Ira

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Todo estaba bien, hasta que te fuiste.

¿Por qué te fuiste? El amor de mi vida desapareció, sin dejar rastro.

Después de nuestros encuentros de los fines de semanas, estaba muy feliz, claro que no podía darte ninguna nota, por el simple hecho de que sospecharías de mí, si es que ya no sospechaba antes, porque si era así, entonces lo confirmaras, y no estoy listo todavía. Pero igual, nada me detenía a escribirte un montón de cartas.

Pero, como si se me prendiera un foco, se me ocurrió una idea, para asegurarme de que tengamos una relación más allá que profesor-alumno, y al mismo tiempo, que no tengas ninguna sospecha sobre mi. De solo pensarlo, me emociona.

—Hola, lamento llegar tarde, profesor—murmure nervioso, entrando a la biblioteca, estaba practicando mi forma de aparecer, tenía que parecer nervioso, pero no agitado, se vería poco convincente—lamento llegar tarde, profesor—repetí, para llamar tu atención, pero tu solo suspiraste.

—Toma asiento, Parker—«Amo tus labios cuando dicen mi apellido» pensé, y sin querer me sonroje—¿Sucede algo? Te noto nervioso—y ese comentario, fue la luz verde para comenzar mi plan.

—Bueno, vera, se que esto sonara raro—murmuré, mirando mis manos, mientras los movía para fingir un poco más mi papel de nervios.

—¿Puedes ir al punto, por favor?—me pidió—Créeme que tu llegando tarde a una biblioteca pública, es lo más sorprendente y raro que haya visto. Pero a estas alturas, ya nada me sorprende—comentó confiado.

—Un sujeto extraño, me dio esto—comente mostrando una carta—me dijo que era para usted, y que debía cuidarme, la verdad no lo entendí mucho—aclaré mientras veía como su mirada pasaba de asombro a...¿Preocupación? «Tranquilo amor de mi vida, yo nunca estaré en peligro» pensé muy feliz, y no solo por eso, sino también porque estabas cayendo en mi plan.

—¿Puedes dármela?—pidió estirando su mano, fingiendo no entender, se la di. Y él se puso a leerla, y al verlo tan concentrado, no pude evitar morder mi labio, se veía tan hermoso, y más con ese ligero ceño fruncido—¿Sabes quien pudo dártela? ¿Es alguien que puedes reconocer? ¿Aunque sea me lo puedes describir?—todas esas preguntas me sorprendieron.

—Lo siento, estaba tapado y no pude verlo bien, ni siquiera la cara—me disculpe, fingiendo pena y él solo suspiro.

—Esta bien, solo me preocupo nada más, me deje llevar—aclaró, mientras guardaba la carta entre sus libros. Casi se detiene mi corazón cuando vi que él mantenía todas mis cartas.

—¿Es algo peligroso?—pregunté.

—Es un acosador, lo siento, esto no es apropiado, mejor sigamos con tu clase ¿Hasta que hora te dejaron esta vez?—preguntó, y yo solo sonreí, mientras sacaba mis cosas. Varias veces, tuve que irme por mi deber como Spider-Man, y mi gran excusa fue, que mi tía, preocupada por mi seguridad, me dio un horario de llegada, que poco a poco, iba cambiando.

—Hasta las diez—conteste, viendo como a él se le formaba una mueca, casi una sonrisa.

La clase extra, fue muy emocionante, no solo por el hecho de ver a ese hombre siendo perfecto, pero ver como cambiaba de temas y los unía con la misma gracia, de cualquiera que ama lo que enseña, y ama enseñar.

Todo iba bien, pero te fuiste. No volviste a casa, después simplemente pediste tus días de descanso, por estar enfermo y mi preocupación subió de forma desmedida. Entre a tu departamento y busqué algo que me diera una pista de tu paradero. Pero no lo encontré.

Esa semana, fue la peor de toda mi vida, no solo me sacaba diez en tu materia, pero estaba de mal humor. Cuando me volvía Spider-Man, todos los rumores sobre mi supuesto sentido sanguinario, y mi nueva forma, algo, agresiva de enfrentarme a mis enemigos, se hacía presente. Pero no podía evitar desquitarme con ellos, por más que sea algo raro para muchos, lo necesitaba, así me evitaba los malos tratos que Peter Parker, podía tener con los demás.

Cuando pensé que nada podía ser peor, después de esa semana. Llegó el suplente del amor de mi vida, con una sonrisa, cosa que realmente me molesto «¿Cuanto más tendré que esperar para verte?» me pregunté mentalmente.

—Buenos días alumnos, debo informarles que a partir de hoy, el profesor Wilson, ya no será profesor de filosofía, debido a que él renunció—entonces todo se detuvo, eso no podía ser cierto. Él amaba enseñar, su pasión era reprobar a sus alumnos, y no se iría así porque si, la paga era buena, así que no tenía sentido, además si alguien lo molestara, ya no existiría en este mundo. Levante mi mano para preguntar, pero aquel idiota solo me ignoró, entonces controlando mi desesperación me puse de pie.

—Disculpe—hable y en ese momento, se dignó a mirarme.

—¿Qué necesita señor Parker?—preguntó y yo fruncí el ceño.

—¿Por qué razón renunció el profesor Wilson?—pregunte intentando no sonar molesto.

—Eso ya es cosa del profesor Wilson, así que le pediré que pregunte sobre el tema de hoy, o no hable—aclaró, yo solo tome mis cosas—¿A donde va?—preguntó y yo pare en el marco de la puerta.

—La verdad, el profesor Wilson enseña mejor y ese tema ya lo dimos en clase, hace semanas—aclare y salí bastante molesto, pero sin querer choque con la profesora Vanesa, claro, "sin querer".

Luego de hacerme la víctima, y estar apunto de derramar lágrimas falsas, diciendo que el profesor Wilson, era alguien que me inspiraba, y un montón de cosas más, ella me dijo que se había enterado que mañana él se iría a recoger sus cosas, yo me despedí con una mala excusa, de que era mi turnos de cocinar, y me fui.

Ahora, solo debía sacudir el polvo de un lugar especial, y apresurar todos mis planes, y si, puede que sea peligroso, pero tengo tiempo suficiente para afinar cada detalle, y asegurarme de que nada, ni nadie vuelva a molestar. 

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