El martes de la segunda semana de octubre, tomamos la decisión de recurrir a los servicios de la detective de institutos y vendedora ambulante de chismes Madison Carlson. Hacía nueve días que Murray intentaba, sin éxito, retomar el contacto con su exnovia, y tocar Wonderwall (muy mal) con la guitarra delante de su casa no había desembocado en la reconciliación que él esperaba, sino en varias llamadas a la policía y una persecución a pie a través de una zona residencial.
Sugar Gandhi, el gran amor de Murray (que había cortado con él al final del curso pasado), se llamaba en realidad Seeta Ganguly. Ignoro si había entendido mal el nombre o si se negaba de buena fe a pronunciarlo correctamente, pero Murray no la llamaba otra cosa que no fuera Sugar Gandhi. Estoy segura al noventa y nueve por ciento de que era un apodo bastante racista, pero la propia Sugar había insistido en que la llamaran así, de modo que, en cierto modo, eso le quitaba gravedad. Por ese motivo, los demás hicimos lo mismo. Su relación no había durado mucho: cinco meses en los cuales Murray aprendió a cocinar biryanis y samosas, y le dedicó muchos estados de Facebook.
Por desgracia, como suele suceder en las relaciones entre adolescentes, su idilio no duró. Seeta le dijo a Murray que sus padres preferían que saliese con un «chico indio» (supongo que se trataba de una mentira muy elaborada, inspirada en la película Quiero ser como Beckham, para no herir los sentimientos de mi amigo).
Desde entonces, Muz intentaba reconquistarla, pero para eso necesitaba un confidente. Aquí es donde intervendría Madison Carlson.
De todas las chicas de nuestro instituto, Madison era la más terrorífica, la más rubia, la más sensual. En su presencia, uno se sentía anulado, porque las tías como ella y los tíos eran criaturas que habían evolucionado en dos niveles diferentes del reino animal. Tenía un número importante de seguidores en Instagram, había diseñadores que le enviaban regalos de vez en cuando, e iba a Nueva York todos los meses para sesiones de fotos y a reunirse con personajes vip. Corría el rumor de que ya tenía más dinero que sus padres y de que se pagaría la matrícula de la uni en metálico.
—Eh... —dije, al acercarme a ella delante de su taquilla, el martes por la mañana.
—Hola —respondió, con una expresión extraña pero justificada, vista mi manera de abordarla, tan sutil.
—Aparta, Poche, que así no acabaremos nunca —ordenó Murray, empujándome para tomar la mano de Madison con una reverencia—. Señorita Carlson. Como un boomerang, vuelvo a ti. —¿Qué quieres?
—Información. Sobre el East River. Solo puedo pagar un precio limitado, pues estamos en posesión de 8,75 dólares, pero estaremos encantados de invitarte a degustar un menú extra grande en el restaurante de tu elección.
—¿Quieres chismes? Ya no estamos en el colegio, Murray. Ahora tengo cosas más importantes que hacer.
—Mads, colega, sigues saliendo con ese gordinflón grasiento del East River (lo cual no consigo entender), así que algo debes de saber. Seeta Ganguly. Último curso en el East River. Quiero saberlo todo sobre su vida sentimental. Serás generosamente recompensada —dijo, mientras deslizaba algo dentro del bolsillo de Madison.
Sacó el papel y lo desplegó.
—Es un vale descuento caducado de Pizza Hut.
—Y tengo muchos más —le susurró al oído—. Quedamos mañana a primera hora de la tarde en tu taquilla. Ya sabes dónde está. Ah, si alguien pregunta, no hemos estado aquí.
Murray se alejó reculando en medio de la multitud e intentó desaparecer como por arte de magia a lo Jason Bourne, pero todo el mundo lo vio meterse en el baño de las chicas.
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CHEMICAL HEARTS "ADAPTACION CACHÉ"
FanfictionEsta historia está basada en la novela "Our Chemical Hearts" de Kristal Sutherland, así que espero y les guste esta adaptación Caché. Narrada por Poche.