XXIV. Omnisciente.

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La vida nunca había sido tan aterradora para Dipper Pines, pero estaba seguro que lo que sentía era un miedo vivo cuando era amarrado con violencia a una camilla de hospital en medio de un garaje oscuro. Qué mal pintaba todo, principalmente porque sentía que iba a ser eterna su estadía, y es que cinco años era mucho.

Lo que no sabía Dipper es que Bill le había mentido. No serían cinco años, serían diez; y no iba a ser una estadía que olvidaría con el tiempo, pues, aunque fuese inmortal, el dolor serían mil veces peor que un balazo en el ano.

Era terrible como Bill mordía sus uñas hasta hacerlas sangrar, mirando tras el vidrio negro como Dipper tomaba aire cada que trazaban líneas en su cuerpo. Al final, comenzó, y retiró la mirada al ver como la primera aguja era clavada en el círculo de su garganta.

—Si no quieres ver, vete. Nada te ata acá—. Wirt estaba al lado de Bill, evitando ser llamado por el morbo a ver a Dipper sufrir.

—Quiero saber que...

— ¿Estará bien? —. Wirt sonrió, pero de una forma oscura y carente de emoción—. No estará bien. Dipper es fuerte, pero ni el mismo Stanford Gleeful soportaría aquello sin quedar con secuelas.

—Me dijiste qué...

—No, tú creíste eso. Dipper no estará bien, y tú lo hundiste con tu deseo de venganza.

— ¿Cómo te atreves a recriminarme si tú tratabas de atraparlo?

—Es cierto. Pero yo fallaba con intención. Bill... Eres muy ingenuo. Mi hermano Greg murió hace muchos años de tuberculosis. Los de esta organización me rescataron, cuidaron, me entrenaron para encontrar a Dipper—. Bill estaba ardiendo de la ira, pero no podía pegarle a Wirt, él no tenía la culpa de su idiotez. Debió decirle a Manson cuando pudo, pero ahora, mil leguas bajo el agua... El panorama lucía deprimente.

— ¿Por qué fallabas? —. Esa pregunta iluminó su cabeza, e hizo que mirara a Wirt. Este tembló, y Bill supo que pasaba—. Te enamoraste de Dipper...

—Bueno, al menos ahí adentro si tienes cerebro y no solo una cara bonita—. Wirt continuó con su fachada fría—. Yo lo amaba, y por ello no podía capturarlo, algo me lo impedía. Así que preferí que tú lo convencieras por mí. Al parecer, él se había enamorado de ti.

—Esto es tan confuso—. Bill se sentó al lado de Wirt, evitando también la imagen de Dipper. Ahora lo estaban abriendo, sin anestesia, y él gritaba, lo escuchaba. Pero, se detuvo. Wirt miró asustado, pensando que lo habían matado. No era así, solo se había desmayado, más, el corazón que ahora se veía en su pecho, seguía palpitando.

—Sigue vivo...

—Esto es enfermizo... Ambos lo metimos en esto, y ahora sentimos pena de cómo lo destruyen...

Bill no aguanto más, tomó su chaqueta y se acercó a la puerta. Wirt lo miró, pero él no pensaba escapar, deseaba estar ahí en cada momento, porque amaba a Dipper, y aunque lo hubiese llevado a ese lugar, aunque todo fuera su culpa, él deseaba poder ser su héroe, tal como él lo había sido con Wirt.

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Bill Cipher se sentía como un prófugo, huyendo de la familia de Dipper y de su propio hermano. Pero así lo había elegido, y no tenía intención de quejarse. Actualmente era residente en un hostal de camino a un pueblo con faro, allí, en la noche, salían los buques que te llevaban a la pequeña isla bajo el mar donde tenían a Dipper.

Era enfermizo aferrarse a él aun en esa situación, pero no pensó que su vida daría ese vuelco tan solo por pedirle a Dipper que escaparan y llevarlo a un lugar insano.

Entro a su cuarto, tirando la puerta, y se recortó de inmediato en la cama. Quería llorar, otra vez, porque sentía que aquello nunca acabaría. Ese sentimiento que lo ataba del pecho y hacía que sintiera que iba a morir. Así era, su vida se había vuelto un infierno, y no por otros, sus mismos sentimientos lo hacían golpearse hasta querer matarse. Lo que más le molestaba, era que, aun con Dipper en esas condiciones, él dependiera de su dinero y sus contactos.

Qué ser tan despreciable.

—Tú fuiste quien lo hizo—. Dipper se sentó a su lado, sangrando por la boca y sin ojos. Era como un cruel recuerdo de lo que había hecho con ese muchacho. Lo había destruido.

—No es cierto.

— ¿Tanto te importaba el dinero?

—Te dije que no es cierto... —. Mordió su lengua.

—Pensabas que yo era un ser despreciable... Pero tú eres peor, escoria.

—Cállate—. Bill estaba aterrado, estaba cansado de las alucinaciones por la culpa, y en sus oídos no dejaba de escuchar el latido del corazón de Dipper.

—No puedes tapar el sol con un dedo—. Tomó de la mesa de noche la botella de alcohol, y la tomó de un largo trago. Tal vez así pudiese callar todo, dejar de existir—. ¿No decías que me amabas?

Bill comenzó a llorar, tomando lo que quedaba de la botella de un trago. Se recostó en la cama, miró el techo, y encima de él se posó Dipper. Él sonreía, con su bello rostro, esta vez sano. Bill estiró la mano, y se decepcionó al sentir el tacto frío de Dipper, para luego desaparecer, porque él no estaba ahí, solo era una pesadilla de su malvada mente.

— ¿Qué he hecho?

Desaparece antes de que alguien ocupe tu lugar,

Porque no eres eterno, y la vida es efímera.

No eres importante,

Eres, más bien, remplazable.

Así que huye, porque estas solo en este mundo

Donde las criaturas horribles son los humanos

Y el castillo de arena se derrumba con el agua de tus lágrimas.

Avaricia y orgullo. |BillDip|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora