Confianza

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-Dime que estoy loco y estoy imaginando cosas- murmuró Vegetta a Rubius de camino a su casa.

-Entonces ambos padeceríamos de locura.

Vegetta se sentía un poco cansado y había declinado de la invitación a cenar de Lana, para dar la bienvenida a los recién llegados. En cambio, habían invitado a Auron y a Mónica a conocer su nueva casa, el domingo por la mañana.

-¿Qué a toda tu familia les gustan los melodramas?- preguntó él y Rubius lo miró con los ojos entrecerrados-. Ya... lo siento, es sólo que me preocupa, ni siquiera se miraban... ¿lo notaste?- continuó él. Rubius apagó el auto, ya en su casa, mientras tomaba la mano de Vegetta.

-Si... y sinceramente, jamás los había visto así. Tal vez... ¿Mónica no quiera pasar el tiempo aquí...? No sé- dijo Rubius algo distraído. Por más que le daba vueltas, la última vez que había hablado con Auron, no había notado nada extraño, su hermano era como el agua, totalmente transparente.

-Doblas, eso fue demasiado sexista- gruñó Vegetta y él lo miró con las cejas levantadas-. Asumes que Mónica tiene algo que ver... en realidad, no sabemos que pasa- continuó Vegetta mientras él le subía los lentes que se habían deslizado por su nariz.

-Okey, esta bien... Tal vez Auron metió la pata- aceptó Rubius y Vegetta le dió un corto beso en los labios-. Se amaban- murmuró Rubius mirándolo.

-Aún lo hacen, créeme, sino Mónica no estaría aquí... Tal vez podamos averiguar algo- dijo Vegetta, mirándolo con una media sonrisa.

-¿Si?- preguntó intrigado.

-Mañana dividiremos bandos... Tu le sacas información a Auron, y yo, a Mónica... así podremos ver cual es la telenovela a la que están jugando- propuso el omega y él lo miró sonriendo.

-¿Hasta cuando vas a hacer de cupido con mis hermanos?- Vegetta le sacó la lengua, rodando los ojos, y se alejó saliendo del auto.

-Espera, Sr. Cupido...- gritó Rubius mientras cerraba las puertas con seguro y entraba a la casa, siguiéndolo.

Cuando al fin subió a su recamara, Vegetta estaba recostado en su reciente nido, hecho de una cantidad ingente de su ropa, llevando sólo su vieja camiseta de la Universidad.

-Esa es mi camiseta, De Luque- murmuró él, sonriendo, comenzando a cambiarse la pijama. Cómo siguiera así el omega, tendría que renovar armario, porque una vez que se lo quitaba, no se lo devolvía.

-Si- murmuró con los ojos cerrados. Rubius lo vió un momento antes de responder, se miraba exhausto, y también, muy hermoso.

-Fuimos a la misma universidad... debes tener la tuya- le bromeó Rubius, recostándose a su lado.

-Me gusta más la tuya... huele a ti- murmuró casi entre sueños.

-Buenas noches, amor- murmuró el alfa con una sonrisa, abrazandolo mientras se acomodaba en el nido que había hecho su omega, junto a él.

Hace unos días, Vegetta llegó de trabajar junto a él, y fue directo a la habitación, sacó la mitad de su ropa del armario y un par de mantas para crearlo. Cuando el alfa entró y lo vió recostado en su cama, en un nido terminado, acurrucado en sí mismo y obviamente estresado, las emociones lo sobrepasaron e instintivamente bañó el cuarto con sus feromonas para calmarlo. En cuanto el omega notó su presencia, estiró una mano y lo invitó a entrar... Desde entonces, el omega y él, se la pasaban en el nido más que en cualquier otro lugar de la casa, les daba paz.

Rubius suspiró con el recuerdo, estaba consciente de que debía hablar con su hermano, que no podía dejar de lado el tema por estar concentrado en su propia felicidad, aquello era egoísta. Auron se había preocupado por él... vamos, hasta le había aconsejado que le pidiera matrimonio a Vegetta, le debía al menos una conversación. Vegetta entrelazó su mano con la suya, aún con los ojos cerrados, y casi dormido, lo que provocó una sonrisa en el alfa, observó su camiseta, había conseguido quitarle otra prenda...

🔞Acuerdo Perfecto🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora