Manos a la obra

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Después de encontrarme con ese niño Parker, y que este se fuera sorpresivamente, me quede pensando que hace bastante no habla con Bruces, y su última llamada, no quedó exactamente establecida como iban a ir las cosas. Salí a fuera y llame a Bruces para aclarar algunos asuntos.

—Hola Bruce—salude cuando al fin contestó.

—Hola Wade—saludó tranquilo—me alegra qué llamaras, porque necesito qué vengas a mi laboratorio—comentó.

—¿Ahora?—pregunté sorprendido.

—¿Ocurre algún problema?—me preguntó preocupado.

—No, tranquilo, solo quería confirmarlo. Voy enseguida—dije, mientras me acercaba a la calle, para buscar un taxi.

—Oye, espera, iré a buscarte. De paso, te explicare algunas cosas—dijo antes de cortar.

Yo me quede pensando en lo qué iba a pasar ahora, ¿En verdad quiero intentar esto? Digo, sé qué podría ir ahora mismo a un hospital, y rodearme de gente qué me aseguraría qué estaría bien, y qué superaría toda la situación, cuando no es cierto y sea probable qué muera, a pesar de qué hay un no se cuanto, de porcentaje qué dice qué podría mejorarme. Pero al final, no me confirma nada, y Bruces es el único al qué puedo llamar medicina alternativa, solo me queda confiar en él.

—Hey Wade ¿Qué haces aquí?—apareció Quill siendo tan alegre como siempre.

—Hola Quill. Espero a alguien, nada más—comente sonriendo.

—Vamos amigo, sabes qué puedes confiar en mí—me insistió, sabía qué quería que le contara más detalles, es tan fácil de leer. Saqué un cigarrillo y me puse a fumar.

—Bueno, voy a ver a alguien qué me ayudara con algo importante—dije y él solo me miro confundido.

—¿Tu?¿Necesitas ayuda? Siendo la personas qué cree qué puede resolverlo todo solo ¿Acaso estás bien de la cabeza?—me preguntó incrédulo. Y claro, yo también lo estaría, suelo encargarme solo de todas mis cosas, y siempre me niego a la ayuda de cualquiera, al menos qué sea totalmente necesaria.

—Lo sé, es tan extraño viniendo de mi. Pero lamentablemente, esto es algo qué no puedo hacer solo—comenté, y después solté todo el humo de mis pulmones.

—Vaya, pensé qué estabas bromeando, pero lo dices muy en serio, ¿Estás bien?—preguntó preocupado.

—Amigo, tengo cáncer—confesé sin siquiera dudarlo, me miró sorprendido.

—No juegues conmigo—comentó y entonces, le ofrecí un cigarrillo, qué no dudo en tomar.

—Quisiera qué fuera broma—confesé tirando mi cigarrillo al bote de basura.

—Entonces, ¿Qué vas a hacer exactamente?—preguntó verdaderamente preocupado. Pero, como si fuera algo del destino o esas cosas, llego Bruces en su auto.

—Solo hago lo que tengo que hacer—aclare antes de irme—Buenas amigo—salude mientras él no despegaba su mirada de al frente.

—Wade—hablo Bruce serio, mientras se acomodaba los lentes—hay algunas cosas qué debemos hablar, antes de ponernos a experimentar con tu cuerpo—comentó.

—Lo se, por eso vine preparado—conteste con tranquilidad.

—Entonces, vamos a mi laboratorio—

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