Capitulo 7

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El lunes por la tarde, Daniela ya me estaba esperando en mi taquilla. Nunca supe cómo se las apañaba para escaparse antes de la última clase, pero a partir de ese día, siempre se me adelantaba.

—¿Te acompaño?

Su expresión y el tono de su voz revelaban que no se alegraba demasiado de verme, como si hubiese confiado en no encontrarme allí.

—Claro, por qué no —dije con prudencia.

Empezó entonces la rutina que marcaría nuestra relación. Caminamos hasta su casa, Daniela insultaba a los coches que nos pitaban para que los dejáramos pasar. Me hacía aguardar en el césped sin cortar, mientras ella iba a buscar las llaves. Después me las tiraba para que condujera yo. En el coche, miraba hacia delante, impasible y muda, o me hacía preguntas del tipo: «¿Cuál es tu canción preferida?».

Yo respondía en plan: «¿Por qué me resulta tan difícil contestar?».

Y luego ella decía algo como: «Porque estás buscando una canción que sea a la vez guay y aceptable socialmente. Lo más normal es escoger una canción de hace veinte años como mínimo, porque todo lo reciente, en general, se considera porquería pop».

—Ahora que sé que me juzgas, no voy a poder elegir.

—Para eso sirve conocer a alguien: para juzgarlo.

—Entonces ¿me estás juzgando incluso aunque no conteste?

—Siempre. Bueno, di alguna canción que te toqué la patata.

—Vale. Someday, de los Strokes —dije, recordando la noche en la que me quedé dormida mientras escuchaba al grupo preferido de Daniela.

—Una elección arriesgada. No tiene veinte años de existencia, pero es lo bastante indie como para que salgas bien parado.

—Y la tuya ¿cuál es? ¿Stairway to Heaven? ¿Smells Like Teen Spirit? Algo tan guay como clásico, me imagino.

She Will Be Loved de Maroon 5.

—No es... lo que esperaba.

—¿Qué quieres que te diga? Cuando la escucho, me recuerda la felicidad.

Si ese era su concepto de una canción alegre, ¿qué escuchaba cuando estaba triste? ¿Marchas fúnebres?

—¿Dónde la escuchas? ¿Todavía la ponen en la radio? ¿La radio todavía existe tan siquiera?

—Ja, ja.

—¿Ninguna canción de los Strokes, entonces?

—¿Qué quieres decir?

—Los Strokes. Tienes pinta de ser fan suya. Llevas una pegatina en el coche —añadí, ya que ella parecía no entenderme—. Y el llavero, y el fondo de pantalla de tu móvil.

—Ah, sí. Los Strokes. Sí. Tenía un amigo que era superfán. Y los escuchaba a todas horas.

—¿Y le gustaban tanto que has puesto pegatinas en tu coche?

—Es que el coche era suyo.

—¿Y el teléfono?

—También.

—Ya veo.

De repente, con un gesto de la cabeza mientras salía de coche, propuse:

—¿Quieres entrar?

—¿Por qué?

—Eh... ¿podríamos charlar un rato o algo? En fin, si te apetece.

—Por las tardes voy a un sitio.

CHEMICAL HEARTS "ADAPTACION CACHÉ"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora