CAPÍTULO 16

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La ducha está más que helada. Se me mete el frío en los huesos, la piel del pecho se me pone azul y se me llena de manchas. Pero al menos me distrae temporalmente de los nervios. Estoy a punto de conocer a Yeosang. Espero un sentimiento maravilloso de anhelo, pero lo único que pienso es que compito con el fantasma de Sakura... Y no estoy a la altura. 
Sakura y Yeosang. Una historia de amor épica. En su primer encuentro saltaron chispas. Hubo una atracción instantánea, una conexión. Sakura lo esperó en el huerto, bajo un melocotonero, sabedora de que él pasaría por allí durante su paseo de media noche, y luego atrajo su atención chillando al hacerse un corte en la mano, pero no un chillido agudo como el de un mono, sino con un gritito en plan despampanante damisela en apuros. Yeosang corrió a ver qué pasaba, y con una sola mirada a aquellos grandes ojos castaños, todo lo que sabía del mundo empezó a desmoronarse. Se había enamorado de una impe.

Cuando me mire a mí va a echar a correr en dirección contraria.

Yeeun me atusa los rizos y me pellizca las mejillas, murmurando no sé qué de que Sakura tenía un resplandor natural. No podría sentirme menos a la altura aunque lo intentase. Cuando ha terminado de toquetearme la cara y el ego, nos guía a In y a mí hacia el huerto, moviéndose por la hacienda en la oscuridad con la facilidad de un murciélago.

La hacienda Kang es grande, incluso para los patrones gema. Son cientos de hectáreas de bosques y praderas y cuidados jardines. Creo que podría perderme con facilidad, así que no me separo de Yeeun, aunque su perpetuo ceño fruncido me perturba.

Cruzamos un potrero, saltamos una cerca, bordeamos la orilla de un lago... La ruta, por cierto, me parece familiar, me recuerda al decorado de la película, pero me siento tan lejos de ser una estrella de cine que no resulta real. Parece que los nervios aumentan con cada paso y ahora ocupan todo mi cuerpo y me tiemblan hasta los dedos. Empiezo a echar de menos aquella ducha más que helada.

Siempre se me ha dado fatal el otro sexo. Solo he tenido una cita, que terminó cuando me atraganté con una aceituna, y no me han besado más que dos veces. Una de ellas estaba tan borracha que apenas lo recuerdo, y la otra fue como si me metieran un pepinillo húmedo en la boca. Cuesta mucho ligar cuando estás siempre a la sombra de Wonyoung, el maniquí humano.

Yuri la Virgen. Jeon Jungkook me llamó así toda la evaluación, hasta que Yena le dio un rodillazo en las pelotas y lo llamó Pajastein.

Solo de pensar en Yena y Wonyoung creo que me va a estallar el corazón. Tengo que conseguir que Yeosang se enamore de mí o nos quedaremos aquí atrapados. La imagen de mis pies tambaleándose en el aire me invade la conciencia («dentro de una semana me ahorcarán»), pero la empujo a la zona más oscura de mi cerebro, junto con la aceituna, el pepinillo y todas mis demás inseguridades.

Yeeun se detiene junto a una pérgola frondosa por la que trepa una glicinia.

–Tu mejor baza es esa, el huerto –dice, señalando más allá de la arcada–. Debería pasar por aquí en su paseo nocturno. Apáñatelas para atraer su atención, haz lo que tengas que hacer. Dios sabrá por qué Hongjoong confía en ti, pero si nos fallas te mataré.

«Supongo que lo de desearme buena suerte ni se lo plantea, entonces», pienso.

–Ven acá, mozalbete –dice agarrando a In por el brazo–, que tres son multitud.

–No –la voz me sale un poco desesperada.

Yeeun me fulmina con la mirada.

–¿No puede quedarse? Por favor, no sé si puedo hacer esto sola.

In me interrumpe:

–Me necesita para prepararse. Somos un equipo, ¿sabes?

A Yeeun se le pone la cara de asco al oír la palabra «equipo».

EL BAILE DEL AHORCADO (HyunRi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora