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Los tres estamos frente al rector que no deja de maldecir y depocritar contra nosotros. Seojun es quien se lleva la peor parte y por un momento me siento mal, pero se me pasa al ver la mandíbula de mi hermano con un hematoma.

— Usted, señorita Lee. ¿Por qué le metió el pie a su compañero? Manchó el uniforme de el señor Han — me habla el mayor y dos pares de ojos se fijan en mí.

— Yo no soy quien está regalando puñetazos como si fuera confetti — le respondo y las comisuras del chico Han tiemblan.

Antes de que pueda responder, el director aparece y al vernos a Suho y a mi en coordinación casi hace que el pobre hombre se desmaye. Palidece y fulmina con la mirada al otro hombre.

— ¿La señorita Sihan y Suho aquí? Nada que ver — se gira hacia nosotros y con un ademán nos ordena salir del lugar. No espero por más y simplemente salgo con rapidez sin esperar a nadie.

Ya me he metido hoy en suficientes líos.

[...]

Introduzco el código de mi departamento y al pitar, empujó la puerta entrando y subiendo la mirada. Me congelo apenas ingreso. Una figura que debería de estar a miles de kilómetros se encuentra sentado de forma despreocupada en mi sofá con la vista pérdida en el portarretrato de mi madre que está encima de la mesita.

El sonido de la puerta llama su atención y sube la mirada ofreciéndome una gran sonrisa mientras se levanta con energías del sofá.

— ¡Hija!.

Pero mi padre debería de estar en Japón. No aquí en Corea.

Parpadeo varias veces y entro cerrando la puerta detrás de mí. No me quitó la mochila pensando en mil excusas para salir pero a la vez no teniendo ninguna. Estoy incómoda.

— ¿Qué haces aquí? — mi pregunta lo sorprende y abre la boca para hablar pero sigo hablando sin realmente darle una oportunidad de hacerlo — Olvídalo. Voy de salida. Alimenta a mis peces si te quedas.

Retrocedo, abro la puerta y mientras la puerta se cierra, escucho susurrar algo de su parte.

— Pero apenas llegabas....

[...]

Tocó el timbre varias veces hasta que SooAh finalmente me abre. Le explique todo de camino y no tuvo ningún problema con que pasara la noche en su casa. Me deja entrar murmurando la serie que está viendo y me invita a verla para distraerme.

Sonrió. Realmente eso es lo que me hace falta. Distracción.

Esa noche vemos la serie hasta tarde y finalmente cuando nuestros ojos no aguantan más, ambas nos quedamos dormidas en extrañas posiciones en el sofá que lamentamos horas después con dolor en diferentes partes del cuello y la espalda.

Llegó a la escuela y con una almohada para el cuello puesta y camino por los pasillos sin importarme los cuchicheos de los demás. Total, a la que le duele es a mí y no a ellos.

Entro al salón y me siento en mi asiento teniendo minutos después a Jugyeong encima preguntándome por la almohada. Le explico pero la chica anda tan distraída que se conforma con cualquier cosa que salga de mis labios.

— ...entonces, finalmente atravesé la ventana y la luz de la luna me devolvió las fuerzas que la sangrienta lucha me quitó contra el mal — asiente y esta vez me río a carcajadas logrando sacarla de sus pensamientos.

— ¿Ah?.

— Jugyeong — tomo su mano y la aprieto — no me estás prestando atención desde hace rato. Baja de esa nube.

Frunce el ceño por mis palabras y asiente de repente con firmeza e inflando el pecho. Enarcó una ceja viéndola.

— Baja de esa nube — repite para sí en un mantra, se suelta de mi agarre y va a su asiento sin más que decir.

Todos en esta escuela deberían de bajar de esa nube.

Me extraña cuando SooAh quien llegó conmigo aún no entra al salón y de echo, varios están arrastrando las mesas contra la pared dejando el espacio del medio libre. Salgo de la cárcel de mesas y veo como decoran todo en segundos. No me extraña ver al novio de SooAh siendo el cabecilla de la operación.

Me cruzo de brazos sonriendo cuando SooAh entra y sus ojos brillan de alegría por la sorpresa del chico. Todo es risas hasta que el relleno de la tarta cae sobre el sorprendido rostro de Jugyeong. La chica sale corriendo con SooAh, Soo-jin y todos detrás suyo.

Ruedo los ojos y tomo el saco más cercano a mí caminando detrás de la multitud. En el camino encuentro a Su-ho, empujó el saco en su pecho y le señaló hacia donde está la chica siendo atosigada por los demás. Asiente sin decir nada y va hacia ella tapando su rostro manchado y llevándola al baño de chicas con rapidez.

Satisfecha conmigo misma, giro y tropiezo con otro cuerpo más delgado pero firme. Su mano sujeta el centro de mi espalda evitando que caiga de bruces contra el suelo y lo agradezco.

Levanto la mirada y las palabras que iba a decir se quedan atoradas en mi garganta al ver el rostro de Seojun muy cerca del mío. Sus ojos están fijos en los míos, me suelta cuando recupero el equilibrio y retrocede dos pasos manteniendo el espacio personal.

— Deberías estar atenta a tu alrededor — murmura rascando su nuca. Sus ojos nunca dejando los míos.

Siento mi rostro tomar algo de color pero jamás he sido una cobarde, tal vez un poco mentirosa, pero nunca cobarde. No aparto la mirada.

— Gracias — respondo. Sus labios forman una pequeña sonrisa de labios sellados. Lindo.

— Supongo que soy el caballero que rescata a la damisela en apuros — su tono es sarcástico pero sus palabras increíblemente dulces.

Río y asiento dando varios pasos hacia atrás. Jugyeong me necesita.

— Lee Si-han — me presento formalmente ante él avergonzada de haberlo llamado varias veces idiota en mi mente. Aunque eso no quita que lo he visto devolviendo sus tripas en un envase de ramen.

— Han Seo-jun — murmura de vuelta apartando los ojos.

Ambos asentimos y cada quien toma un camino diferente sin intercambiar más palabras. Sin embargo note algo..

Seojun apartó la mirada primero.

𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐋𝐢𝐞 ➤ Han Seojun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora