Rubius observaba a Vegetta dormir.
Hace más de una hora que estaba despierto, poco después de las 2 de la madrugada lo había cargado hasta su habitación, evitando que fuera a resentir el dormir en el sofá, pues se había quedado dormido entre sus brazos después de hacer el amor. Debía admitir que para él no había sido suficiente, pero no lo era nunca... sonrió al considerarse un loco ninfómano. No, no lo era, bueno, al menos, no tanto, era un alfa perdidamente enamorado, que deseaba a su omega, que lo quería proteger y cuidar, que lo adoraba, el que le daría un cachorro, un hijo... su hijo. Su estómago se contrajo, estaba aterrado, debía admitirlo. No sabía que hacer, él jamás se había preocupado por nadie que no fuera sí mismo... Al menos, antes de que un misterioso chico tocara su puerta y cambiara su vida por completo. Su cuerpo se estremecía sólo de pensar que pronto sería responsable de una personita. Aún así, aquello jamás cambiaria nada, ningún momento con su adorado chico...
-Te amo, De Luque- murmuró bajito, antes de acomodar su cabeza junto a la de él, cerrando los ojos un poco dejando que el calor de su cuerpo lo arrullara. Y sin pensarlo, se quedó dormido. No supo por cuanto tiempo, sólo sabía cuál era la razón por la que se había despertado de nuevo... estaba solo.
-¿Vege?- llamó, pero no hubo respuesta, miró la habitación, la puerta del baño, nada... no hubo ningún movimiento-. ¡Vegetta!- insistió mientras se levantaba.
Salió de la habitación mientras oía el trastabillo de varios trastes y después un estruendo seguido de un perturbador silencio. Rubius corrió por las estrechas escaleras hasta llegar al umbral de la puerta de la cocina, Vegetta maldecía en varios idiomas diferentes, estaba recargado sobre el desayunador, casi de rodillas. Rubius fue hasta él y lo atrajo a su pecho.
-¿Estás bien?- preguntó preocupado.
-Si... fue sólo que el mundo dió muchas vueltas- murmuró él, molesto, con los ojos cerrados.
-¿Qué diablos hacías?- cuestionó el alfa, aún sosteniéndolo entre sus brazos. Había sentido como toda su sangre bajaba de golpe, un frío helado recorriendole todo el cuerpo, un atisbo de lo que sería si al omega le pasaba algo.
-Quería hacer unas crepas, Doblas... ¡Y no me hables así!- replicó mientras él lo miraba.
-Me asustaste- susurró el alfa, él le tocó el rostro y sonrió.
-Tonto- murmuró antes de darle un beso suave. Rubius bajó su cabeza y sus ojos lo miraron, de pronto comenzó a reír ya más tranquilo.
-Y antes del mareo... ¿luchaste con la harina?- preguntó en tono burlón.
Vegetta se miró mientras recordaba que cuando el repentino mareo lo atacó, sostenía la bolsa de harina. Toda su camiseta de dormir, que en realidad era del alfa, estaba llena de ella, sus piernas, sus brazos, incluso su cabello. Buscó la bolsa que estaba tirada, casi vacía en el suelo, se sacudió enojado, ahora resultaba que el embarazo lo haría más patoso... ¡Genial!
Levantó la mirada para ver a su prometido sonriente, ya sin atisbo del sentimiento que había en sus ojos hace un momento, se sacudió de nuevo, luego fue hasta él y le lleno el cabello de harina.
-Eso no es jugar limpio- murmuró sonriente, el omega rodó los ojos y le llenó la cara.
Rubius lo atrajo hacia sí y lo besó mientras él llevaba sus manos a su cabello. Vegetta se perdió en sus caricias, en su boca y en la forma en que el alfa lo hacía tan feliz... sólo con detalles insignificantes. Rubius caminó un poco más hasta sentarlo sobre el desayunador, mientras sus ojos se fundían en los del otro y sus respiraciones se encontraban jadeantes. Vegetta lo abrazó más y él besó su cuello suavemente.
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🔞Acuerdo Perfecto🔞
FanfictionEllos llegaron a un acuerdo, parecía que los beneficios mutuos eran suficientes, ninguno de los dos se imaginó más de lo estipulado. Jamás pensaron en ello, no se conocían, al final era solo un buen trato, una solución para sus problemas. ¿El mejor...