Preocupado

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Me sorprende la increíble capacidad qué tienes, para poder controlar mis emociones. Porque pase de estar feliz, a estar sumamente enojado.

Pero no debo culparte de todo a ti, también es culpa de mi jefe y todos esos idiota qué robaron el banco, luego el duende verde, y otros pequeños villanos. Pero, una cosa es eso, qué sucede todos los días desde qué soy superhéroe, pero otra muy diferente, es llegar a mi habitación, prender mi computadora, y darme cuenta, qué el amor de mi vida, no llego a casa todavía.

—¿Dónde demonios estás Wade?—susurre molesto, viendo como en la pantalla no estaba tu linda figura durmiendo, eso me enfadaba y no dude en golpear con fuerza mi escritorio—¿Y con quién mierda estas?—pregunte molesto.

Busqué en cada una de las cámaras, y no aparecías en ninguna, pasó más de una hora y todavía no volvías, ¿Qué te tiene tan entretenido amor? Me estaba preocupando, y no dudaba en ir a buscarte en toda la ciudad, hasta qué volviste.

A las cinco y media de la mañana, volviste. Y no solo eso, sino qué llegaste muy agotado, ¿Qué estabas haciendo amor de mi vida? Yo estuve en vela por ti, y tu solo te acuestas con tres botones de tu camisa desprendidos, aun con tus zapatos puestos. Donde sea qué estuviste, no debiste tener mucho tiempo, por eso no te cambiaste, pero igual, ¿Qué podría causar qué tu te cansaras de esa manera?

No salí de mi cuarto, hasta qué fueron las tres de la tarde, justo cuando tu te levantaste, muy desorientado, ¿Alguien, qué no soy yo, te drogo amor?

Claro qué descarte esa idea, de forma inmediata. Debido a qué no parecías estar drogado, solo muy cansado, tal vez debí ir a visitarte para qué descansaras mejor, te levantaste para tomar una ducha. Lo se, porque buscaste esa toalla vieja, blanca y gastada, al igual qué unos bóxer negros, todo eso, significaba qué irías a bañarte. Cuando lo hiciste, yo también, claro qué no tarde tanto como tu, cuando nos casemos, me asegurare de qué te relajes todo el tiempo qué quieras en la ducha, conmigo claro.

Cuando termine, me vestí, y busque la mochila qué prepare para nuestro encuentro, cuando termine de prepararme, salí de mi cuarto.

—Peter, cariño, ¿A dónde vas?—me preguntó mi tía May, y yo como el inocente y buen sobrino qué era le contesté.

—Me voy a estudiar, tía. Hoy es sábado—le explique fingiendo mis nervios—asi qué no tengo muchas responsabilidades, ¿Es-está bien?—pregunte preocupado, ella solo sonrió y me dijo un "ve con cuidado".

Me sentí mal por mentirle, pero tenía qué asegurarme de qué nadie moleste al amor de vida. Cuando menos me di cuenta, ya estaba enfrente del edificio de Wade.

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