Amor del Bueno

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Rubius vió entrar a su padre, que ya llevaba el pantalón y la camisa del traje sastre, Lana los había traído desde muy temprano, alistando los últimos detalles. La boda sería al medio día, y todos los alfas se habían quedado en la casa de sus padres mientras su mamá se reunía con Mónica y Alex para arreglar a su novio.

De ser por él, ayer hubiera llegado directo a su casa, y habría besado y abrazado a Vegetta hasta que se cansara, ¡qué importaba que hubieran llegado algo tarde a su boda! Pero por primera vez, quería hacer algo bien, y eso incluía, no ver a su futuro esposo antes de la boda.

-Tu mamá me llamó y me dijo que me entregaras el celular- murmuró Luzu con una sonrisa comprensiva.

-Veg ha estado marcando, quiere saber cuando hablaremos con ustedes, si al menos me dejaran hablar con él- contestó Rubius, poniéndose la camisa.

-No te preocupes, tu mamá se encargara de todo- le contestó su padre.

-Eso espero, Vegetta es un omega de convicciones. Él quería hablar con ustedes, y no se rendirá hasta conseguirlo- murmuró Rubius mientras su padre apoyaba la mano en su hombro y lo miraba a través del espejo, frente al cual estaba parado, en la que fue su antigua habitación.

-Sí, otra de las cualidades de tu futuro esposo- concordó mientras Rubius sonreía...

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Lana sonrió al entrar a la habitación de Rubén y Vegetta. Ver al novio de su hijo, sentado en la cama, con una bata puesta y los brazos cruzados, era algo que la divertía sobremanera. Alex y Mónica habían terminado de peinarlo hace poco, su cabello corto lo habían peinado de forma que pareciera tener una corona, la cuál decoraron con hermosas orquídeas. Lana sabía porque Vegetta se empeñaba en hablar con Rubén, pero los novios no podían verse o hablar antes de la boda... ¡Era la tradición! Además, ya era hora de hablar en privado con ese peculiar omega.

-Pareces un niño de cinco años encaprichado- bromeó al entrar, cerrando la puerta.

-Sólo quiero hablar con Rub un minuto- pidió Vegetta.

-Lo verás en poco tiempo- consoló Lana.

-No, Lana... Mira, no es eso... es sólo-  Vegetta trató de explicar, no podía casarse con más mentiras u... omisiones, no quería temer que después los padres de Rubius se enteraran de otra forma sobre aquella mentira del novio de “toda” la Universidad-. Teníamos que decirles algo... antes- murmuró al fin, Lana se sentó a su lado, a la orilla de la cama, y tomó su mano.

-Si te refieres al hecho de que no llevas más que sólo poco tiempo con Rubén, eso ya lo sabemos- susurró Lana mientras Vegetta la miraba sorprendido, y también un poco enojado, Rubius le había prometido que hablarían juntos con ellos-. No me lo dijo él- admitió Lana, bajito, parte mentira, parte verdad- En serio, Vege, ¿creíste que como madre podría creerme el cuento de que mi hijo tenía un novio del que no mencionaba el nombre y jamás parecía extrañarlo o incluso importarle?- siguió Lana, con una sonrisa cálida.

-Lo siento- contestó Vegetta-. No quise mentirte, él no quería defraudarlos y después... bueno, me enamoré- contó.

-Lo sé hijo, y agradezco todos los días que el destino te haya puesto en su camino- aseguró Lana, apretando el agarre de su mano.

-No entiendo, yo soy el que ha ganado todo. Lo gané a él, a mi cachorro, a ustedes. Jamás tuve una... familia tan unida, y ustedes me recibieron... ¿Cómo puedes decir que eres tu la agradecida?- murmuró Vegetta, con las cejas fruncidas, Lana sonrió ante su expresión.

-Vege, eres una persona única, y algo extraño a veces- admitió Lana mientras Vegetta reía-. No estoy diciendo nada que no sea verdad, me devolviste a mi hijo. Aún cuando su relación haya continuado después de la Universidad, pudiste haber decidido no vivir en este... pueblo, y aún así, ambos regresaron. No estás con él sólo buscando mantenerte, como muchas otras lo intentaron... te he visto trabajar, esforzarte, haz sido el confidente de mi hijo menor y el apoyo en el matrimonio de mi hijo mayor... Y si, para que veas que una madre esta en todo...- admitió Lana mientras Vegetta se quedaba sin palabras, sorprendido-. Así que, si me preguntas hijo, no tienes porqué disculparte... De haber tenido un molde para la pareja de Rubén, ese hubieras sido tu- terminó Lana mientras Vegetta luchaba por mantener las lágrimas.

🔞Acuerdo Perfecto🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora