XXII. Dipper.

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Algo estaba ocurriendo. No sabía qué aún, pero estaba seguro de que algo malo iba a pasar. Mis manos temblaban y a veces me quedaba sin aire, en los entrenamientos estaba más distraído que de costumbre y, para empeorar, Bill estaba distante conmigo desde aquella vez que lo llevamos al ring para que se familiarizara con el ambiente. Al final fue un fracaso pues Lorn lo perdió de vista.

Un golpe dio directamente en mi rostro, en mi mejilla para ser exactos, y caí al suelo, sin saber que había pasado. Mis ojos borrosos se enfocaron en la figura de Hinata, quien se veía serio como siempre pero que al ver que no estaba en mis cabales, estiró brazo y me ayudó a levantar.

— ¿Estás bien, Dipper? —. Esta vez Beast era el encargado del entrenamiento. Bill no estaba, pues al igual que Wirt, ambos asistían a la preparatoria. Yo deje de ir, porque no podía arriesgarme con un topo entre nosotros.

—Tomemos un descanso—. Dijo con una sonrisa Komaeda, levantándose del pasto para ir a donde Hinata. Ambos sonrieron. Era extraño verlos ahora. Antes, pasaba por alto el tipo de relación que tuvieran ellos dos, pero ahora los veía con curiosidad. Su relación era extraña, puesto que nunca vi a Komaeda del tipo de persona que eligiera a alguien como Hinata, sencillo, tranquilo y parecía ser un adulto promedio.

—Estás desconcentrado—. Komaeda se sentó a mi lado, donde había dejado mi botella de agua. No quería seguir practicando, sentía que por más que lo intentara no llegaría a ningún lado. ¿Qué me está pasando? ¿Desde cuándo pienso? Tomé un sorbo profundo, para luego recostarme en el respaldo de la silla.

—Estaré bien.

— ¿Seguro? Puedo decirle a Manson que vaya por una botella de su energizante especial—. Hice cara de asco, aunque ese tal menjurje sí que servía muy bien—. Bien, bien. ¿Quieres que paremos por hoy?

— ¿Eso estaría bien?

—Se trata de ti, eres un prodigio—. Entonces no dije nada más. Me levanté del suelo, y con paso firme entré a la mansión principal. Al llegar a la sala, choqué con Manson Gleeful, quien estaba ocupado hablando por teléfono.

—Espera—. Me dijo, antes de hablarle en francés a la persona del otro lado. Merci, dijo y colgó—. ¿A dónde vas?

—Komaeda canceló por el resto del día.

— ¿No te lo han dicho?

— ¿Qué?

—Tenemos un trabajo—. Suspiré—. Nada de suspiros, debes llevarlo a cabo.

—No suspiro por eso. Solo... —. Me rasqué la nuca, y antes de poder continuar hablando, la puerta principal se abrió, y por esta entraron Wirt y Bill hablando. Era la primera vez que los veía hablar sin estar yo en medio, parecía que se habían vuelto más cercanos y ni me gustaba.

—Ah, celos—. Susurró Manson Gleeful, con una de sus manos tomando su barbilla. Lo miré con fastidio y caminé hasta ellos. No los saludé, simplemente agarré del brazo a Bill y lo arrastré hasta las escaleras, haciendo que tropezara con la maleta que se había caído.

—Dipper, ¿qué pasa? —. ¿Y se atrevía a preguntarlo? Pues yo tampoco sabía que pasaba. Llegué a la puerta de mi cuarto, la abrí, lo tiré al interior, y cerré tras de mi cuerpo al haber entrado. Él estaba en el suelo, y yo lo miraba desde arriba, como el sucio gusano que era.

Mi mano fue por si sola a mi pantalón y saqué mi cuchilla. Él me vio completamente asustado, y retrocedió arrastrado por el piso.

— ¡¿Ya no me amas?! ¡¿Por qué me ilusionas?! —. Me lancé encima de él, y coloqué el cuchillo en su garganta. Él se había puesto pálido, y trago saliva. Sentí el trozo de saliva bajar por su garganta cuando mi cuchilla dudo—. Te odio, eres un malnacido. ¿Qué hacías con él? ¡Solo me usaste! Es cierto, tu solo me quieres por el dinero—. Solté el cuchillo, pero él no se movió. Cogí de mi bolsillo la billetera y le tiré varios billetes—. Maldita pu-...

Pero no continué, pues él me dio un golpe en la mejilla que me tiro al suelo. No calculé que él ahora estaba entrenado y tenía súper fuerza.

Se levantó del suelo, parándose frente a mí.

—No he hecho nada para que me trates así—. Sonaba más tranquilo de lo que lucía—. Estás viendo cosas donde no las hay. ¿Acaso no crees que te amo?

—Bill...

— ¿Tú me amas? Yo siempre te digo lo que siento, pero tu solo evitas el tema. Debería ser yo quien estuviese enojado. Eres un inseguro de mierda que refleja sus malos sentimientos en mí—. Me arrastré en el suelo y abracé sus piernas—. Eres una sucia puta—. Y me pateó.

Vi como salía del cuarto, pero lo vi borroso, pues algo en mis ojos me impedía verlo realmente. No miró hacia atrás, y eso fue lo que más de dolió. Ni siquiera tiro la puerta enojado. No... Él no estaba enojado, estaba decepcionado.

Y yo no tenía algo en los ojos, estaba llorando. Algo nuevo para mí.

Avaricia y orgullo. |BillDip|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora