Capitulo 8

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—MPDG —dijo Lola la tarde del martes después clase. Estaba sentada cabeza abajo en el sofá, con las botas en el respaldo, jugando sin mucho interés al FIFA—. Olfateo un comportamiento de

MPDG.

—¿Qué es MPDG? —preguntó Murray.

Manic Pixie Dream Girl, es un estereotipo que se ve en las pelis. Fíjate: embarca a Poche en una aventura para llevarlo a una estación abandonada llena de peces, y allí se pone a hablar del universo. La gente normal no hace esas cosas.

—Ella sí —afirmé—, y es bastante guay.

—No, es muy malo. Las MPDG son un campo de minas.

—Y ¿cómo sobreviven los peces en un sótano? —quiso saber Murray.

Desde que se lo había contado, acariciaba la pelusa de su barbilla con perplejidad. El pelo, que había debido de lavárselo la víspera (un raro acontecimiento), había retomado su forma natural: una melena leonina con la consistencia del algodón de azúcar. Abarcaba la mayor parte de sus hombros y de su cara, hasta el punto de que tenía que tomar prestados pasadores de Lola para poder ver.

—¿Es una especie de ecosistema cerrado? ¿Cómo han llegado allí?

—Seguramente comunicará con alguna fuente de agua —comentó Lola—. Los pájaros que se posan en la superficie llevarán huevas de peces pegados en las patas, o algo así.

—¿Crees que son comestibles? Podríamos ir a pescar. ¿Qué clase de peces eran, Poche?

¿Truchas? ¿Carpas?

—¿Podemos centrarnos, tíos? Estoy acojonada.

—¿Por qué?

—Creo que la quiero.

No era algo fácil de decir; en circunstancias normales nunca lo habría reconocido. Quizá tuviera ganas de un pequeño escándalo, porque estábamos en el último año del instituto. Tampoco quería uno del nivel de «contraer una ETS con tu colega y ganaros el apodo de Trío de la Tricomoniasis», pero, al menos, algo. Yo escuchaba desde fuera las agitadas historias amorosas de Lola y de Murray, pero nunca participaba.

Por primera vez, quería jugar. Por primera vez, me parecía que alguien merecía la pena.

—Madre del amor hermoso —dijo Lola.

Muz fingió secarse una lágrima.

—Llevo esperando este momento mucho tiempo. Nuestra pequeñín por fin se ha convertido en una mujer.

—¿Qué debo hacer?

—¿Y ella? ¿Te corresponde? O sea, ¿has visto alguna señal? —preguntó Lola.

—Me ha llevado a su estanque secreto y me ha hablado de la muerte. Puede que en su cabeza eso quiera decir que le intereso.

—No tiene por qué. Si es una MPDG, quizá lleve a todo el mundo allá.

—Daniela no es una Manic Pixie Dream Girl, ¿vale? Si no, llevaría vestiditos, flequillo, se desplazaría en bicicleta con barras de pan en la cesta y nunca dejaría de sonreír. Céntrate: no es un poco excéntrica, sino completamente estrambótica. Pensándolo bien, quizá sea depresiva.

—Vale, vale, Romeo, no pretendía ofenderte.

No le dije a Lola lo que pensaba en realidad: que Daniela se había plantado aquella mañana en el instituto con la misma ropa que el día anterior, con el pelo como briznas de paja y los ojos rojos e hinchados propios de una noche en blanco. Las chicas que contaban patrañas acerca de tener familia en el centro y que pasaban de vez en cuando la noche en la calle no eran Manic Pixie Dream Girls.

CHEMICAL HEARTS "ADAPTACION CACHÉ"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora