XIV. Bill.

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— ¿Está es tu casa? —. Me sentí incomodo cuando lo dijo con aquel tono, mientras bajaba de su convertible con unas gafas negras y una linda sonrisa. Él era la perfección, un maldito niño rico que nunca había vivido en la pobreza.

—Sí—. Me avergonzaba de mi casa, principalmente por eso no llevaba a nadie. Pero Dipper me lo pidió para escapar de su casa unos días, y yo no pude negarme ante sus ojos de ángel mientras me besaba el cuello.

Vivía en un apartamento de una casa de cinco pisos. El nuestro, era uno de los apartamentos del tercer piso, era bastante corriente. Tenía problemas y las paredes estaban casi despintadas, además no teníamos casi muebles.

Cuando entramos, mi hermano estaba buscando su celular en la sala. Él era un hombre que trabajaba en un café, era muy popular por su singular lindura, aunque fuera un chillón. Desde que nuestros padres murieron, él se había encargado de protegerme y sacar adelante ese pequeño apartamento que nos dejaron.

— ¡Bill! ¿Has visto mi celular? —. Él usaba un celular viejo, de botones pero que tenía redes sociales, aun así, casi ni lo veía. Cuando me vio junto a Dipper, se quedó quieto.

—Se parecen bastante—. Dijo él, mientras se acercaba a mi hermano. Estiró su mano y le dio una sonrisa—. Hola, Bill me ha hablado mucho de usted—. En realidad no.

—H-hola —. Mi hermano estaba obviamente incomodo, después de todo, Dipper tenía rasgos muy similares a Manson Gleeful—. Eres igual a él—. Dipper no era tonto, y de inmediato se dio cuenta.

Mi hermano no habló más, encontró su celular en un bolsillo de la maleta, y salió corriendo. Entonces cerré la puerta, y Dipper me miró buscando explicación.

—Verás...

— ¿Así que se conocen? ¿Desde cuándo?

—No lo sé. Bueno, sí. Es complicado—. Se sentó en un mueble.

—Explícame.

—Gleeful y mi hermano son amantes, creo. Se conocen hace quince años, pero yo no supe de su existencia sino hasta hace poco.

—Ya. ¿O sea que cuando hablas con Gleeful...?

—Es sobre mi hermano.

—Vaya. Hasta en eso tenemos gustos similares—. Se lo tomó de chiste, para levantarse de nuevo y acercarse a mí. Enredó sus brazos en mi cintura y se puso de puntitas para alcanzar mis labios—. Eres tan lindo.

— ¿Sabes? No es un halago que un hombre te diga lindo—. Él dio una risita, y comenzó a darme más besos. Sus besos eran adictivos, sus labios suaves como malvavisco, dulces como la miel. Me arqueé para alcanzar los labios de Dipper y profundizar el beso.

Quería tenerlo más tiempo.

.

—Bill—. Me removí entre la sabana—. Bill... —. Abrí los ojos, miré a quien estaba en mi brazo. Dipper dormía como tronco en mi cama, semidesnudo. No podía encontrar mejor imagen. Pero me hubiese gustado disfrutarlo, hasta que vi a mi hermano rojo.

—William—. Me levanté, tratando de no despertar a Dipper. Seguí a mi hermano fuera del cuarto—. ¿Qué quieres?

— ¿Cómo que qué quiero? ¡Explícame que está pasando! Porque trajiste a ese muchacho a la casa. ¿Sabes que Gleeful lo está buscando? Manson me llamó para averiguar sobre ustedes. ¡Escaparon! —. Me quedé callado. Will estaba realmente preocupado—. No podré esconderlo por mucho tiempo.

—Solo serán unos días—. Rogué.

—Bill, ¿qué está pasando?

— ¿La verdad? Ni yo sé qué está pasando—. Rasqué mi nuca. Will era muy persistente—. Verás... Tengo un poder.

— ¿Qué clase de mierda dices? —. Él nunca decía groserías.

—Will, créeme. ¿Me podrías escuchar hasta el final? —. Él solo asintió—. Bien...

—Bill, tienes que recibir entrenamiento.

— ¿Qué dices? No quiero pertenecer a la mafia—. Mabel Gleeful no había dejado de insistir. Yo aún estaba muy confundido sobre eso, no tenía idea de qué hacer. Había descubierto que tenía, lo que ellos llamaban, fuerza bruta y el poder de neutralizar la energía de otros seres como yo. Me enteré también que Mabel tenía un poder también, percibía olores que le permitían reconocer a las personas con solo acercarse.

—Mira, muchachito... —. Mabel me tomó del cuello, pero Manson no la detuvo a pesar de que cuando me tocó, su piel comenzó a quemar. No sabía cómo manejar aquello, pero cuando mis niveles de adrenalina se elevaban, de la misma forma lo había mi poder.

—Bill, no hay muchas opciones—. Esta vez habló Dipper Pines, acercándose a mi lado—. Si esas personas que saben de mi aptitud especial descubren la tuya, te utilizaran para pruebas.

—Pero soy fuerte.

—Pero ni la fuerza puede ganar sobre esos hombres—. Habló Manson, saliendo del rincón del cuarto.

—Necesito pensarlo.

—No tienes que pensar nada—. Mabel parecía enojada, impotente—. Te vienes con nosotros, o eres nuestro enemigo. Y déjame decirte que en nuestra familia hay más como nosotros.

Miré a Dipper buscando ayuda. Este agachó la cabeza. Estaba solo contra una familia poderosa. ¿Qué iba a hacer? Mordí mi labio, esperando que brotara sangre de este.

Entonces, Dipper tomó rápidamente la pistola y estalló el bombillo. Era de noche, todo estaba a oscuras y apenas alumbraba la luz de afuera del cuarto.

—Toma mi mano—. Susurró Dipper. La tomé, y salimos corriendo por la ventana del armario. Sentí que ninguno hizo fuerza por detenernos, pero sí que se enojaron cuando se dieron cuenta que ni una nota dejamos. Dipper encendió el carro en el que venían los gemelos y salimos de allá.

— ¿Qué haremos?

—Solo necesitaras unos días para pensar. Luego, volveremos a la casa.

—Dipper... ¿Si me niego estarás en mi contra? —. Él me miró unos segundos.

—No. Ni aunque el mundo esté en tu contra te dejaré.

—Y eso fue lo qué pasó—. Will estuvo callado todo ese tiempo, mirando al suelo, jugando con sus manos, buscando alguna señal que nunca llegó, más aún con ello, encontró una salida.

—Bien. Pero tú duermes en mi cuarto.

— ¡¿Qué?!

—No quiero que cojan mientras yo esté acá. Ya si lo hacen si no estoy, que no me dé cuenta.

Sonreí. Mi hermano era mi hermano, y sin importar qué, la sangre jala.

Solo tenía unos días para pensar, y sentía como mi mundo corriente se iba fragmentando. Todo por mi curiosidad de aquel chico de talento especial.

Aquella avaricia mía y orgullo suyo.

Avaricia y orgullo. |BillDip|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora