7. La carta

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Heather releyó las páginas una y otra vez, buscándole el sentido a aquello. No comprendía nada. Catherine Storm: el nombre de su madre. Estaba segura, aquel libro hablaba sobre su madre… y Aster. Aquel hombre había sido durante décadas el tirano más horrible y sádico de Eireen. ¿Cómo podía ser el hermano de su madre? Nada tenía sentido, era como si toda su vida se empezase a desmoronar.

Tiró el libro al suelo y miró hacia el horizonte con la mirada perdida, la confusión reinaba en su mente. Todo era tan absurdo que podía ser cierto. Lo único que sabía sobre su madre era que perteneció un tiempo a Shadowheart, donde conoció a su padre, y luego huyeron cuando se enteraron de los planes de Aster contra Eireen. Si lo que ese libro decía era cierto, entonces ella tenía sangre de aquel monstruo, era familia del Tirano.

-¡Pelirroja! –Una voz familiar la despertó y escondió el libro rápidamente bajo su camiseta.

-Ah, hola Alex –contestó Heather sin mucho ánimo.

-El discurso de mi padre está a punto de comenzar y créeme, no te lo querrás perder. ¿Nos vamos?

-Esto… ¿ya es la hora?

Alex frunció el ceño, Heather estaba más nerviosa de lo normal.

-¿Ha ocurrido algo? Y ahora que lo pienso, ¿qué sritch haces aquí?

-Nada importante yo… solo quería ir a tomar un poco el aire.

-Mientes –respondió Alex tajantemente.- Pero sé que no me lo vas a contar, así que lo respetaré.

-Gracias. Bueno, ¿nos vamos? –Heather esbozó su mejor sonrisa y Alex pareció satisfecho.

La chica lo único que quería era seguir leyendo, no obstante si se lo decía a Alex, haría tantas preguntas que Heather acabaría contándoselo todo, y no era precisamente lo que necesitaba. Se levantó y cuando Alex se dio la vuelta, se aseguró de que el libro no sobresalía de su camiseta. Seguiría leyendo más tarde, necesitaba saber más cosas sobre su madre. Se dijo a sí misma que era por conocer su parentesco con el Tirano, pero sabía que en realidad lo que quería era conocer a su madre. Apenas le quedaban recuerdos de ella, y su tía nunca le había hablado sobre ella. Era como si su madre y lo que la rodeaba fuese un misterio que nadie quisiera revelarle.

Entró en la sala de conferencias y vio que la sala estaba prácticamente llena, ¿cuánto tiempo se había pasado leyendo? No tenía ni idea, pero seguramente más del que pensaba. Saludó a Jack, Sam y Arya y se sentó entre ésta y Alex, el lugar que le habían reservado.

-Ey Heather, ¿a dónde has ido? –preguntó Jack. El chico se inclinó hacia delante, aplastando a Arya, y ésta le propinó un codazo en el costado.- ¡Ay!

-Idiota… -murmuró Arya fulminando con la mirada al mago.

-No me encontraba bien y he salido a tomar el aire.

-Quizás deberías ir al médico –observó Sam obviamente preocupado.

-No, no, estoy bien, solo ha sido un bajón de tensión –mintió la maga.

Sentía un nudo en el estómago que se hacía cada vez más grande. ¿Por qué no les decía la verdad a sus amigos? ¿Es que no confiaba suficientemente en ellos? Estaba hecha un lío, ya no sabía qué hacer, necesitaba olvidarse de todo un rato. 

Como escuchando sus pensamientos, el director apareció en el escenario y Heather pudo olvidarse de sus problemas durante un rato. El padre de Alex paseó la mirada por todos los alumnos y Heather juraría que se detuvo en ella unos segundos, aunque quizás era solo su imaginación. A su lado se encontraban Marie Charleston y Tobías McGraw, ambos con el rostro inescrutable y con la mirada fría fija en el horizonte. La mujer frunció el ceño al ver a Heather y le dijo algo el oído a Tobías, que se encogió de hombros.

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