Hacerte Mío

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Rubius besaba el hombro desnudo de Vegetta mientras él se despertaba lentamente. El alfa jamás se cansaría de su olor, ese olor tan tenue que de día no se llegaba a apreciar pero que de noche podías distinguir perfectamente. Jamás se cansaría del sabor de su piel, de su suavidad, de como se erisaba cuando él lo tocaba. Rubius había estado con muchos omegas, más de los que pudiera recordar, pero él era el único que lo acompañaría siempre en su pensamiento. Si tuviera que compartir su cama con alguien más, sabía que sería opacado por Vegetta. En su mente, cada recuerdo sería mucho mejor que cualquier otra persona, no sabía como, pero debía de haber una forma para alargar esto. Si el omega quería sexo, él estaba dispuesto a dárselo... sin una fecha.

-¿Tengo cara de chupa-chups?- Inquirió Vegetta provocándole una sonrisa, el omega se giró para quedar cara a cara y besó sus labios.

-Siempre tan romántico y delicado- se burló Rubius y Vegetta lo volvió a besar, haciendo que él lo atrajera, aún permanecían desnudos. Vegetta se dió cuenta que extrañaría esto, la sensación de despertar con él, de su cuerpo rozante contra el suyo, pero no quiso pensar en eso, no por ahora-. Si seguimos así no lograras sacarme de la cama- le susurró Rubius mientras él quedaba recostado en su pecho.

-Pues no lo hagas... vamos a quedarnos así- pidió Vegetta besando tenuemente su piel.

-¿Quién eres y dónde esta mi adorado socio?- bromeó y Vegetta le dió un golpe en el estomago-. Es la mejor idea que has tenido, chico listo- continuó mientras lo besaba y comenzaba a acariciar su pecho.

-Me refería a descansar, genio- le murmuró en un tono de voz que pedía más.

-Mmmm- Rubius besó su cuello y comenzó a hacerle cosquillas.

Se quedaron así casi toda la mañana, entre bromas y siestas, besos y caricias furtivas, que sólo excitaban la imaginación. Ambos querían alejarse de la realidad, de una realidad en la cual su tiempo terminaba deprisa y aún no podían aclarar los sentimientos que los embargaban.

Vegetta comenzó a sonrojarse sólo de pensar que nadie tocaba a la puerta, pues sabía que Auron lo esperaría con sus bromas o Lana lo miraría con ese brillo en lo ojos de complicidad y amor maternal.

Rubius acariciaba su vientre, tumbado boca abajo, con los ojos cerrados, Vegetta tenía sus manos en el cabello de él, también con los ojos cerrados. Había mirado su reloj, hace poco que marcaba pasadas de la 1 de la tarde, en realidad llevaban bastante despiertos pero Rubius había cumplido lo que él quería. Vegetta sabía que, de ser posible, se quedarían así todo el día pero había una cosa que tal vez les impediría seguir de esta forma, ya era casi hora de la comida y no habían ni desayunado.

El estomago de Vegetta gruñó bajito, para acentuar su pensamiento, a lo que Rubius sonrío.

-¿Hambre?- murmuró de manera socarrona.

-No, es el ruido que hago con mi estomago cuando ha sido suficiente de la cama- replicó de forma sarcástica, Rubius lo besó lentamente antes de levantarse.

-Hora de comer- sonrío Vegetta, y él le devolvió el gesto.

Vegetta se vistió con un pantalón de pana y una linda camisa que se pegaba a su figura, cosa que no mucha de su ropa hacía. Rubius se encontró mirándolo mientras él se colocaba el gel, ya cambiado fue hasta el omega y envolvió su cintura con sus brazos.

-Linda camisa- susurró a su oído.

Vegetta sonrío y se pusó los lentes, se giró y colocó sus manos en los bolsillos traseros del pantalón de él.

-Lindo pantalón- admitió mientras él sonreía y deshacía su peinado.

-Sin gel- murmuró antes de besarlo, Vegetta se separó mientras le sacaba la lengua.

🔞Acuerdo Perfecto🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora