Wade solo quería ser un profesor simple, con una vida simple. Pero no podía ignorar el hecho de tener un acosador, hasta que el gran superhéroe de la ciudad, se empieza a comportar raro.
Peter Parker, es un joven adulto, perdidamente enamorado, que...
Wade lograba abrirse más y más conmigo, y aunque no quería, yo empecé a darle libertades que antes ni pensaba en dárselo.
Pero luego, comenzaron las preguntas. Mi tía May no es tonta, lo se, pero no lo esperaba.
Sus preguntas comenzaron de forma tan disimulada que nunca lo había esperado, siquiera imaginado, parecía tan simple como "¿A dónde vas? ¿Con quién vas?¿Y Ned?¿Y Harley?". Cada pregunta me llenaba de enojo, pero no quería perder la paciencia, ella era mi único familiar vivo, y la amaba.
Al principio fue interesante, cuando llegamos a octubre, se empezó a intensificar, al igual que mi estrés con los estudios y los finales que aun me faltaban por rendir. Pero llegó a ser muy cercano, cada cierto tiempo ella entraba a mi cuarto, y la mentira del tiempo extra estudiando ya no la convencía, y cada vez que creía que estábamos bien, todo volvía al principio.
Me molestaba, y aunque las caricias de Wade en mi cabello, y las voces me daban una fuerte dosis de distracción. Cuando me levantaba de ese lindo sueño, estaba ella, preguntando, sugiriendo cosas e intentando hacerme decir cosas que claramente me ponían en una mala situación.
—Peter cariño—llamo. Y yo solo suspire frente al espejo de mi habitación, viendo mi ropa.
—¡Ya voy tía!—grite, y abrí la puerta de mi habitación.
Y ella estaba ahí. En la mesa del comedor con una taza de algo, presuntamente caliente. Tenía la mirada perdida, estaba pensando...Quería saber con exactitud lo que pensaba, pero supongo que debe pensar: "Mi sobrino no puede ser sospechoso". Aunque se que parecer estar en fase de negación, y por eso pelea con sigo misma. Pero al final, son solo suposiciones.
—¿Tía?—usando ese tono preocupado, la desperté de su ensoñación, y me senté frente a ella.
—Necesito que seas honesto conmigo—y esas palabras me dejaron sorprendido. Así que esta era la tía May de carácter fuerte, de la que tanto presumía en su juventud.
—¿Sobre qué?—pregunté, y ella me mostró un sobre con una estrella, y posiblemente tenía una carta mía escrita.
—¿Qué significa esto?—preguntó.
—¿Qué quieres mandar una carta?—pregunté de manera irónica, y ella solo se levantó.
—¡No es eso! ¡Por Dios Peter! ¡Háblame sobre el maldito contenido de la carta!—me gritó cansada de fingir. Pero yo todavía quería fingir un poco más.
—¡¿Qué quieres que te diga?!—le grité parándome—¡Todo está ahí! ¡¿Acaso necesitas que te lo confirme?! ¡Bien! ¡Yo escribí esa carta! ¡Soy gay y me enamore de mi profesor de filosofía!—dije y ella volvió a sentarse, totalmente silenciosa—¡Di algo maldita sea!—pedí mientras golpeaba la mesa, con mi fuerza totalmente medida. Ella solo sacó el contenido del sobre, y me mostró el papel totalmente blanco.
—No quiero pensar que eres culpable, pero me duele pensar que ya no puedo creerte—dijo mientras se limpiaba las lágrimas traicioneras que salían de sus ojos, y se levantaba para no mirarme—Tienes que entregarte, estás haciendo las cosas mal. Debes hacer lo correcto—
—Solo quiero decirte algo, tía May—dije mientras rodeaba la mesa, y ella, con el celular en la mano apunto de marcar, se giró para verme con su rostro todavía manchado de lágrimas—Espero que hayas disfrutado el café que te prepare—y después de un pequeño episodio de desesperación, intentado acercarse a su taza o a la mesa, se desmayó. Yo la sostuve, con una mueca de disgusto—No quería llegar a esto—
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