CAPÍTULO 32

10 2 2
                                    

Hemos vuelto a la habitación. las manos de Baba todavía descansan sobre mi cabeza. La miro, casi sorprendida de volver a ver unas pestañas cerosas donde antes habían unos ojos verdes.

Sonríe, pero hace un tiempo que sus dientes han desaparecido.

–Hongjoong ya está aquí.

Instantes después, oigo el golpeteo de sus botas al acercarse. Franquea la puerta.

–Tu minuto se ha acabado.

Me ha parecido mucho más de un minuto, y sospecho que el tiempo pasa más despacio durante la fusión de mentes.

–Déjala ver al chico –dice Baba.

–Ni de coña.

Baba se cubre la cabeza con la capucha.

–¿Cuándo vas a aprender a confiar en mí?

Salimos al pasillo, pero en lugar de conducirme de nuevo hacia la parte principal de la iglesia, Hongjoong me interna aún más bajo tierra hasta que llegamos a una puerta azul, oxidada. La reconozco por la película: Hongjoong acompañó a Sakura a esta misma celda para que viera a Yeosang. Estoy siguiendo los pasos de Sakura una vez más, y tengo la impresión de que el canon ha empezado a burlarse de mí recordándome constantemente lo que debería estar haciendo si no la hubiera cagado en la mansión.

Mientras contemplo la puerta azul, se me empieza a erizar la piel del cuello cabelludo. Esa escena del canon me dio un miedo horroroso: Hongjoong estuvo a punto de matar a Yeosang empujándolo contra la pared y blandiendo un cuchillo junto a su mejilla, y todo eso con los gritos de Sakura de fondo. Wonyoung y yo nos pusimos a chillar a la tele: «¡No, no, no se te ocurra hacerle ni una marca a esa cara tan perfecta!». Creo que In tiró hasta doritos. Pero Yeosang se salvó proporcionándole a Hongjoong información de alto secreto acerca de un burdel clandestino y gestionado por los gemas: la Carnicería. Hongjoong utilizó esa información para asaltar la Carnicería esa misma noche. Wonyoung y yo chocamos los cinco cuando Hongjoong apartó el cuchillo. Que Yeosang revelara datos clasificados de los gemas para poder estar con Sakura me parecía romántico. Ahora creo que es más bien patético soltar así los secretos de los gemas. Típico de Yeosang.

Pero ahora no es Yeosang quien está desplomado tras esa puerta azul, sino Hyunjin... mi adorable, valiente y honrado Hyunjin. Pienso en el cuchillo que probablemente Hongjoong lleve metido en el cinturón en estos momentos y se me acelera el corazón.

Hongjoong abre la puerta.

–Un minuto. Eso es todo.

Entro en la celda. La puerta vuelve a cerrarse a mi espalda y la oscuridad me envuelve... la oscuridad y el olor a musgo húmedo. Oigo el ritmo débil de la respiración de alguien, sincopada con el goteo del agua.

–¿Hyunjin?

–Estoy aquí –contesta.

Reconozco el timbre de su voz, pero no el tono... es demasiado apagado. Sigo la dirección de sus palabras mientras los ojos se me acostumbran a la penumbra. Comienzo a distinguir su silueta, encorvado en una esquina, con las rodillas pegadas al pecho. Le cojo las manos entre las mías.

–Madre mía, Hyunjin, ¿estás bien?

Aun en la oscuridad, me percato de lo mucho que se le ha empezado a hinchar la cara. 

–¿Estás con los rebeldes? –pregunta–. Mierda, ¿y no se te pasó por la cabeza comentármelo?

–Lo siento, lo siento. Aquella noche, cuando me ayudaste a poner la rosa en el alféizar de Yeosang... Pensé que lo sabías.

EL BAILE DEL AHORCADO (HyunRi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora