15. Sacrificio (I)

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¡Hola lectores!

Lo primero, un abrazo muy grande a todos y gracias por haber llegado hasta aquí ;3 Esta pequeña nota es para hacer una breve aclaración sobre este capítulo: al ser más extenso de lo normal, estará dividido en 2 partes.

Y como digo siempre, cualquier voto y comentario se agradece. Muchas gracias a todos.

Char.

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Heather, sentada sobre el escritorio, contemplaba como el sol desaparecía en la lejanía. Desde aquella perspectiva parecía que el cielo hubiese sido dibujado a mano, trazando cuidadosamente cada diminuto detalle. Desde la ventana alcanzaba a ver la silueta de Athkor a lo lejos, sobrevolando el extenso bosque que separaba Dragonwings del resto del mundo. A Heather le hubiese encantado seguir a lomos del inmenso dragón rojo, cabalgando sobre el cielo, conquistando las nubes. Había leído infinidad de relatos en su infancia acerca de caballeros de dragones, de cómo éstos reinaron tiempo atrás, antes de que Eireen fuese la civilización en la que vivían. A menudo se preguntaba cómo debía haber sido la vida en aquella época: los jinetes de dragones en su máximo apogeo y gobernando desde el cielo hasta la tierra. Y ella había experimentado la sensación de volar sobre uno de los pocos que quedaban en el mundo.

Desvió la mirada y se concentró en Alex que leía con el rostro imperturbable. Aquel muchacho inocente desapareció en cuanto abrió los ojos. Alex Walker era un joven fuerte y leal que, sin duda alguna, había peleado más de una vez y el candor de la infancia habían quedado atrás. Sin embargo veía en el rasgos que la hacían sonreír sin apenas percatarse de ello. Soltó un suspiro y dejó los libros a un lado después de varios minutos concentrado en las letras. Permaneció un tiempo sin decir nada, aunque tampoco sabía cómo comenzar. Heather se sentó a su lado esperó a que el joven dijese algo, necesitaba que hablara él.

—Con que eso era lo que ocultabas... –dijo Alex observando los libros prohibidos–. No puedo creer que seas una Hoot. ¿Cómo has conseguido los libros? Mi padre creía que todos habían sido destruidos, ¡y no solo él! ¿Sabes lo que significa que aún queden estos ejemplares...?

—Dudo mucho que tu padre no sepa de la existencia de estos tomos –negó Heather y Alex la miró sin comprender–. Quiero decir, piénsalo: uno de ellos contiene la historia sobre... –Al recordar su reacción ante el primer capítulo, decidió omitir esa información.– Dragonwings; el maestro del gremio no puede ignorar que existe tal información.

—¿Estás insinuando que mi padre me engañó? –preguntó Alex confuso.

—No, no –saltó la joven de golpe–. Quizás tan solo suprimió algunas partes. Tal vez sepa que aún están en algún lugar pero los considera desaparecidos y prefiere decir que fueron destruidos.

—Ah... supongo que tienes razón –admitió el chico rascándose la nuca. Le costaba asimilar aquello, pero era lo más verosímil–. ¿Y qué tienen los libros que ver con tu pequeña desaparición?

Heather se encogió de hombros. Necesitaba comportarse de forma natural para que su amigo no sospechara acerca de su próxima mentira. Detestaba tener que hacerlo, no obstante, la carta que había recibido era un asunto personal y sería ella quien lo resolviera, sin la ayuda de nadie más. No era más que orgullo propio, pero así era ella.

—Me di cuenta de que se me habían caído y fui a buscarlos. Cuando me encontraste me había dado cuenta de que los guardé en un lugar diferente y por eso estuve tan rara. Entenderás que perder algo así me ponga nerviosa -explicó Heather y aquello pareció contentar a Alex ya que no hizo más preguntas sobre el tema. Por el momento bastaría.

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