Avaricia y orgullo. |BillDip|

XXV. Bill. Final.

—Siempre deseé morir.

— ¿Qué dices? Morir es aterrador.

—No para alguien que no puede morir. La muerte es el fin de todo ser humano, pero si yo no puedo morir, ¿cuál es mi fin? ¿Ser un arma humana? No, Bill, yo quiero poder morir, como cualquiera.

— ¿Y qué harías si de repente tuvieras un tiempo límite? —. Lo pensó seriamente, para luego congelarme con sus palabras.

—Apreciar la vida.

No lo entendí en ese momento del todo, pero tenía lógica. Alguien que no puede morir seguramente no aprecia su vida, pues es algo que no puede perder. Pero, los humanos corrientes, apreciamos nuestra vida por ese simple hecho, por ser mortales.

Entonces, y ahora te pregunto, ¿tienes miedo de morir?

.

Me desperté agitado, sudando demasiado. Busque con mis brazos el cuerpo de mi acompañante en la cama, pero no se encontraba en esta. Él estaba parado en la ventana que daba al lado, mirándola, tan solo usando una blusa mía que le quedaba enorme.

— ¿Estás bien? —. Me miró. Su rostro ya no tenía el brillo característico que tenía hace diez años. Ahora, con treinta y dos años, miraba todo con vacío, tratando de llenar su interior con cosas tan vacías como la vida misma. Dipper Pines ya no era el mismo.

—No—. Y volvió a mirar a la ventana. No, él no estaba enojado conmigo, ni siquiera con los que lo torturaron. Estaba anímico. Sus emociones habían sido canalizadas en aquel agujero. Sí, lograron hacer la medicina a los seis años, pero lo retuvieron hasta exprimirlo. El último paso era volverlo un arma, ahora del gobierno. Wirt y yo nos enteramos a tiempo y lo sacamos de ese lugar antes de que le quitaran los recuerdos. Aun así, él tenía pérdida de memoria seguido.

—Ven—. Le dije, abriendo mis brazos. Me volvió a mirar, y negó con la cabeza—. ¿Estás enojado? —. No era tan obvio como lucía, porque Dipper ya no se expresaba tan fácil ni era tan honesto. Era un adulto callado y carente de interés por la vida.

Actualmente, y para que dejaran a Dipper en paz esa organización, le quité los poderes. Como yo era el canalizador, no fue tan difícil, pero si doloroso. Tuve que arrancarle parte de su personalidad fuerte que era gracias a su especialidad, y tuve que darle una parte de mí.

Estábamos unidos.

—No. Solo estoy cansado.

— ¿Cansado?

—Cansado de vivir.

—Siempre es así, ¿no?

—Ahora es diferente—. Suspiró, acercándose a mí—. Bill, ahora puedo morir. Mi tiempo en este mundo debió terminar hace mucho. Siempre pensé que mi destino sería esperar a morir de viejo. Desafié a la realidad, cuántas veces debí morir, pero seguí con vida.

—Eso no significa que te vayas a quitar la vida.

—Lo sé, pero no evitaré que me maten.

— ¿De qué hablas?

—Hay hombres siguiéndonos. Nos van a matar. Y no quiero que lo evites—. Miré con paranoia la ventana, él negó—. No los asustes. Vendrán en un tiempo.

— ¿Aun sabes eso?

—Me quitaste la inmortalidad, pero sigo siendo un arma—. Era la primera vez que en estas semanas lo veía sonreír. Entonces gateó hasta donde estaba, enredó sus brazos en mi cuello, y se acercó a besarme.

Era la primera vez en mucho tiempo que sentía sus labios encima de los míos, y los de él, definitivamente eran mejores de los que cualquiera que hubiese rondado en mi cama los últimos años. Suaves, dulces y rellenos. Como dos masmelos fríos que deseaban ser calentados por mi saliva. Ingresé mi lengua a su boca, acaricié el interior de sus belfos y junté nuestras lenguas.

Nos separamos después de unos segundos, y Dipper me recostó en la pared. Colocó cada pierna a un lado de mi cuerpo y comenzó a acariciarme el pecho. Lamió parte del tatuaje que pasaba por mi pectoral, para luego morder mi hombro.

—Te amo.

— ¿Me sigues amando después de lo que te hice?

—No hiciste nada malo. En realidad, me liberaste de una vida tras los Pinetree. Tal vez no de la mejor forma, pero... Te amo. Tal vez es medio Estocolmo esto.

—La verdad si es raro.

— ¿Tú no me amas?

—Claro que te amo.

Volvimos a besarnos, pero Dipper se separó, tapándome la boca con su mano.

—Llegaron.

— ¿No me darás una mamada de despedida?

—Creí que era un beso—. Sonreí. Acaricié su mejilla, extrañaría el suave tacto de su piel, extrañaría sus labios, sus ojos, su cuerpo, su personalidad explosiva-agresiva y tranquila. Lo extrañaría todo de él.

No supe lo que tenía hasta que lo perdí, y eso era exactamente lo que había pasado... Había perdido todo lo que no había valorado, y ahora, lo único que quería, se iba a ir de mi lado. No, no quería quedar solo en un mundo donde no puedo dejar de pensar en su imagen.

Así que cuando llegaron los hombres encapuchados, y le dispararon a Dipper, tomé la pistola de la mesa de noche, y me disparé en el cráneo, con el cuerpo caliente de Dipper encima y su sangre mojándome el pecho.

No supe nada de momento. Tampoco quería saberlo... Porque solo me importaba perderme en el espacio, buscar un planeta para habitar y vivir en él con Dipper, mientras alimentamos con soda un árbol de queso, y tomamos agua de cactus como si fuese delicioso.

.

—Dipper—. Will se estaba acostumbrando a llamar por su nombre a Gleeful. Una caja le había llegado a la puerta de su casa en lo rural, puesto que Dipper Gleeful y él habían elegido armar una vida fuera de los Pinetree. No les fue difícil. Will atendía su propia tienda en el pueblo y Gleeful trabajaba como escritor.

— ¿Qué paso, amor? —. Él si era más explosivo en sus comentarios. Se acercó a su novio y miró la caja de madera. Ambos la abrieron, y en el interior había un líquido azul con una jeringa. En la tapa de la caja estaba escrito algo.

"Hola Will, soy tu hermano. Sí, lo sé, desaparecí. No volveré. Pero, esto es para ti, la cura a tu problema. Espero algún día me perdones.

Te adoro."

Will casi tira la caja, pero Dipper la tomó, viendo como Will comenzaba a llorar. Habían pasado muchos años y su hermano solo le escribía para eso...

—Es real.

— ¿Por qué lo dices?

—Lo hicieron con la esencia de Dipper. Es esa nueva medicina que están vendiendo. Dicen que es mágica.

—O sea qué... ¿Desaparecieron por mi culpa? —. Lloró peor. Dipper lo abrazó, dándole un beso.

—Idiota. Vamos a ponerte esto. Entre antes mejor.

— ¿No es peligroso?

—Yo fui médico.

—Tienes más profesiones que Barbie—. Ambos rieron.

Tal vez había desaparecido y mi hermano nunca sabría exactamente qué pasó.

Tal vez... La vida si giraba en torno a la avaricia y el orgullo.

FIN.