Capitulo 1

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El inconfundible sonido de pisadas resonó en las antiguas escaleras de piedra que llevaban a la planta baja del museo.

Camila Cabello levantó la vista de sus anotaciones, distraída por aquello. La planta de arriba del museo estaba llena de visitantes, pero en aquel lugar se gozaba de casi un silencio reverencial.

A Camila le sorprendió un poco ver a Meghan Trainor aparecer por la puerta ya que ésta, como conservadora del museo, solía estar muy ocupada con los visitantes a aquellas horas. Pero la sorpresa se convirtió en preocupación al observar la angustia que reflejaba la cara de su compañera.

—¿Estás bien, Meghan? ¿Ocurre algo?

—No sé cómo decírtelo, querida —dijo Meghan, más pálida que de costumbre.

Estaba claro que tenía algo que ver con su madre. Sinu Cabello había estado tan traumatizada durante los últimos meses por lo que había ocurrido que incluso a veces Camila tenía miedo de dejarla sola en la casa.

—¿Qué ha ocurrido?

—Hay alguien arriba que pregunta por ti.

Suspirando silenciosamente, Camila colocó en su sitio la cerámica antigua que había estado examinando y se levantó.

Si es otra vez mi madre, lo siento —Dijo, colocándose bien las gafas mientras se dirigía a la puerta—. Los últimos seis meses han sido muy difíciles para ella y yo no dejo de repetirle que no puede presentarse aquí de improviso…

—No es tu madre —La conservadora del museo tosió nerviosa.

Camila pensó que si no era su madre tendría que ser algo relacionado con la recaudación de fondos. En ese momento se oyeron unas pisadas en las escaleras. Miró hacia la puerta y vio a una mujer entrar sin esperar siquiera a que se le invitara a hacerlo.

Camila se quedó mirándola, absorta por la belleza de las facciones de aquella mujer, que le recordaba a una diosa griega…

—¿Doctora Cabello? ¡Mila! —dijo Meghan en un tono bastante brusco.

Entonces Camila se percató de que los patrocinadores no querían que los arqueólogos estuvieran distraídos y aquella mujer parecía muy importante. Se fijó en los dos hombres que le esperaban en la puerta con una actitud respetuosa y atentos a todo. Pensó que quizá aquella mujer estuviera considerando realizar una donación muy importante al museo. Dejó a un lado su timidez y se acercó a ella; una mujer que nunca se fijaría en alguien como ella.

Se dijo a sí misma que no importaba que ella no fuese guapa ni elegante. Se había graduado la primera de su clase en la Universidad de Oxford y hablaba con fluidez cinco idiomas, incluyendo latín y griego.

—Encantada de conocerla —dijo, tendiéndole la mano a la mujer. Oyó cómo Meghan emitía un afligido sonido.

—Camila, éste no es… quiero decir… debería presentaros —comenzó a decir Meghan.

Pero la mujer se acercó y tomó la mano que le tendía Camila.

¿Es usted la señorita Cabello? —preguntó ella con una voz dura y marcada con un leve acento.

Ésta es Lauren Jauregui, Camila, el presidente de Jauregui Investments.

Lauren Jauregui. Al percatarse de la realidad, Camila soltó su mano y se echó para atrás. Durante los últimos seis meses su madre había estado repitiendo aquel nombre cuando se iba a dormir cada noche, sollozando.

Dándose cuenta de la repentina tensión que se había apoderado del ambiente, Meghan carraspeó.

—Quizá debiéramos… —comenzó a decir, indicando la puerta.

—Déjenos —dijo Lauren Jauregui, que estaba mirando fijamente a Camila con sus verdes ojos—. Quiero hablar con la señorita Cabello a solas.

—Pero…

—Está bien, Meghan —mintió Camila, que ya sentía cómo le temblaban las rodillas. En realidad no quería quedarse a solas con aquella mujer, cuya falta de delicadeza no le había sorprendido.

Ya había deducido que no tenía dignidad… no tenía ni ética ni moral. Era como el dios griego Ares, pero en este caso echo mujer, el Dios de la guerra; frío y guapo, pero que llevaba muerte y destrucción.

Se enderezó; le debía a su familia el enfrentarse a ella. Pero el problema era que ella odiaba los conflictos. Claro que en aquella ocasión no le quedaba otra opción.

Mirando a aquella mujer, se dio cuenta de que era tan fría e intimidadora como se decía de ella, y de repente todo lo que deseó hacer fue salir corriendo. Pero entonces recordó a su hermana cuando era pequeña, tan castaña y perfecta, siempre sonriendo. Y recordó también los sollozos de su madre… y todas las cosas que había decidido decirle a Lauren Jauregui si algún día la tenía frente a ella.

Se preguntó por qué debería tener miedo de quedarse a solas con ella; ¿qué le podría hacer ella a su familia que no le hubiera hecho ya?

Ella seguía mirándola fijamente y ella pensó que había que reconocer que aquella mujer tenía valor; era capaz de mirarla a los ojos sin aparentar el más mínimo remordimiento.

—Primero, quiero ofrecerle mis condolencias por la muerte de su hermana —dijo ella una vez estuvo segura de que Meghan ya no podía oírlas.

Lo directa que fue impresionó a Camila casi tanto como su hipocresía. Aquello habría podido significar algo si hubiese hablado con un poco más de dulzura, pero el tono que empleó Lauren era duro; aquella frialdad era casi insultante.

—¿Sus condolencias? —dijo ella con la boca tan seca que apenas podía hablar—. La próxima vez que ofrezca sus condolencias, por lo menos trate de aparentar sentirlo. Dadas las circunstancias, su compasión está fuera de lugar, ¿no le parece? ¡De hecho, creo que tiene muy poca vergüenza de presentarse aquí para ofrecer «sus condolencias» después de lo que hizo!

Era la primera vez que Camila le hablaba a alguien de aquella manera.

—La muerte de su hermana en mi villa fue muy desafortunada, pero…

—¿Muy desafortunada? —Camila, que nunca levantaba la voz, lo hizo en aquel momento—. ¿Desafortunada? ¿Es eso lo que se dice a sí misma, señora Jauregui? ¿Es así como apacigua su conciencia? ¿Cómo logra conciliar el sueño por las noches…?

—No tengo ningún problema para dormir por las noches —los ojos de Lauren reflejaron algo peligroso.

Camila se percató de repente de lo rápido que le latía el corazón y de lo húmedas que tenía las manos. Sintió ganas de agredirla y debió notársele ya que los dos hombres que esperaban en la puerta se adelantaron.

—¿Quiénes son? —preguntó.

Mi equipo de seguridad —Lauren Jauregui les indicó con la mano que se retiraran.

¡Comprendo por qué una mujer como usted tiene que ir acompañado de un equipo de seguridad si trata a todo el mundo como trató a mi hermana! ¡No tiene conciencia! —Camila puso ambas manos sobre su escritorio; era eso o pegar a Lauren—. Mi hermana murió porque cayó desde su terraza… ¿y usted está ahí delante diciéndome que tiene la conciencia tranquila?

—Hubo una investigación policial y se le practicó una autopsia. La conclusión a la que llegaron fue que fue un accidente —dijo ella sin ninguna emoción reflejada en la voz.

Aquello provocó que el enfado de Camila alcanzara niveles peligrosos. No había tenido ni idea de que pudiera llegar a sentir tanta furia. Pero era porque no había tenido la oportunidad de expresar sus sentimientos; había estado muy ocupada cuidando de su madre y sólo había tenido tiempo de pensar por las noches, cuando su mente se veía invadida por pensamientos sobre su hermana. Su hermana pequeña. La persona a la que más había querido en el mundo.

Joyas del Corazon(Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora