podía cambiarlas, ahora tenía la oportunidad de disfrutar de su príncipe... burlón y extremadamente gruñón por las mañanas, pero era suyo... para siempre.

Aunque le faltaba un pequeño detalle para hacerlo cien por ciento real. Un detalle que debía analizar minuciosamente, pues no tenía vuelta atrás

-¿Qué pasa, Doblas?- preguntó  mientras el alfa seguía en el marco de la puerta.

Rubius sonrió y bebió la imagen de su futuro esposo, antes de dar el paso más delicado, decirle que se iba de viaje... ¡A días de la boda!

-Te traigo algo- contestó, entrando por fin a la oficina y dejando frente a él, la invitación para su boda.

Vegetta miró la inmaculada tarjeta envuelta en celofán, quedándose sorprendido de lo rápido que se acercaba el día en que por fin sería el esposo de Rubén. Les había dado carta blanca a Lana, Alex y Mónica, librándose casi de todos los enredosos preparativos... tan sólo hace unos días había desistido de la visita a la florería.

Por supuesto que quería que su boda fuera hermosa, pero no dudaba de que ellos se encargarían de eso. Así que los dejó elegir las flores mientras él y Rubius iban a su segunda ecografía. Luzu le había hecho un chequeo completo y le había dicho que todo iba sobre ruedas, le recetó una dieta para fortalecer el peso del cachorro y por fin pudieron verlo por completo.

Jamás podría describir la sensación que sintió al mirar su pequeño cuerpecito en la pantalla, mientras Luzu les iba describiendo las partes que veían. Rubius había tomado sus manos y besado su cabello... su pequeño Rubén, un trocito de él también.

Ahora estaba seguro que se trataba de Él, un niño... bueno, 96% seguro, palabras textuales de su futuro suegro... No había dejado de preguntarse que nombre escogería Rubius para el cachorro, ahora se arrepentía de ese absurdo trato que había hecho con él.

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-¿Quieren conocer el sexo del cachorro?- había preguntado Luzu.

-Si- contestó el omega

-No- le siguió el alfa.

-¿Por qué no, Doblas?- le preguntó confundido.

-Será una bonita sorpresa saberlo cuando lo tengamos con nosotros- había contestado él.

-No... debemos ahorrarnos el quedarnos con ropita rosa o azul- contestó con la primera excusa que cruzó por su mente.

-O podrías comprar ropita blanca o amarilla... colores neutrales- murmuró el alfa, haciendo un ademán en señal de inteligencia.

🔞Acuerdo Perfecto🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora