IV. Bill.

158 24 0
                                    

Tal vez debí simplemente no haber irrumpido cuando Marco habló, o haberme ido. Pero no lo hice, y creo que todo lo atribuyo a mi curiosidad de saber qué podía pasar si hacia pedazos el corazón de Marco. Desde un comienzo él no me gustó, pero lo apreciaba como un buen amigo; tampoco me gustaba Dipper, me sentía meramente atraído, si podría llamarlo así por el deseo de llevarlo hasta el límite.

Miré a mi lado, Dipper conducía en silencio por un lugar que no conocía. Creo que me iba a llevar a un lugar apartado para matarme. Tenía esa sensación. Quise saltar del auto, pero él puso el seguro en todas las puertas. El poder del conductor.

— ¿A dónde vamos? —. Por qué seguía preguntando si igual lo pasaría por alto. Esa vez fue diferente. Frenó frente a un lago y quitó el seguro. Salió del auto y miró el lago como si aquello fuera lo único que existiera. Bajé del auto y me posicioné a su lado.

—Terminó.

— ¿Ah? —. Él miró, tomó la pistola que siempre guardaba en su pecho. Le quitó el seguro y me la pasó.

—Mátame.

— ¿Qué? —. Me quedé impactado.

—Que me dispares.

—No haré tal cosa—. Se acercó, tomando la pistola y poniéndola en su pecho.

—Eres un cobarde—. E hizo que mi dedo apretara el gatillo. La bala impactó directamente en el pecho de Dipper, y yo no sabía qué hacer. Él cayó al suelo, rodeado de un charco de sangre. No supe que hacer, grite del miedo, cayendo en el suelo sentado, mientras sostenía mi rostro para tratar de vomitar.

Se había matado, y lo presencié. Iba a ir a la cárcel por matarlo, no había ninguna prueba de que fue suicidio. Era muy joven para ir a la cárcel. Tenía que huir, esconder su cuerpo, y desaparecer para que nadie me encuentre.

Estuve allí casi quince minutos planeando qué iba a hacer, pero entonces presencie como el cuerpo de Dipper volvía a moverse. Se levantó, sentándose encima de su sangre como su nada, y tosió sangre. Vi como su pecho se cerraba donde impacto la bala, y esta salía, rebotando en el suelo. Me miró con tristeza, y escupió sangre a su lado.

—Qu-qué... —. Volví a gritar del miedo, y Dipper se lanzó encima de mí, tapándome la boca.

—Cállate.

— ¿Qu-qué eres? —. No sabía que otra cosa preguntar, pero estaba seguro de que Dipper Pines no era humano.

—Soy un arma para matar.

— ¿Por qué no moriste? No entiendo, ¡No entiendo! ¡¡¿QUÉ COÑO ERES?!! —. Lo tiré, levantándome. Comencé a morderme las uñas, jalar mi cabello. No entendía, realmente trataba de entender pero NO LO ENTENDÍA— ¡Te vi morir!

—Yo no puedo morir.

— ¿Acaso eres algún tipo de ser sobrenatural?

—No yo sé qué putas soy—. Mordió su labio y se levantó frente a mí—. Solo sé que nací con esta fantástica habilidad de no poder morir. Lo descubrimos hace diez años. Un auto me atropelló cuando salía de la escuela. No morí ni tuve ni un rasguño. Los Pinetree decidieron usarme para su beneficio. Soy una máquina de matar. Nunca fallo, nunca muero.

—Esto es muy raro—. Lo miré, estiré mi mano hasta su pecho. Estaba mojado de sangre, pero no había ni un hueco en este, tampoco se sentía una cicatriz. Estaba vivo—. ¿Por qué me muestras esto? —. Esa era la primera pregunta que se me vino a la mente, y quería saciar mi curiosidad.

—Porque eres mi perro.

—Eso no tiene sentido.

—Vas a estar a mi lado, y necesito a alguien que no sea débil al ver morir a una persona.

— ¿De qué hablas? ¡Estaba muy impactado!

—Claro, eres humano. Pero no llamaste a la policía cuando venías en el carro con un chico que tenía una bala en su pierna.

—Espera... Si no puedes morir, ¿por qué se infectó tu herida?

—No sano tan rápido cuando no he comido ni dormido bien. Hoy sané rápido porque Gleeful me dio de su sopa especial. Que de especial solo tiene su horrible sabor—. Sonreí. De alguna forma su indignación era la misma que la de cualquier adolescente de su edad hacia sus padres. O eso creía yo, no conozco a los míos.

— ¿Y qué hacemos acá? —. Me miró.

—No te voy a matar, idiota. Solo quería privacidad—. Me dio la espalda, dirigiéndose al auto—. Vámonos. Gleeful debe estar desesperado—. Subí en el puesto del copiloto a aquel auto tan singular. Era viejo, pero bastante bien mantenido.

— ¿Él es como tu padre?

—Ni lo digas. De alguna forma, y aunque no lo parezca, es la única persona que se preocupa honestamente por mí—. Dio en reversa el carro, para luego tomar la carretera.

— ¿Y Wirt? —. Se quedó callado unos minutos, llegué a pensar que se iba a olvidar. Pero, entonces, respondió:

—Él no me ama.

—Y tú lo amas—. Suspiro. Un suspiro triste.

— ¿Qué quieres que te diga? Es muy mono. Se interesa por las personas cuando estas no tienen nada que ver con él.

— ¿Pero?

—Pero—. Miró unos segundos mi rostro y volvió a la vía—. Pero él está enamorado de su tutor—. Tosí del asombro.

— ¡¿De Beast?! —. Él asintió—. ¿Cómo lo sabes?

—Porque Wirt no me oculta nada. Siempre nos decimos todo. Me dijo que le gustaba alguien y me quería terminar por él. Pero me puse muy mal y... Bueno, lo chantajeé un poco. Le dije que los iba a matar. Entonces por eso sigue conmigo.

—Pero... ¿Por qué te quiere?

—Porque me ve como su hermanito. Eso me molesta. Quiero que sepa que puede usarme si quiere, pero... Que no me deje.

—Eso suena enfermizo, ¿no crees?

—Pues así son las cosas: Wirt está enamorado de Beast, y yo uso a Wirt hasta que me canse de él—. Había algo de falsedad en sus palabras. Él definitivamente no quería lastimar a Wirt. Quise abrazarlo, decirle que no era necesario que se hiciera el fuerte... Estar enamorado es difícil, más si es no correspondido.

Avaricia y orgullo. |BillDip|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora