X. Bill.

86 18 1
                                    

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? —. Marco estaba frente a mí, haciéndome un montón de preguntas, mientras trataba de no llorar conforme respondía a cada una—. Ya sabía que era extraño que estuvieras tras de él todo el tiempo. ¿Desde cuando salen?

—Ah...

— ¿Sabes? No respondas. ¡Dipper tiene novio!

—No lo tiene.

— ¿Y Wirt?

—Terminaron—. Él sonrió con burla.

—Te cuadraste con alguien que acababa de terminar con su novio. Que bajo caíste.

—Mira Marco, no estoy acá para aguantar tu mierda de celos.

— ¿Celos yo? ¡Yo no estoy celoso! —. Entonces todos nos miraron. Estábamos en la sala de sistemas haciendo un trabajo de parejas. Dipper se hizo con una chica, puesto que Marco me tomó antes de que pudiera ir con él.

—Habla más bajo.

—Mira, solo no quiero que salgas lastimado.

—Tú mismo decías que Dipper era un ángel—. Se quedó callado, para luego levantarse de golpe, tirando el mouse y teclado al suelo. El maestro nos regañó, pero Marco simplemente lo ignoró y se fue.

Él era bastante extraño, no lo entendía. Marco no era idiota, sabía que él a mí no me gustaba, y aun con ello insistía en que existiera algo que jamás pasaría. No lo veía más que como un amigo, porque en serio me agradaban esos momentos en los que nos encerrábamos a ver pelicular y criticar a los actores.

Me levanté del asiento, pensaba ir tras él. Pero, entonces, vi a Dipper, quien se había levantado también y se había ido antes que yo. Entonces salí, y el profesor empezó a gritar qué si su clase era para orinarse o por qué todos iban al baño al mismo tiempo.

—Marco—. Dipper alcanzó a marco. Me escondí tras una columna—. Escúchame.

—No tengo nada que hablar contigo, Dipper Pines.

—Marco, por favor, escúchame—. Esto se estaba poniendo extraño—. Yo no quería hacerte daño—. ¿Por qué su tono era como si realmente lo lamentara? Sentía que había falsedad en sus palabras, pero... No sabía dónde.

—Dipper, por favor, déjame solo—. Miré un poco. Marco estaba llorando, tratando de evitar continuar con sus lágrimas. Dipper entonces lo tomó de las manos, y limpió sus lágrimas con la manga de su saco.

—Marco... —. Marco levantó la mirada y me vio. Sonrió de una forma indescriptible y tomó el rostro de Dipper, dándole un beso. Dipper estaba completamente impactado, por ende, no le quedó de otra que dejarse llevar. Tanto para mí como para él, seguramente aquello era algo completamente fuera de lo cotidiano.

.

Cuando volví al salón, tan solo vi entrar a Marco. No sabía que había pasado con Dipper después de que corrió a contestar su celular, y tampoco me importaba en ese momento. Marco se sentó a mi lado, lanzándome una sonrisa burlona. Creo que él tenía una extraña idea de mis sentimientos hacía Dipper.

— ¿Y Dipper? —. No fuimos nosotros quien hablamos, tras de nuestros asientos, el alto y delgado cuerpo de Wirt nos miraba como si fuésemos dos pedazos de basura. Nunca lo vi así, y me sorprendía puesto que él se supone no amaba a Dipper.

—Estábamos afuera hace un momento—. Respondió Marco, haciendo énfasis en el "estábamos". Wirt levantó una ceja y se encogió de hombro, saliendo del salón.

— ¡¿Es que estoy pintado en la pared?! —. Gritó el profesor, exhausto.

.

Al llegar la tarde, salí del instituto rápidamente, buscando a Dipper entre las personas, pues no lo había visto ni a él ni a Wirt desde sistemas. Me dirigí a mi camioneta, prefiriendo ir a la casa de Dipper, pensando que tal vez lo encontraría allí.

Cuando llegué a la casa, entré por la puerta principal ya conocida para mí, y me encontré con Wirt, siendo atendido por Beast, pues estaba lleno de golpes en la cara, y a Gleeful, hablando con su gemela en el mueble.

Al verme, todos me miraron, y Wirt se acercó corriendo a mí, tomando una estaca del estante. Con ella me apuntó en la clavícula, y sentí como la punta se clavaba en mi piel.

— ¡¿Dónde está?!

— ¿Quién?

—No te hagas el loco, idiota—. Nunca lo vi tan fuera de sus casillas—. ¿Dónde está Dipper Pines?

—Wirt, déjalo—. Era la segunda vez que escuchaba hablar a Beast. Era tan sombría su voz como su apariencia misma, y sentí un alivio cuando Wirt se separó, cayendo de rodillas al suelo y comenzando a llorar.

—Bill—. Manson me llamó, y me acerqué a él y a su hermana—. Dipper fue secuestrado.

— ¡¿QUÉ?! ¡¿No van a ir por él?! —. ¿Por qué estaba tan alterado?

—No es prudente—. Habló con elegancia y frialdad la gemela Mabel—. Dipper tiene las capacidades suficientes para escapar por su propia cuenta. No gastaremos recursos en alguien tan competente.

— ¡Pero...!

—Nada—. Manson negó, parecía igual de tranquilo que su gemela. O tomé de la camisa, pues era un poco más alto que él, y lo alcé levemente del suelo.

— ¿Dónde está? —. Manson me miró unos segundos, para luego rendirse, sonriendo con más bien burla, y entregándome unas llaves de auto.

—Ve por él a esta hora en este lugar. Te esperará afuera. Más te vale irte rápido—. No quise preguntar como sabía tales cosas, simplemente tomé las llaves y el papel con la dirección, saliendo rápido al parqueadero.

Las llaves pertenecían a un auto blindado. Cuando entré, estaba lleno de armas y municiones para pistolas. Las ignoré y encendí el auto. Era automático, así que sería algo complejo manejar. Aun así, no lo pensé mucho y puse en marcha el vehículo. Quería cerciorarme de que Dipper estaba bien.

Avaricia y orgullo. |BillDip|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora