Pasó una semana. Y fue una buena semana, llena de días buenos de Daniela. Fuimos productivos. Nuestros redactores nos entregaron contenido que no trataba sobre gatos. Lola tenía el diseño de casi la mitad de las páginas. Habíamos editado el artículo sobre Magic: The Gathering hasta reducirlo a cinco mil palabras. Intenté hacer algunos deberes de matemáticas. No entendí gran cosa, pero al menos me esforcé un poco.
Daniela y yo volvimos a acostarnos. Esta vez no lloró, menos mal.
Las cosas parecían ir a mejor.
El jueves por la noche vino a cenar a mi casa. Mientras mis padres cocinaban, nosotros pasamos el rato sentados en mi cama, echando unas risas y picándonos el uno al otro. Me preguntaba si esa noche, por fin, lo haríamos oficial. «¿Ya puedo decir que eres mi novia?» Había practicado esa frase una y otra vez, e incluso cuándo la dejaría caer en la conversación. Y, por supuesto, una vez que ella me hubiera dicho que sí, tendríamos que gestionar el aspecto público de nuestra relación.
Imaginé qué diría la gente cuando cambiáramos nuestros estados sentimentales en Facebook. No es que necesitara su aprobación, pero era divertido fantasear sobre ello. Las personas que lo sabían desde el principio, como Lola y Murray, dirían cosas como «Uf, por fin» y «Picas demasiado alto, colega». Quienes no tuvieran ni idea se sorprenderían. Pensé en los «Pero ¿qué me estás contando?», y en los comentarios de los amigos de Daniela que no me conocían. «Nos alegramos por ti, Daniela. Qué bien que hayas encontrado a alguien.»
Por razones que no recuerdo, estábamos acurrucadas leyendo en silencio la página de la Wikipedia de Matthew Broderick en mi iPhone. Mientras, yo jugueteaba con un mechón de su pelo, alucinando con que no siempre hubiera pensado que era obscenamente preciosa. El primer día que la había visto en clase de teatro, parecía sufrir un jet lag muy heavy, o sea, parecía que hubiera volado de una punta a otra del mundo: no solo estaba exhausta y sucia, sino que además, daba la impresión de que cada célula de su cuerpo estaba desajustada con el entorno. Ahora, en cambio, me gustaba que los átomos de Daniela vibraran a una frecuencia distinta.
Pensar en sus átomos me llevó a pensar en su piel, lo que derivó en imaginármela sin nada de ropa. Eso acabó dándome el empujón de valor que necesitaba. Así que empecé a decir despacio:
—Bueno, y en lo que respecta a toda esta... situación...
El cambio de Daniela fue repentino pero palpable. Estaba acurrucada en mi hombro, y se apartó de inmediato. Dejó de leer sobre Matthew Broderick. Su sonrisa desapareció. Y pensé:
«Mierda, mierda. Otra vez no. No puedo haber vuelto a meter la pata».
—Sí —dijo ella.
Pero seguro que sabía por qué estaba aquí, ¿no? Sabía lo que yo quería. Desde el principio le había dejado claros mis sentimientos. ¿Cómo podía volverse tan fría tan de repente?
—Solo quiero saber en qué punto está nuestra relación.
—Pues no sé qué decirte.
—La última vez que hablamos de esto, aseguraste que ibas a dejar de ir al cementerio.
—¿Ah, sí?
—Pues sí. En la fiesta de Halloween. Estabas algo borracha, creo.
—Lo siento. Siempre digo tonterías cuando bebo. No debería haberte prometido algo así.
—Entonces... ¿no vas a dejar de ir?
—Poche.
—Odio hablar de esto tanto como tú.
—Aún puedo sentirlo. Está en mis huesos. Cuando me quedo dormida, noto la calidez de sus dedos sobre mi piel.
—No te pido que lo olvides.
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CHEMICAL HEARTS "ADAPTACION CACHÉ"
FanfictionEsta historia está basada en la novela "Our Chemical Hearts" de Kristal Sutherland, así que espero y les guste esta adaptación Caché. Narrada por Poche.