✨🧨 ⋯ ━━━ 𝗚𝗢𝗟𝗗 𝗧𝗥𝗔𝗜𝗟.
❛ En donde Charlotte Heller y
Tony Stark se encargan de ser
dúo más caótico antes visto. ❜
Creamos a nuestros propios demonios. Cuida tus pal...
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█▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀█ CAPÍTULO TREINTA 🗯️ÉL TE NECESITA. █▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄█
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Charlotte no supo qué responder cuando su pequeña le preguntó si a Tony le había gustado su pastel de cumpleaños. La verdad, probablemente, él ni siquiera se percató de que lo había dejado por ahí. De cualquier forma, a veces era bueno mentir, y decirle que el pastel le había encantado.
El día después de aquel momento incómodo había sido terrible. No sabía si alguien había llamado, ya que optó por no encender su teléfono celular y mantener el de su casa desconectado, sin darle explicaciones a nadie y sin alguien que quisiera cuestionarlo. La que sucedió en la fiesta solamente había sido la cereza del pastel, pensar en Tony o hablar con él era lo último que quería hacer. Y tal vez debía comenzar a buscar un nuevo trabajo.
Había tenido en su mente una de las pocas cosas que recordaba de sus padres. No sabía si era una especie de trauma, pero ella los recordaba como un par de robots fríos y sin capacidad de sentir, pero de vez en cuando lo dudaba. Recordaba muy pocas cosas sobre ellos, pero el nacimiento de Acacia había sido diferente. Sus padres sonreían, su mamá lloraba, ambos peleaban por elegir el nombre y la pequeña Acacia parecía ser una especie de milagro del cielo. Charlotte siempre se preguntó si su reacción había sido la misma cuando ella nació, pues no tenía a nadie que pudiese contárselo. Claro que, cuando ella tenía seis años, estaba encantada con la idea de tener una persona con la que pudiera jugar o contar sus secretos, y lo fue, pero definitivamente no de la manera en que lo esperaba.
De cualquier manera, le gustaba pensar de vez en cuando que sus recuerdos eran borrosos y muy confusos. Prefería creer que los momentos en que sus padres habían sido buenos no estaban en su memoria, que existía una posibilidad de ello, que era demasiado pequeña o pasaban por algún momento al final. Le daba algo de paz cuando la necesitaba.
Pero, si algo tenía claro cómo el agua sobre ellos, o por lo menos sobre su mamá, era que era hermosa, definitivamente la mujer más bonita que podría imaginarse; rubia, enormes ojos verdes, unas piel y figura perfectas. Y lo que una vez le dijo, cuando apenas tenía cinco años: «no dejes que ese bonito rostro sea lo único que las personas vean en ti». Y jamás se lo había comentado a nadie, ni a Acacia, quien constantemente preguntaba sobre ellos, mucho menos a Andrew, aunque él hablara a morir sobre lo maravillosa que era madre. Había decidido quedarse con esas palabras, para ella, sabiendo que era lo único memorable que podía atesorar sobre Marianne Heller.
