XVII. Múltiple.

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Bill.

Caí al suelo como quinta vez consecutiva, y aunque era fuerte, aun me dolían los golpes que recibía por parte de Dipper. Este tan solo sacó un cigarrillo y comenzó a fumar, sin importarle mi estado. En un lado estaba Manson leyendo el periódico y acariciando el cabello de mi hermano, y Mabel Gleeful no paraba de hacerme sentir inferior.

—Eres débil de mente y cuerpo. Así no sirves para mucho—. Ella tenía un sentido agrío de hablar, por ende, era bastante duro conllevar sus críticas. Dipper no la detenía, solo ignoraba aquello, como si yo no fuese su amante y él no estuviese todas las noches gimiendo bajo mi cuerpo.

—Bill—. Dipper se sentó en el pasto, a mi lado—. Si sigues así no vas a lograr nada.

—Eres muy fuerte—. Él negó.

—No lo soy, solo es agilidad.

—Tal vez empezaste muy duro, Mabel—. Habló Manson, tomando un sorbo de café a mitad del día. Qué tío más raro—. Lo mejor será que llames a Wirt—. Ella chasqueó la lengua. Creo que no le gustaba esa idea.

—Seré más suave—. Insistió Dipper, Manson solo lo miró y este se levantó.

—Ya has sido muy suave con él porque te gusta—. Dipper se puso rojo y le tiró una piedra. Esta cayó en su hombro, pero ni siquiera se movió.

—Haz lo que quieras—. Apagó el cigarrillo y se fue al interior de la casa.

—No pienso llamar a Wirt—. Continuó Mabel. Me miró unos segundos—. Pero él es tan débil como Wirt.

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Dipper.

Comencé a pegarle a las ventanas, rompiendo parte de estas, para luego tomar un bate de beisbol que tenía y comenzar a romper lo que había en mi cuarto, llegando a romper la pantalla del televisor. Solté un grito quedándome sin aire y cayendo de rodillas en el suelo. Comencé a hiperventilar.

—Maldita sea—. Tiré el bate a un lado, comenzando a darle golpes al suelo. Entonces la puerta se abrió, y por esta entró Mabel Pines, asustada. Se me olvidó que hoy estaba en casa y dormía al lado—. ¿No te enseñaron a tocar?

—Oye, yo no te he hecho nada para que empieces—. No podía hacerle daño, amaba a mi hermana, y creo que todos, porque era la muchacha más tierna y agradable que podría existir—. ¿Qué pasó? —. Se acercó a mi lado, tomándome de los hombros. Mi rostro estaba cubierto de esquirlas, y ni hablar de mis manos llenas de sangre.

—Nada—. Susurré.

—No por nada destruirías tu cuarto. Cuando Manson se entere te mandara al ring para desatar tu ira—. Solté un chasquido. Es cierto, Manson se enteraría y no iba a pasar por alto mi rebeldía. Pero aun así no hable, Mabel suspiró—. ¿Quieres que vayamos a comprar las cosas para reponerlas?

—Mabel, ¿te has enamorado? —. Ella se puso roja.

—S-sí. ¿Por qué?

—Es horrible—. Mordí mi lengua—. Mi pecho no deja de palpitar, siento que voy a morir. ¿Por qué me siento así? No me gusta.

— ¿Estás... de Bill? —. La miré unos segundos, para luego afirmar—. Ya... ¿Y Wirt?

—No sé explicarlo, pero yo con Wirt nunca sentí esto. Solo lo quería para mí, pero no sentía la necesidad de encerrarlo y protegerlo y... Que feo. Soy un marica.

—Pues sí—. Ella sonrió—. Pero eso no significa que sea malo. Enamorarse es bello cuando sabes sentir. Pero para ti, una persona que nunca ha sentido nada real por alguien, es realmente difícil. Pero... Siento que Bill te va a enseñar a amar—. Y me abrazó, dándome un beso en la mejilla—. ¿Quieres ver películas de Disney? Eso de pequeño te animaba—. Miré mi televisor, tenía la pantalla hecha pedazos—. Bueno, primero compremos otro televisor.

Ambos soltamos una risa. Me animaba bastante hablar con Mabel, aunque ya no lo hiciera tan seguido como antes.

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Bill

Entré al cuarto de Dipper con lentitud, esperando no despertarlo mientras caminaba hacia la mesa de noche y tomaba mi celular. Me había mudado a esa casa en tiempo record, porque tampoco es que tuviésemos muchas cosas en nuestro apartamento, el cual íbamos a alquilar.

Se supone que mi apartamento estaba en la torre sur de la mansión Pinetree, pero vivía más en el cuarto de Dipper que en el mío, y eso a mi hermano no le gustaba. Aun así, no podía decir nada, pues él tampoco se la pasaba en su cuarto, vivía metido en el cuarto de Gleeful haciendo quién sabe qué. Bueno, si sabía, pero no quería estar consciente de ello.

Al llegar a tomar mi teléfono, la mano de Dipper agarró mi muñeca. Estaba dormido en una cama llena de escombros y con un cuarto hecho un caos. Aun así, parecía más decente que lo que me dijo Mabel. Supongo que sí lograron arreglar algo.

—Bill—. Me jaló con fuerza, tirándome encima de él. Pensé que lo iba a partir, pero él era bastante fuerte. Me sostuve con mis brazos a cada lado de su rostro—. ¿Qué sientes cuando me ves? —. Me puse rojo. ¿Qué no sentía? Era una explosión de sensaciones.

—Ah... —. No sabía expresarlo con palabras—. ¿Por qué preguntas? —. Me miró unos segundos.

—Porque el amor no es maravilloso. Es horrible. Sientes que tu pecho se contrae, sientes que no puedes respirar. El amor es para masoquistas. ¿Por qué es así? Se siente horrible. Siento que puedo hacer cualquier cosa, pero que si pasa algo... Si te pasa algo... Mi corazón dejará de latir—. Me puse completamente rojo. Definitivamente aquello era lo más lindo que me había dicho Dipper. A su manera.

—Dipper... —. Me miró enojado.

—Nada de Dipper. Odio esto.

—Dipper.

—Cállate.

—Yo...

—Que te calles.

—Yo también te amo—. Él se quedó estático, pálido, como si hubiese visto un fantasma—. Siento lo mismo. No sé cómo decirlo... Pero si tú me besas, siento que puedo hacer cualquier cosa, siento que... —. Dipper me jaló de la camisa, haciendo que nuestros labios se estrellaran. Sus besos... Sus ojos mirándome con atención... Su cuerpo... Todo él parecía hecho a la perfección para mí, porque sentía que él era mi pareja predestinada.

Tal vez no fue del todo desastroso ser apuntado por una pistola en la quijada en primer lugar.

—Oh, oh, oh—. Alguien me empujó hacia Dipper, haciendo que nuestros labios se estrellaran. Dipper se puso rojo de la ira y me tiró al lado de él. Vi junto a él a un muchacho que ni idea quien eres—. Qué lindos. ¿Los interrumpo? —. Su acento... Era japonés, aunque no lo parecía, más bien era como un fantasma de lo pálido.

—Lárgate, Komaeda—. Él sonrió, moviendo sus manos frente a él. Vi tras de él a un muchacho corriente, con traje, y parecía aislado de aquello.

No entendía quiénes eran, y miré a Dipper buscando explicación. Él suspiró.

—Él es un súper buena suerte, como nosotros—. ¿Eso existía?

— ¿Él es el nuevo? Qué guay—. Miré tras él. El albino lo notó—. Oh, él es mi guardián. Saluda Hinata—. Él solo movió la mano, desinteresado. Parecía extrañamente muy serio.

¿Así que había más talentos? Es raro... Pero parecía que cada uno era diferente al otro. Mabel Gleeful era de olores. Dipper Pines de inmortal. Ese Komae... eso, de suerte. Wirt un fantasma. Beast era extrañamente de cuero duro. Y yo... Aun no entendía que era, pero si sabía algo: La vida de Dipper estaba en mis manos.

Avaricia y orgullo. |BillDip|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora