Solo Tu

Estamos juntos

ADVERTENCIA: Este capítulo es para mayores de 18 años, tiene contenido sexual y es explícito (Según mi criterio, lo que yo considere explícito, y lo que alcance mi imaginación). Así que no es tan bueno. 

No es necesario que lo leas, puedes saltártelo. 

Seguido de mis advertencias, continua con precaución y no me hago responsable de traumas. 

Eran las tres de la mañana, y no podía dormir. Estaba con la adrenalina en todo mi cuerpo, necesitaba agotarme, o me quedaría despierto toda la noche. Así que supe que tenía que hacer. y me encanta y me aterra de cierta manera. Tome algunas cosas para esta noche, y salí por mi ventana, no sin antes asegurarme de que la puerta estaba totalmente bloqueada.

Lo sabía, sabía que él estaría durmiendo pesadamente, sobre aquella cama. Por eso no dude en subirme sobre él, tirarle unas telarañas para que no moviera sus brazos, y con una navaja, le corte la poca ropa que tenía. Wade, se levantó insultándome.

—¿Qué mierda niño?—preguntó enojado, y aunque pareciera ridículo. Su voz me calentó de sobremanera. Cuando entre, estaba seguro de lo que quería, pero escuchar ese timbre de voz tan dominante, me calentaba mucho más de lo que podía controlar, y solté un jadeo sin pensarlo.

Con una sonrisa traviesa, yo me senté sobre su pelvis, sin vergüenza empecé a desabrochar mi camisa blanca. Él se negaba, claro que lo hacía, no quería admitir que era atractivo para él, que yo le gustaba, pero todo eso estaba bien. No tenía intención de preguntarle a su boca, porque se que diría que no, pero había cierta parte de él que era mucho más honesto que cualquier otra. Y sabía que su instinto lo iba a traicionar...

Mi cuerpo ardía, pero no quería parecer desesperado, quería que él estuviera desesperado. Me deslice el cinturón y lo lance al piso, no tenía ganas de esperar mucho para que él se pusiera a cien, pero ver su pecho desnudo lo compensaba. Seguí con mis pantalones, y solo quedé en bóxer sobre él.

Con un poco de timidez empecé a tocar su pecho. Acaricié esos duros abdominales, mientras él estaba callado, sus ojos fijos en mí y en todos mis movimientos, como un animal hambriento que analizaba los movimientos de su presa. Gateé hasta que nuestros rostros estuvieran frente a frente. No tenía ganas de disimular, y mi vista se fijaba directamente en sus labios. Labios entreabiertos, con la intención de soltar un insulto o una orden para que me detuviera.

—Niño—gruñó, mientras yo bajaba una mano por su abdomen, hasta quedar entre mis piernas, y su entrepierna—No quieres enfrentarte a mi, no en ese estado—me advirtió.

—Me gusta el peligro—le susurré, mientras mi mano se adentraba en su pantalón, cuyo cierre había roto con mi navaja. Estaba palpando su miembro, duro y viril cubierto por su bóxer. Y cuando lo apreté juguetonamente, él solo gruño en respuesta.

Yo solté una suave risa, y me volví a sentar frente a él, y sacaba mi mano..

—¿Qué sucede profesor Wilson?—pregunté mientras deslizaba mi bóxer negro, lo suficiente como para que mi pene totalmente erecto saliera de ahí y se alzara casi suplicando por que lo aliviara.

Muchas veces me había masturbado, había jugado con mi entrada y comprado varios tipos de lubricante, y todo pensando en él. En el momento en que yo pudiera montarlo, en como se sentiría que él me hiciera el amor, puede que no se pareciera a mis fantasías, pero esto era real y se sentía demasiado real. Podía sentir su mirada sobre mi pecho desnudo, sobre la cabeza de mi pene, que estaba goteando presemen, desesperado por ser tocado. No quise esperar mucho, quería tocarme y podía sentir como poco a poco un bulto se formaba en mi entrepierna.