CAPÍTULO 9

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Desaparecemos por una calle lateral y, tras varios desvíos algo desconcertantes, nos mete por un portal.

–Aquí estáis a salvo.

Al oír esas palabras, me dejo caer al suelo en posición fetal. Debe de haberme dado una arcada, porque la boca se me llena de bilis y creo que estoy llorando porque oigo los sollozos de una chica aterrorizada. Dejo de aferrarme el cuello con las manos para apartar demonios imaginarios; una colonia de hormigas corretea por encima de mí, picándome, escarbando. Yena está sentada a mi lado y me acaricia la mano, y el impe moreno no me aparta el pelo de la cara por si vomito. Estos gestos dulces me ayudan a salir del pozo. Consigo sentarme como puedo y me apoyo en la pared, al lado de Wonyoung. Me giro hacia ella y veo su cara: pálida, macilenta y manchada de rímel.

–¿Estás bien? –me pregunta.

Al intentar mover la cabeza siento otro dolor: el círculo ardiente que me rodea el cuello. Lo recorro con los dedos y noto algo húmedo y caliente que rezuma hacia mi colgante del corazón partido.

–El nudo de Yuri estaba apretadísimo –dice Yena–, le cortaba la piel.

Se esfuerza mucho por hablar en tono normal, como si no pasara nada, pero le noto un titubeo al final de la frase. 

El impe me pasa una taza de líquido humeante.

–Toma, intenta beber un poco.

La cojo con manos temblorosas y voy dejando que mi pecho suba y baje como a su propio ritmo. Tomo sorbos pequeños, cortitos, y el dolor del cuello va remitiendo. Sabe un poco a té negro. Le pasa una taza a Yena y otra a Wonyoung y oigo que murmuran una palabra de agradecimiento. Wonyoung la huele y la deja en el suelo.

Poco a poco me voy fijando en el lugar que me rodea: una habitación pequeña, austera y sin moqueta; hay cajas en lugar de sillas, un lavabo pequeño en una esquina y un hogar en la otra. El impe saca una colcha de una caja y me la echa sobre los hombros. No me había dado cuenta del frío que tengo.

–¿Me contáis vuestra historia, pues? –pregunta el impe. 

Una única palabra me saca del aturdimiento: In. Recuerdo la última vez que vi su cara, tensa por la ansiedad.

–Tengo que encontrar a mi hermano. –Intento incorporarme, pero los brazos ceden, el mundo empieza a dar vueltas y acabo chocándome de espaldas contra la pared y tirándome el té encima. 

El impe me roza los dedos al coger la taza.

–Vais a quedaros aquí un ratito. Estáis en estado de shock y esos cabrones de los controladores podrían seguir por ahí –su voz suena acogedora, como si lo conociera de hace años, y se me relajan un poco los músculos.

–Tiene razón –dice Wonyoung.

Yena asiente.

–A In no le va a pasar nada; está con Yeeun, que es un pedazo de arpía.

Me muerdo el labio inferior para intentar que no me tiemble. Se hace el silencio entre las paredes desnudas.

–Me llamo Hyunjin –dice el chico al fin, tocándome un brazo.

Levanto la cabeza como un resorte.

–¿Hyunjin? 

–Eso he dicho. –Me mira un poco desconcertado–: Hyunjin.

–¿El Hyunjin del canon?

Me mira moviendo la cabeza como si estuviera loca.

–¿El Hyunjin del qué?

EL BAILE DEL AHORCADO (HyunRi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora